Lujo, gastronomía, diseño y arte: así es este elegante vecindario londinense que combina tradición y presente a dos pasos de Oxford Street
Vale que Londres es vital y transgresora. Que el renovarse es parte esencial de su carácter. Que, al fin y al cabo, es lo que esperamos de ella: que por muchas veces que regresemos a la capital inglesa, nunca visitemos la misma ciudad.
Sin embargo, dentro de la vorágine que caracteriza al día a día en esta urbe que vive a mil por hora, aún quedan pequeños reductos, coquetos barrios repletos de personalidad –en forma de negocios de autor, pequeñas boutiques y bellos restaurantes–, que funcionan a modo de oasis en los que hacer un break y respirar profundo.
Porque ya iba siendo hora de regresar a Londres, y porque lo que nos pide el cuerpo es viajar lento, Connaught Village es nuestro lugar.
Bien, ¿y dónde está este edén del shopping? Pues lo tenemos fácil. Muy, muy fácil. Porque, ¿quién no pasea por la archifamosa Oxford Street cada vez que visita la ciudad? Resulta que desde Marble Arch, y a un corto trayecto de apenas 5 minutos a pie, nos introducimos en este universo chic junto a Hyde Park repleto de casas de estilo georgiano y fachadas color pastel.
Aquí toca caminar a paso lento, recreándonos en los detalles de las puertas de los edificios, en las elegantes escaleras de acceso e incluso en las bicicletas de diseño vintage aparcadas al sol. Nos embobamos con los escaparates de sus tiendas, meticulosamente montados para conquistar a los clientes ya desde el exterior.
Connaught Village brilla como si del decorado de la comedia romántica de turno se tratara —venga, va, ¿dónde está Hugh Grant?—, y entre las calles Bathurst Mews y Porchester Place se despliega todo lo que ansiamos encontrar.
EMPIEZA LA FIESTA
Lo de ser diferente y original se lo toman muy en serio en Kokoro London, una de las tiendas de moda independiente más exclusivas de la zona. Se halla en el 19 de Connaught Street, y ya su fachada pintada de color amarillo nos desvela que, aquí, la revolución llegó para quedarse. Hace 7 años, para ser exactos: nos lo cuenta, ya en el interior, Dawn Brown, propietaria y fundadora del proyecto.
Vestida con uno de los coloridos trajes de sus diseñadores particulares nos cuenta que tras muchos años dedicada de lleno al mundo del retail, decidió lanzarse de cabeza y crear su propia tienda donde tan solo hay espacio para aquellas piezas de las que ella misma se enamora. Kokoro significa “corazón, mente y espíritu”, y eso mismo transmiten sus propuestas.
Así, en la tienda se pueden encontrar prendas diseñadas en exclusiva por grandes artistas independientes de todo el mundo, siempre elaboradas en los talleres más distinguidos del Reino Unido y Japón. Piezas únicas que fusionan moda y cultura y que no son fáciles de encontrar en otros lugares: son propuestas auténticas, atrevidas, alegres y sostenibles, tienen como clientes a habituales como la mismísima Sharon Stone. Y, entre perchas y repisas, un poco de arte decoración: cojines y candelabros, jarrones o libros, completan su particular oferta.
Caminamos apenas unos pasos para alcanzar otro referente de la moda en el barrio: The Place, que realmente se halla dividido en dos locales contiguos —uno dedicado al hombre, y otro, al la mujer—, es el negocio capitaneado por Simon Burstein en el que tienen cabida firmas de moda de lo más exclusivas a nivel internacional: el talento del diseño emergente es el protagonista absoluto. Hasta 20 marcas internacionales se despliegan por sus dominios, entre las que se hallan los exquisitos tejidos estampados de la británica Alice Archer, los bolsos de Naledi, los accesorios diseñados por LouLou De La Falaise o las fragancias del galardonado Azzi Glasser. Un templo a las cosas bellas en toda regla.
¿Que queremos más moda? Sin problema. Porque la oferta de Connaught Village es amplia y variada como la vida misma. Así que atentos a las prendas de segunda mano de grandes diseñadores que la ex relaciones públicas musical Sally Ormsby se encarga de recopilar en The Dresser, a las vibrantes camisas y chaquetas de la tienda insignia de Simon Carter —también a los candelabros de Murano o a los espejos convexos Regency que decoran su local— y a los vestidos de fiesta ultra exclusivos de Eliza Jane Howell. Será difícil no sacar la cartera.
Y mucho menos si le damos un cambio de tercio a nuestra ruta y hacemos parada en negocios enfocados a otro arte: el de la decoración. Artesanía, belleza y funcionalidad abrazan cada pieza que Shelley Simpson diseña con mimo para Mud Australia, la pequeña tienda que, desde 1994 ofrece propuestas únicas para servir la mesa: tu casa nunca volverá a ser la misma.
Circus 25 es una lujosa marca de artículos para el hogar, mientras que en PM Flowers, una floristería boutique, defienden que las flores son la sal de la vida y que jamás debe faltar un hermoso bouquet alegrando un espacio.
