La ruta migratoria de muchas especies de cetáceos permite su avistamiento en determinadas épocas del año, lo que se ha convertido en el atractivo turístico en numerosos destinos.
Las personas cada vez sienten más curiosidad por descubrir la naturaleza y conocer cómo es la vida de otras especies en su hábitat natural. Esto puede comprobarse en la creciente demanda de excursiones para avistar cetáceos como actividad turística, tal y como ha señalado José Julio Casas, el director nacional de Costas y Mares del Ministerio de Ambiente de Panamá. “El avistamiento de cetáceos en América Latina ha tenido un aumento constante desde que empezó a promoverse y es una de las formas de turismo que más ha crecido en los últimos 20 años”, asegura.
Esta situación se puede extrapolar a numerosos destinos turísticos, donde han surgido empresas para atender esta demanda y organizar todo tipo de excursiones. De esta manera los turistas pueden observar, desde tierra o a bordo de una embarcación, cómo se comportan estos gigantes del mar en su hábitat natural y se relacionan libremente entre ellos y con el entorno. Por ello, Tourinews ha hecho una selección de algunos de los lugares más conocidos del mundo para avistar cetáceos –como puede ser la Península Valdés, en Argentina, y las islas Azores, en Portugal– y, además, hemos añadido otros destinos que son famosos por su amplia oferta turística de sol y playa, pero que durante determinadas épocas del año se dan las condiciones idóneas que atraen tanto a estos animales como a turistas.
Ballenas jorobadas en Samaná, República Dominicana
La Bahía de Samaná, en República Dominicana, es un paraje de playas paradisíacas y hoteles todo incluido, pero también es uno de los lugares donde cada año se puede acudir a avistar ballenas jorobadas o yubartas. La costa norte del país, y concretamente, esta enorme bahía, es uno de los principales puntos de cría y reproducción de esta especie, donde entre noviembre y abril pueden llegar a congregarse entre 1.500 y 2.000 ejemplares.
La presencia de estos cetáceos ha hecho que las excursiones para avistarlos se hayan convertido en uno de los principales reclamos turísticos de la zona. La manera más común de ver a las ballenas jorobadas en Samaná es en excursiones en lancha o barco, que tienen una duración de unas tres o cuatro horas. Sin embargo, también existe la posibilidad de avistarlas desde tierra, concretamente desde el Observatorio Terrestre de las Ballenas. Según cifras del Gobierno dominicano, en lo que va de temporada de 2022, más de 32.000 turistas han disfrutado del espectáculo de saltos y bailes acuáticos que ofrece esta majestuosa especie. Para proteger su vida marina, República Dominicana creó en 1986 el Santuario de Mamíferos Marinos Bancos de La Plata y Navidad, el área marina protegida más grande del país y el primer santuario de mamíferos marinos creado en el Océano Atlántico. Además, dentro de esta área se incluyó el Santuario de Ballenas Jorobadas en Samaná, que con más de 50.000 kilómetros cuadrados también alberga otros grandes cetáceos como delfines, manatíes y orcas.
Ballenas francas australes en Puerto Madryn, Argentina
La ciudad de Puerto Madryn, en Argentina, es uno de los puntos de la costa patagónica más visitados por aquellos turistas que buscan ver de cerca a las ballenas francas australes, y es que este enclave —declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1999— es uno de los diez mejores lugares del mundo para ello. La temporada oficial para el avistamiento de estos cetáceos empieza en junio y dura hasta mediados de diciembre. Durante estos siete meses, aprovechan las aguas del Golfo Nuevo y el Golfo San José para reproducirse, dar a luz y acompañar a los nuevos miembros de la manada en sus primeras incursiones por el fondo del mar.
El mejor lugar para la observación es la costa, concretamente, el Área Natural Protegida El Doradillo, con acceso libre y gratuito. Sin embargo, también hay empresas que organizan excursiones en barco para observar de cerca a estos animales. Para evitar alteraciones en la naturaleza durante la época de cría y reproducción, la provincia de Chubut –donde se encuentra Península Valdés– permite la navegación únicamente en el Golfo Nuevo y solo a embarcaciones de empresas turísticas que deben presentar una autorización. De esta manera, el avistamiento de estos cetáceos se encuentra totalmente regulado para proteger la integridad de las ballenas francas, declaradas Monumento Natural en el año 1984.
Ballenas azules en Azores, Portugal
En pleno océano Atlántico, el archipiélago de Azores es uno de los mayores santuarios de ballenas del mundo. Entre especies residentes y migratorias, en sus aguas se pueden identificar más de 24 tipos de cetáceos, un tercio del total de todos las existentes. Algunas de los ejemplares que se pueden observar son los delfines comunes, arroaces y manchados y ballenas como cachalotes, el rorcual norteño y la ballena barbada. Sin embargo, la gran protagonista es la ballena azul, la especie más grande del mundo. La mejor época para avistarla es entre finales de invierno y abril.
En el pasado, las Azores eran conocidas por la pesca de la ballena, una actividad muy importante en la economía de muchas de las islas. Actualmente, esa actividad ha desaparecido, pero la tradición ballenera sigue latente y se ha convertido en un atractivo turístico. Los lugares de observación de ballenas en Azores se concentran, sobre todo, en la isla de Sao Miguel, especialmente en Ponta Delgada y Vila Franca do Campo, y en el canal entre Sao Miguel y Santa María, lugar de paso de las ballenas azules. En estos lugares existen vigias de ballenas, que son construcciones estratégicas en la costa que permiten tener una panorámica del mar. Antiguamente, estos puntos eran utilizados por los pescadores que escrutaban el horizonte en busca de cetáceos para cazar, pero ahora son aprovechados por las empresas turísticas que organizan excursiones de avistamiento para guiar a los barcos llenos de turistas deseosos de ver a estos animales.
Orcas en Tarifa, España
El Estrecho de Gibraltar es el punto de unión entre Mar Mediterráneo y el Océano Atlántico. En ese punto se encuentra el municipio de Tarifa, la ciudad más al sur de Europa continental, que pertenece a la provincia de Cádiz (Andalucía) y es famosa por el surf y sus playas. Sin embargo, esta zona también fue declarada Reserva Intercontinental de la Biosfera por la Unesco en 2006 por ser el lugar de paso de más de siete especies de cetáceos: delfines mulares, listados y comunes y cetáceos de mayor tamaño como calderones, cachalotes, rorcuales y orcas. Esta última especie es la que más curiosidad despierta entre los turistas y también entre los pescadores y navegantes de la zona.
Las orcas son animales con un comportamiento social muy particular y, con el paso del tiempo, han desarrollado estrategias de caza que varían según el lugar en el que viven y que son capaces de transmitir entre generaciones. En esa búsqueda de alimentos, estos animales se trasladan hasta el Golfo de Cádiz de abril a noviembre para alimentarse principalmente de atún rojo, que han aprendido a robar de los barcos pesqueros marroquíes y españoles. Estos animales esperan en las proximidades de los barcos y, cuando los atunes pican en el anzuelo de los pesqueros y estos comienzan a subirlos para extraerlos del agua, las orcas aprovechan para arrebatárselos.
Además, en los últimos años también se han registrado ataques por parte de esta especie a embarcaciones veleras que navegaban por la zona, que algunos expertos interpretan como “protestas” por parte de estos animales. Es por ello que, tanto las embarcaciones recreativas como las empresas que organizan excursiones con turistas para avistar a estos cetáceos, han tomado todas las precauciones y establecido un protocolo de actuación en caso de que las orcas se acerquen a los barcos.