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Destino

Maldivas, una metáfora para la conservación del planeta

Este paraíso terrenal demuestra que turismo y sostenibilidad pueden ser totalmente compatibles.

La naturaleza es la protagonista de este destino y al sumergirse en ella es importante recordar que no solo se trata de conocer la fauna marina mientras buceas o mientras caminas por sus atolones, sino también de ser consciente de que, al impactar en ella, debes cuidarla. 

En Maldivas, cada acción de cuidado medioambiental contribuye a su preservación, ya que es un territorio extremadamente frágil por sus condiciones geográficas.

La reutilización de los materiales plásticos, así como la reducción de los residuos y la replantación de corales son parte de los proyectos en los resorts de lujo, demostrando que la sostenibilidad y el confort no compiten entre sí, sino que se complementan.

SI EL TURISMO SE INCREMENTA, LA RESPONSABILIDAD TAMBIÉN

Varios alojamientos de lujo -como el resort Soneva, uno de los referentes mundiales en sostenibilidad y turismo- notaron la urgencia de proteger la isla y se han comprometido con el cuidado medioambiental a través de acciones que están aportando un cambio contundente en Maldivas.

Cuando te fijas dónde te alojas, qué comes, qué haces cuando viajas y qué impacto tiene tu viaje en la comunidad local, ayudas a la conservación y a proteger ese entorno que visitas.

En este sentido, hacer un viaje a Maldivas y alojarse en estos complejos turísticos de lujo que son conscientes de su responsabilidad medioambiental, no solo será una gran experiencia de vida para ti, sino también un compromiso con la sostenibilidad del país.

NATURALEZA MARAVILLOSA Y DELICADA

Las islas Maldivas son un paraíso en donde la conexión entre la naturaleza, el lujo y la sostenibilidad se fusionan. Es un destino singular, en términos políticos, sociales y geográficos. En los últimos cinco siglos pasó por manos portuguesas, holandesas y británicas y su independencia sólo tiene 50 años. Además, es el país menos poblado de Asia y el más bajo del mundo, con cuatro metros sobre el nivel del mar.

La vida marina es tan maravillosa, que no acabas de comprender los colores de un pez, cuando los colores de otro te obligan a mirar hacia otro lado. La mayoría de Maldivas está compuesta de atolones coralinos. Su territorio es el hogar de diversos ecosistemas que incluyen sus arrecifes de coral, más de mil especies de peces, tortugas marinas, ballenas y delfines, tiburones, mantarrayas, moluscos, etc. Así como maravillosa, su naturaleza es también delicada. En este archipiélago, situado al sur de la India, compuesto por 1.200 islas coralinas distribuidas en los 26 atolones, el turismo y la ecología deben ser integrales, porque la geografía así lo demanda. El territorio se ha visto afectado por el cambio climático en varias ocasiones y aún hoy en día requiere de extremo cuidado.

En 2004, fue devastado por un tsunami y un terremoto del océano Índico, y en 2016, el recalentamiento de las aguas marinas, causado por el fenómeno de El Niño, provocó el blanqueamiento del coral, matando así al 80% de los corales. Si el nivel de los océanos aumenta en los próximos años, las islas pueden quedar hundidas, según señala Intergovernmental Panel on Climate Change.

Tal y como lo declaró ONU Medio Ambiente a comienzos de 2019: “El destino de los arrecifes de coral pende de un hilo”, y depende de nosotros, como comunidad internacional, evitar la pérdida de uno de los ecosistemas más importantes del mundo. Diversos científicos han determinado que, para el 2035, casi el 90% de estos ecosistemas habrá desaparecido.

Los corales son un organismo fascinante, ya que son a la vez animal y planta. Representan un equilibrio de simbiosis perfecta entre un pólipo y unas células de planta que hacen la fotosíntesis que, desde los cientos de millones de años que han permanecido en la tierra, proporcionan el 30% del hábitat de las especies marinas, generan oxígeno, protegen de inundaciones, proveen seguridad alimentaria y, además, generan ingresos porque atraen a millones de turistas que viajan para apreciarlos.

Lo que muchas personas no ven cuando visitan las Maldivas es que las islas se enfrentan a una amenaza con la contaminación de basura plástica marina que se acumula en las playas y sofoca a los arrecifes de coral.

Aunque han sobrevivido a la extinción de los dinosaurios y son resistentes a golpes y traumas, un cambio leve en la temperatura, junto con la contaminación del agua, afecta drásticamente a la vida de los arrecifes de coral.

Son sensibles al cambio climático, a la acidificación del agua, a las presiones locales como la pesca destructiva y a la polución de los hábitats costeros. Los corales viven en una simbiosis con unas algas microscópicas que habitan dentro de ellos y les dan energía.