Para rematar, una de las casas de subastas de antigüedades y objetos de arte más longevas del Reino Unido también tiene aquí su sede: Lyon & Turnbull lleva nada menos que desde 1826 organizando eventos en este icónico lugar.
HORA DE MIMARSE
Los vecinos y asiduos a Connaught Village tienen algo en común: saben que, a este rincón londinense, uno viene a cuidarse. Y no hay duda de que existen mil maneras de hacerlo: dándose un capricho en cualquiera de sus tiendas, comprando aquella vajilla que nos hará los almuerzos más felices… o mimándonos en cuerpo y alma.
Y resulta que de eso saben mucho en Vitamasques, la rompedora firma de cosmética británica que lleva años marcando tendencia. Tras una década a sus espaldas trabajando en spas de lujo, y múltiples viajes a Corea del Sur, sus fundadores se percataron de que la manera de cuidar la piel de los asiáticos iba varios puntos más allá de lo que acostumbrábamos en occidente.
Su variada oferta de productos sigue tres puntos fundamentales: son fórmulas limpias, no han sido testados con animales, y sirven para todo tipo de público. ¿Qué mejor lugar para darnos un festín de bienestar que este?
Aunque para festines, los gastronómicos, y de eso también sabe bastante por estos lares. Así que toca sentarse a la mesa de british maneras, empezando por un coffee con pastries, y después ya veremos qué más.
Uno de los lugares icónicos de Connaught Village llamará nuestra atención desde lo lejos: la explosión de flores rosas que decora cada centímetro de su fachada no nos dejará indiferente. Por algo Saint Aymes ha sido elegido en varias ocasiones como la cafetería más hermosa de Londres, y eso que abrió sus puertas en 2018: no hay pedacito de este negocio que no sea carne de Instagram.
Tras este bello rincón en el que se venera el dulce de calidad se hallan las hermanas Michela y Lois Aymes-Willson, artesanas chocolateras que vuelcan en sus creaciones todo aquello que les inspira, sobre todo los grandes artistas de la historia. Pintadas a mano con oro de 24 quilates, sus populares pirámides de chocolate se hicieron tan famosas que rápidamente comenzaron a venderse en los comercios más lujosos de Londres. Aquí, además, se pueden probar deliciosos pasteles y un café excelente.
Aunque los especialistas en este arte se hallan en Markus Coffee, donde el aroma a café recién tostado embriaga desde primera hora de la mañana. Con 34 tipos de grano de café diferentes procedentes de hasta 13 países distintos, es el paraíso cafetero por excelencia de Connaught Village.
Pero la oferta culinaria es infinita, y lo comprobamos con apenas movernos un par de pasos: al lado de Saint Aymes se encuentra Abasto, especializado en vinos y empanadas argentinas. Un lugar tranquilo en el que acomodarnos en cualquiera de sus silloncitos junto al escaparate para leer o charlar mientras probamos sabores traídos desde el otro lado del mundo. El local, amplio y diáfano, es también tienda de ultramarinos de productos gourmet.
Y ya que hablamos de sabores argentinos, otra propuesta más: en el 26 de la misma calle está Casa Malevo, restaurante y asador argentino que trabaja directamente con productores cárnicos del país sudamericano que les aportan los mejores cortes. En un ambiente íntimo, rodeado de paredes de ladrillo visto decoradas con fotografías en blanco y negro, y acomodados en sus sillas acolchadas, toca disfrutar de una de esas veladas que, por exquisitas, pasarán a la historia de los banquetes para no olvidar.
¿Un extra? Claro que sí. Y no uno, sino dos: la interesante lista de opciones veganas incluidas en su carta, y la pequeña y coqueta terraza interior. Ahora sí: seguimos.
Y lo hacemos dispuestos a acabar la ruta por todo lo alto: brindando en un lugar muy especial. En Connaught Cellars lo primero que nos sorprende es el sidecar aparcado junto a la puerta, toda una reliquia. También el “bar para perros” con agua fresca para los clientes peludos. ¿El motivo de tanto amor perruno? Junto al francés David Farber, propietario del negocio, se halla siempre su inseparable Cooper, todo genio y figura y mascota del negocio.
La pasión por el universo enológico, nos cuenta David, le vino por parte de su abuelo, que le enseñó todo lo que sabe.
Así abrió hace ocho este pequeño oasis en el que, además de asesorar a restaurantes y bares de toda la ciudad, comparte con sus clientes, con los que ha creado toda una comunidad, aquellos tesoros que encuentra a lo largo y ancho del planeta. Sobre todo en Italia y Francia, donde contacta con productores independientes que hacen que no haya ni una sola semana en la que no llegue una nueva joyita a la tienda.
En la planta de abajo, el lugar más sagrado del local: una extensa mesa alta invita a sentarse en torno a ella y a celebrar la vida con una charla amena entre amigos —o desconocidos, qué más da—, algún picoteo, y la cata de varios de sus vinos. Siempre guiados por David, claro está: de los mayores placeres que se pueden disfrutar en Connaught Village.
De los mejores finales para una jornada descubriendo este desconocido rincón londinense.