La provincia de Holguín, en la porción oriental de la isla, se perfila como una plaza fuerte para la industria del ocio, respaldada por atractivos naturales, históricos y culturales mezclados en perfecta armonía.
Cuatro decenas de excelentes playas naturales están a disposición de los amantes de los baños de mar, en una relación donde figuran sitios como Guardalavaca, Estero Ciego, Esmeralda y Don Lino, por solo citar algunas.
En el primero de los mencionados, una perfecta combinación de arena fina y mar, marcada por las cercanías de las montañas y el verde de la vegetación caracterizan su entorno.
La playa de Guardalavaca, calificada entre las más emblemáticas del oriente cubano, fue incluso ignorada en algunos mapas de la región.
No obstante, fue anotada en el diario de a bordo del navegante genovés Cristóbal Colón, quien lo consideró entre los hallazgos más significativos realizados por su expedición en la mayor de Las Antillas.
Tradiciones y leyendas atribuyen su nombre a la actividad de los piratas en la región del Caribe, pues era mencionada como el sitio preferido por los filibusteros para ocultar sus botines (también llamados «vacas»).
Otra historia, más realista, vincula esa denominación al alerta que emitían los nativos ante la proximidad de los saqueadores que venían por mar, donde el grito de «Guarda la Vaca» advertía a todos del peligro que representaban.
Una franja de arena de 40 metros de ancho y poco más de mil 300 de largo encierra los más diversos atractivos para el descanso, con características similares a otras playas de esta provincia del oriente cubano, entre las que se mencionan Esmeralda y Pesquero.
A pocos pasos del mar comienza el dominio de la verde y exuberante vegetación, donde la campiña cubana impone su clase para ofrecer al turismo un espectáculo exclusivo que mezcla el azul del mar con lo tradicional.
Valles y cerros se combinan con una vegetación única y una fauna que muestra al ave nacional Tocororo, acompañada de pájaros carpinteros, cotorras, cateyes, guacamayos, jutías congas, el aborigen manatí e incluso caballos salvajes.
Los programas de descanso permiten además descubrir por mar sitios caribeños de la costa norte cubana, con altos valores naturales, culturales e históricos, en itinerarios que llegan hasta el museo arqueológico y la aldea taína de Chorro de Maíta, así como Gibara, ciudad de pescadores y con una arquitectura colonial bien conservada.
Para los amantes de la naturaleza, el atardecer en Guardalavaca reviste una formulación única que contrasta el progresivo predominio del verde de la vegetación sobre el azul del mar de la pequeña franja de playa, protegida a manera de silencioso centinela por una barrera de coral que le da además tranquilidad a sus aguas.