Imagina un lugar donde se unen montañas que dominan paisajes, pueblos centenarios, puentes tan altos que sorprendería al más escéptico, cascadas de aguas cristalinas… Un lugar donde el tiempo parece haberse detenido, donde las siluetas de importantes castillos obnubilan a todo aquel que los visita, un lugar donde el sake se sigue elaborando a la manera de antaño… Una zona única de un país vibrante, donde practicar deportes al aire libre, subidos a una bicicleta, un kayak o con la fuerza de nuestras piernas. Todo ello está en Japón y en una de sus rutas turísticas más preciadas, la Diamond Route.
Diez razones para descubrir la Diamond Route (o la experiencia definitiva en Japón)
Japón es mucho más que las ciudades mundialmente conocidas, como Tokio, Kioto u Osaka. Al noroeste del país del Sol Naciente, brillan las prefecturas de Fukushima, Ibaraki y Tochigi. Juntas y por separado, bien podrían ser un pequeño Japón, donde se concentra todo lo que el país puede ofrecer al visitante. La conocida como ‘Diamond Route’ propone una fantástica variedad de paisajes y naturaleza, experiencias, tesoros culinarios y leyendas desde tiempos inmemoriales.
LA DIAMOND ROUTE Y SUS HITOS HISTÓRICOS Y CULTURALES
Hay vida más allá de las grandes ciudades japonesas. A veces conviene desviarse de lo más turístico, para embarcarse en un viaje por lo desconocido. Es lo que propone la ruta turística Diamond Route. Utilizada como ruta de comerciantes y nobles en el importante período Edo, todavía conserva vestigios de otra época, ciudades y panorámicas que parecen haber quedado detenidas en el tiempo, santuarios, naturaleza exuberante y leyendas sobre unos de los personajes más enigmáticos de la cultura japonesa, los guerreros samurái.
La Diamond Route es el corazón del código Samurái. En la ciudad de Nikko, que cuenta con una zona de más de 100 edificios religiosos considerados como Patrimonio Mundial por la UNESCO, se puede visitar el Nikkō Tōshō-gū, consagrado para albergar las cenizas de Tokugawa Ieyasu, gran samurái y fundador del periodo Edo en 1603.
Lugares como la ciudad de Aizu-Wakamatsu, conocida como ‘la ciudad de los samuráis’, han recreado esta historia. Allí vivían y cultivaban cuerpo y mente y hoy no es extraño poder recrear artes marciales como el kendo o practicar el tiro con arco, fundamentales en la educación de un samurái.
La ciudad fue punto clave de luchas durante la Guerra de Boshin, que asoló en país entre 1868 y 1869 y marcó un antes y un después en su historia. En plena batalla de Aizu, tuvo lugar el episodio de los Byakkotai, que es como se conocer al grupo de 19 samurái, que tras creer que la ciudad había caído, se practicaron el seppuku y hoy se les recuerda con santuario en Limoriyama, por tan valiente azaña. Precisamente en esta ciudad, se encuentra una joya arquitectónica, el castillo Aizuwakamatsu (Tsurugajo Castle) -hoy reconstruido-, que se destruyó tras la citada guerra y puso fin a la era feudal de Japón y al shogunato fundado por Tokugawa Ieyasu.
Lo que antaño fueran lugares de paso, hoy cobran especial importancia porque forman parte de la historia viva de Japón. Ejemplos como la aldea de Ouichi-Juku, clave en la ruta comercial Kaido, que conectaba Aizu con Nikko, nos brinda un viaje en el tiempo. Durante el periodo Edo, muchos comerciantes tenían que hacer estos viajes a pie y ciudades como esta y sus posadas, les sirvieron para descansar y reponer fuerzas. Hoy sorprende el perfecto estado de conservación de casas tradicionales con tejados de paja, que, con cientos de año de antigüedad, circundan la calle principal. Para sentirse como un verdadero habitante del próspero periodo Edo, conviene probar especialidades como el negi-soba o sus pasteles de arroz.
Si hablamos de gastronomía, también la Diamond Route obsequia a sus visitantes con grandes aprendizajes y delicias. El anteriormente mencionado negi-soba, de la prefectura de Fukushima, que se corona con nabo daikon y se acompaña de cebolleta, el preciado kitakata ramen, considerado como uno de los tipos de ramen más famosos de Japón, las gyozas de Utsunomiya en Tochigi o las Ibaraki, un snack de patata dulce, endémico de Ibaraki.
El sake, bebida nacional de Japón, también tiene su relevancia en la Diamond Route. La ciudad de Nihonmatsu, en Fukushima, es una de las grandes productoras de esta bebida fermentada de arroz. Nada menos que cuatro fábricas de sake se encuentran en la ciudad, entre ellas Daishichi Shuzou, que opera desde 1752, elaborando sake de la manera tradicional, bajo el método kimoto. Hoy en manos de la décima generación de la familia fundadora, acepta visitas para conocer todos los secretos de esta bebida con más de 2000 años de historia.
