Bután se prepara para reabrir sus fronteras el próximo 23 de septiembre tras dejar atrás la pandemia, y lo hace con una firme apuesta por el turismo de élite. Abandona así la carrera por las crecientes cifras del número de visitantes y se decanta por una política de “alto valor, bajo volumen”.
La medida escogida para ello ha sido elevar la tasa turística para los visitantes extranjeros a unos prácticamente inasequibles USD 200 dólares, con lo que triplica la cifra previa a la irrupción del coronavirus.
Bután adopta así medidas para reposicionarse como un “destino exclusivo”, mientras “mantiene una baja huella de carbono” por el consecuente descenso que se producirá en el número de visistantes, según subrayó Tandi Dorji, su ministro de Asuntos Exteriores y miembro del Consejo de Turismo del país.