Cuando la temperatura sube demasiado, esta simbiosis se rompe porque el coral se estresa, expulsando a las microalgas de su interior, lo que causa que se debilite y pierda su color hasta blanquear. En esta situación, el coral queda vulnerable y puede morir fácilmente. Recuperarse y volver a crecer les lleva tiempo a los arrecifes y, sobre todo, se necesitan unas condiciones adecuadas para que esto ocurra. La actividad humana es de gran influencia en estas condiciones.

La compleja geografía y el millón y medio de turistas anuales que aterrizan en el país hacen necesario que se actúe encontrando soluciones más efectivas. Por ello, los resorts de lujo están reaccionando para mitigar sus impactos en el ecosistema tomando medidas de sostenibilidad. Al seguir las normas de la naturaleza se puede innovar alrededor de ellas, como lo explica Sonu Shivdasani, cofundador de Soneva.

Así lo hacen con los corales; en los resorts de Soneva tienen el objetivo de propagar 50,000 corales por año, en cada uno de sus resorts. Para lo que han puesto en práctica un programa pionero en recuperación y plantación de corales, cualquiera de sus clientes puede participar y plantar un coral durante su estancia.

Para plantarlos, cubren con arena estructuras de acero que tienen la forma de una araña y atan a ellas pedazos de coral que llegan naturalmente a la playa. Luego ponen esas estructuras en el agua, bien sujetas para que las olas no se las lleven, y esperan de dos a tres años para ver crecer el coral, hasta que finalmente tapa por completo la estructura. Así, poco a poco, se van recuperando los arrecifes.

La unión entre tecnología inteligente y estética, junto con la observación y el seguimiento de los patrones de la naturaleza, han inspirado estas acciones en Soneva que ayudan a reducir el impacto, reciclar los residuos e inspirar a los locales y a los visitantes del mundo.

En los últimos años se han abierto más resorts que siguen el ejemplo de Soneva, demostrando que la sostenibilidad y el confort pueden ir de la mano, así como la innovación y la naturaleza.

Otro ejemplo claro de cómo, siguiendo los patrones de la naturaleza, se puede proteger al medio ambiente es la experiencia exitosa que Soneva ha tenido respecto al control de mosquitos: colocan grandes cubos con una red empapada de una mezcla de azúcar, agua y bicarbonato de sodio con la que se forma una pasta que atrae a los mosquitos y los atrapa. Así han logrado atrapar nueve mil mosquitos cada día y equilibrar el entorno de una manera sostenible.

REDUCIR, RECICLAR, INSPIRAR

Después de aterrizar en su capital, Malé, la única ciudad del país y en donde habita un 30% de su población, te recogen del aeropuerto en un coche eléctrico para después tomar un hidroavión que te lleva hacia la isla de tu destino.

Envuelto por su encanto natural, te desconectas de la vida cotidiana para conectarte con el océano Índico y el cielo abierto. La naturaleza y sus placeres inspiran alegría y paz. Es un espacio en donde no se siente el transcurrir del tiempo, donde la vida va lenta.

Esta es, precisamente, la filosofía que promueven los centros turísticos de Soneva. Sus resorts eco-chic, Soneva Fushi y Soneva Jani, son instalaciones en donde el diseño, la funcionalidad, el lujo y el respeto por el entorno van de la mano. Cuando estás en Soneva, la arquitectura y las actividades que realizas te permiten integrarte en la comunidad y en el entorno real. No hay barreras entre la naturaleza y tú.

Soneva Fushi fue uno de los hoteles pioneros que inauguró el concepto de lujo inteligente y sostenible en Maldivas. Por su antigüedad, el arrecife del Soneva Fushi ha sido declarado Reserva de la Biosfera por la UNESCO. Este resort y las islas de Maldivas en donde se encuentran centros turísticos están rodeados de corales.

El otro complejo es Soneva Jani, que está situado en la isla de Medhufaru, donde se puede disfrutar de unas vistas panorámicas al océano en todas las direcciones. Por eso, en ambos resorts de Soneva han activado el programa de replantación de corales, que he explicado anteriormente, con el que siembran 50.000 corales cada año en cada uno de los resorts.

En sus 25 años de experiencia, los integrantes de Soneva han sido guardianes de este lugar majestuoso, porque trabajan con los locales pensando en el medio ambiente. Sus fundadores están convencidos de que una empresa debe existir para un propósito mayor que el retorno de sus inversiones. Así lo han hecho con Soneva, que ofrece las mejores experiencias sostenibles a sus huéspedes, a la vez que contribuye a diferentes proyectos relacionados con las comunidades rurales.