CONTACTO CON LA NATURALEZA, DEPORTES DE AVENTURA Y BIENESTAR
Historia, cultura, memoria, gastronomía… y también naturaleza. Las posibilidades que ofrece la vida al aire libre en las prefecturas de Fukushima, Ibaraki y Tochigi, son infinitas. Tesoros como los jardines Karaikuen en la ciudad de Mito, en el top 3 de los más bellos del país, esconden más de 3000 ciruelos que en época de floración, suponen un espectáculo digno de admirar. También cataratas como las Komadome o Fukuroda con 120 metros de alto y paisajes de un encanto sin igual, forman parte de la fuerza natural de la Diamond Route.
Japón es país de montañas, de volcanes suspendidos en el tiempo. ¿Quién no ha quedado deslumbrado ante la belleza del imponente Monte Fuji? Uno de los símbolos de Japón se alza glorioso y es visible desde buena parte del país. Pero en Japón hay mucho más. Montañas mágicas y apasionantes, de paisajes inimaginables, que esperan a ser descubiertos en la Diamond Route.
Catalogada como una de las 100 montañas más bellas del país, en la prefectura de Fukushima, se encuentra el Monte Adatara, célebre por un poema de Kotaro Takamura, donde describía la belleza del cielo sobre el monte. Con 1700 metros de altitud, cambia con las estaciones, -en mil colores ocres durante el otoño o cubierto de nieve durante el invierno- y conquistar su cima en una subida, primero en teleférico y después con dos rutas de trekking, tiene premio: vistas 360º, difíciles de olvidar, sobre las tres prefecturas de la ruta. También en Fukushima está en el Monte Bandai, de unos 1800 metros de altura, que enmarca otro de los destinos clave de la Diamond Route, Urabandai, un espacio natural, perfecto para disfrutar al aire libre, pasear, hacer senderismo y hasta subir al cráter de un volcán.
Si antes hablábamos del imponente Monte Fuji, ¿sabías que en la vecina Ibaraki existe un monte al que lo equiparan? Dicen que “El monte Tsukuba en el este y el Monte Fuji en el oeste”. Y es que esta montaña, de unos 877 metros de altitud, torna su color, en cada amanecer, a un morado similar al del Fuji. En el ascenso a la cima, la sorpresa es continua, con templos milenarios, como el santuario Tsukuba-jinja con más de 3000 años de antigüedad, fuentes sagradas, rocas de formas inenarrables y vistas sobre Kasumigaura, el segundo lago más grande de Japón.
La naturaleza vuelve a hacerse imponente en Tochigi, donde se puede coronar la cima de nada menos que tres montañas. El Monte Amamaki, conocido por las flores que nacen en los propios árboles, el Monte Chausu, que con 1915 metros, se trata de un volcán activo y dispone de una ruta de trekking en la que, primero en teleférico y luego andando, se llega hasta el cráter. Por último, en Tochigi y concretamente en Nikko, tras habernos deleitado con su sitio Patrimonio de la Humanidad y con el aire nostálgico del lago Chuzenji, también se puede ascender al Monte Hangetsu, para el que no hacen falta grandes nociones de trekking.
La Diamond Route se recorre en bici, con paseos como el que se puede realizar en Jojodaira, una meseta a 1600 metros de altura sobre el nivel del mar, enclavada entre las montañas de Azuma o en Nasu Kogen, que en verano es perfecta para dejar atrás el calor de Japón y mezclarse entre museos, granjas o zoológicos como el Nasu Animal Kingdom, donde conocer especies desconocidas en Occidente como el panda rojo o los capibaras, los roedores más grandes del mundo.
Desde la tierra… y desde el agua. La naturaleza no tiene fin en Japón. Las tranquilas aguas del lago Ruyjin, son perfectas para practicar kayak. La calma solo será interrumpida por aquellos que ponen a prueba sus niveles de adrenalina, practicando puenting desde el Ryujin Suspension Bridge, una maravilla de la ingeniería y el puente en suspensión más alto del país. También el cuarto lago más grande de Japón, el lago Inawashiro, ofrece la posibilidad de vibrar con una experiencia de esquí acuático o motos de agua o con paseos tranquilos a bordo de sus coquetos barcos con forma de tortuga y de cisne.
¿Buscando una experiencia acuática que ponga en paz cuerpo y alma? Los japoneses tienen hasta un término propio para definir sus célebres baños termales, los onsen. En la Diamond Route encontrarás algunos míticos, como el Takayu Onsen en Fukushima, con alto contenido en azufre, que ayuda a prevenir enfermedades y tratar la piel o Tsuchiyu Onsen, en el Mt. Azuma, donde relajarse y terminar el día paseando por la ciudad.