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Destino

Phuket, la burbuja para relanzar el turismo

Con sus postales de arenas blancas y aguas claras enmarcando atardeceres de ensueño, paseos en moto entre una vegetación exuberante y una amplia oferta cultural, festiva y gastronómica, la isla de Phuket ejemplifica como pocos la promesa de unas vacaciones inolvidables y asequibles en un entorno paradisiaco. Localizada al sur de Tailandia, su atractiva tarjeta de presentación la convirtió hace años en uno de los destinos más apetecibles para los turistas de medio mundo. Como resultado, en el 2019 llegó a recibir casi 11 millones de visitantes, que se dejaron unos 11.000 millones de euros, casi un 90% del PIB local.

Como en otros destinos similares de la región –Bali, Boracay o las Maldivas, por citar solo algunos famosos–, la llegada del coronavirus y el cierre de fronteras supuso todo un varapalo que dejó a su economía temblando y a su población en serios apuros.

Por eso, las autoridades se propusieron su pronta apertura a los visitantes extranjeros. Para ello, primero priorizaron la campaña de vacunación en esta región, donde más del 70% de la población está inoculada frente al exiguo 6% a nivel nacional. Y desde el 1 de julio permiten el acceso de turistas vacunados sin necesidad de que hagan cuarentena. Si dan negativo en la prueba que se les realiza a su llegada, se les permite moverse por toda la isla sin limitación alguna. Tras varios días –entre 7 y 14, dependiendo del destino–, incluso pueden desplazarse a otras provincias.

“Mi amigo se hizo la prueba en el aeropuerto, esperó los resultados en su hotel y en seis horas pudimos salir a cenar juntos”, señaló Phil Anthony, encargado de una consultora de viajes en Phuket, a la CNN. “Es fenomenal la sensación de poder sentarte con un colega al que no veías desde hace tiempo”.

Como él, unas 15.000 personas visitaron la isla en el mes de julio para darse un chapuzón y tomar cócteles tirados a la bartola. Son unos 500 al día, una cifra ínfima si se compara con los más de 40.000 diarios de antes de la pandemia, pero generan esperanza. “Estamos a un 1% de normalidad. No está bien, pero ese 1% también nos alienta de cara al futuro”, aseguró el presidente de la Asociación de Turismo de Phuket, Bhummikitti Ruktaengam.

Para las autoridades, el experimento de Phuket sirve para verificar si es viable una apertura a gran escala en el resto del país. Desde el 15 de julio, pequeñas islas como Koh Samui, Koh Pha Ngan y Koh Tao también reciben a turistas vacunados, y está previsto que otros territorios se vayan sumando.

Pero dada la situación actual, estos planes parecen pecar de optimismo. En los últimos meses, Tailandia padece el virulento azote de la variante delta, que cada día suma miles de nuevos positivos mientras la vacunación avanza a paso lento. En un intento por mantener limpia la burbuja turística, las autoridades prohibieron a los turistas nacionales entrar en Phuket entre el 3 y el 18 de agosto, aunque eso no ha evitado que se registren casos puntuales.

Este tipo de ensayos se antojan valiosos para una región que podría tardar mucho, si es que lo hace, en recuperar su antigua normalidad. “La covid no se va a ir a ninguna parte, y estos proyectos piloto podrían proporcionarnos una forma viable de viajar en el futuro”, contó Andrea Oschetti, fundador de la agencia Blueflower. Si uno de ellos colapsa, añadió, no es una señal de fracaso, sino de que hay que “pausar, recalibrar y presentar un proyecto mejor basado en lo aprendido”.

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