Su primera iniciativa contundente se desarrolló en 2008 con el programa Soneva Water, que consiste en filtrar, mineralizar y embotellar su propia agua para evitar importar plásticos de un solo uso.

Actualmente, utilizan los ingresos para proporcionar agua potable a más de ochocientas mil personas en el mundo. Con las botellas y demás desechos de vidrio invitan a los huéspedes a realizar esculturas de alta calidad artística que venden o utilizan para decorar las instalaciones.

Hoy, gracias a su programa, Soneva recicla ya el 90% de sus residuos. En su Eco Center manejan y procesan sus residuos. Como huésped, puedes participar de la actividad aplastando latas de aluminio -que serán transformadas en picaportes para puertas– o aprendiendo a elaborar carbón de las cortezas de los cocos y troncos. Además, han proporcionado estufas de bajo consumo a más de veinte mil personas en Darfur y Myanmar.

Para compensar las emisiones de carbono de las actividades del complejo y los vuelos de los huéspedes, hace diez años, crearon la Fundación Soneva con la intención de llevar a cabo proyectos que tengan un impacto ambiental, social y económico positivo. Para ello, se han asociado con importantes ONG’s como Save Our Seas, el Olive Ridley Project o la International Pole & Line Foundation, entre otras.

Con lo recaudado de la fundación han sembrado más de 500 árboles en Tailandia, han instalado molinos de viento en India y enseñan a los niños de las Maldivas a nadar de manera segura para que se familiaricen con el entorno y desde pequeños cuiden de él.

La comida de lujo es otro de los destacados que ofrece Soneva. Debido a que existe poco espacio de tierra, los huertos orgánicos son claves para abastecer a la isla y sus visitantes.

En Soneva, cultivan hortalizas, frutas y vegetales que permiten ofrecer a los huéspedes productos frescos y locales, a la vez que eliminan la necesidad de transportar alimentos a los resorts. Además, la reducción del consumo de carne vacuna y de lactosa, reemplazado por el de pescado local, ha ayudado a contribuir a la sostenibilidad de la comunidad.

Los chefs con estrella Michelin, cocinan con ingredientes del huerto que previamente han estudiado para producir la cantidad balanceada y aportar positivamente a la cadena de consumo. Si eres un amante del vino o te enloquece el chocolate, incluso estos productos están pensados al detalle para cuidar que sean biológicos y de comercio justo.

Los clientes son la prioridad y por eso en Soneva puedes elegir hasta el olor de las sábanas que te gustan y los aromas con plantas del lugar. Todo lo hacen de la manera más respetuosa con el entorno.

En las habitaciones encontrarás desodorantes biológicos, cepillos de bambú, frasquitos de shampoo con material reciclado. Cada cosa que te encontrarás ha sido pensada minuciosamente para ofrecer un servicio de lujo que cuide al medio ambiente.

El gusto de Soneva es impecable. Detrás del desafiante papel de crear y supervisar todos los diseños para que sean sostenibles, está Eva Malmström, cofundadora de Soneva. Es gracias a su atención al detalle que cada proyecto en Soneva es innovador y dedicado a la sostenibilidad, lo que destaca a este complejo hotelero como referente mundial de eco-turismo.

VIAJAR ES INVOLUCRARSE

Por mi experiencia, puedo afirmar que las islas son un ejemplo, algo parecido a una metáfora de lo que va a ocurrir en el planeta en unos años. Al ser zonas con espacio limitado, podemos observar lo que ocurre en ellas, y trasladarlo a lo que puede suceder a gran escala en el resto del planeta en unos años.

Los modelos de sostenibilidad que se están utilizando en proyectos como Soneva pueden servir de ejemplo para solucionar la amenaza ambiental en otras comunidades del mundo. Lo más maravilloso de este tipo de modelos es que, como viajero, eres el mayor contribuidor para que todos estos programas subsistan.

Los turistas, los investigadores de proyectos de conservación y turismo de naturaleza, como yo y cualquier viajero, somos embajadores de este cambio de actitud. Al sumergirte en las aguas para admirar la belleza de los corales recuperados al ver de frente a una tortuga nadar o al comprar una escultura de plásticos reciclados te conviertes en parte del cambio.

Estar involucrado en estas actividades, que además reconfortan, te acerca a mantener una conducta sostenible cuando regresas a casa. Así, vamos mitigando poco a poco los efectos del cambio climático y ayudamos a frenarlo antes de que sea tarde para destinos paradisíacos, como Maldivas.

Viajar no deja de ser un voto que hacemos. La sostenibilidad implica retos nuevos que aparecen todos los días y el cambio comienza con una decisión.

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