Abandonada y tapiada con 4 metros de escombros en su interior, esta casona construida en 1830 se convirtió en 1985 en el pórtico de entrada al descubrimiento de un asombroso subsuelo arqueológico.
Buenos Aires tiene opciones para todos los gustos, para todas las edades y todas las estaciones del año. Tiene naturaleza, arte, gastronomía, diversión y, entre muchas otras propuestas, también ofrece lugares repletos de curiosidades, como el que El País recorrió en esta oportunidad: el Zanjón de Granados, un sitio arqueológico ubicado en San Telmo que promete un viaje en el tiempo.
Pero para ese viaje que nos lleva hasta 1800, primero hay que hacer una escala hacia 1985, el año en que accidentalmente se descubrió el lecho del antiguo Zanjón de Granados.
Fue en esta casona de San Telmo construida en 1830 que en esta primera parada en el tiempo estaba abandonada y tapiada con cuatro metros de escombros en su interior.
No se podía ni entrar, ni caminar, dice el guía que acompaña. A medida que caminamos entre esas altas paredes y el silencio, quien nos dirige añade que este solar había sido entregado en 1580 a Juan González por el fundador de la ciudad y perteneció posteriormente a una importante familia de la sociedad porteña.
La que fue una residencia con esclavos incluidos hacia 1860, fue convertida a principios del 1900 en conventillo y vinería.Hoy, con el sitio totalmente restaurado y manteniendo lo más que se puede de la construcción original, los visitantes pueden caminar por los túneles por los que una vez pasó el agua de la ciudad, por debajo del conventillo, y camino al Río de la Plata.
Durante el tour, además, se exhiben diversos objetos descubiertos durante las excavaciones, restos de construcciones del siglo XVIII, cisternas, aljibes y el primitivo sistema hidráulico que tenía la ciudad. Toda esta exhibición del pasado es acompañada por documentación recopilada durante décadas de investigación, que también incluyen cartas escritas en puño letra de viejos vecinos y viajeros de la ciudad.
En las visitas guiadas se explican cada uno de los detalles de la casona y del subsuelo, dónde solía estar la cocina, por dónde entraban y estacionaban los carruajes, en qué parte dormían los esclavos y más.
Cuentan, además, detalles históricos como, por ejemplo, que este complejo se ubica en la última manzana de la zona sur de la ciudad fundada en 1580 por Juan de Garay, en la segunda fundación. Explican que no era la última por casualidad, sino por el hecho de que por esta manzana corría un arroyo, uno de los tres que llevaban las aguas de los altos de la ciudad hacia el Río de la Plata, que en esos años estaba a solamente 150 metros de este espacio en lugar de los dos kilómetros actuales.
Una muestra de cómo vivían en la época.
Las excavaciones arqueológicas que dejaron descubierto este subsuelo regalan una valiosa reinterpretación de cómo se desarrollaba la vida cotidiana de Buenos Aires de antaño, ya que se exhiben utensilios, recipientes y objetos, mientras se observan restos de construcciones del 1700, 1740 y 1830, cisternas, aljibes y un complejo sistema de desagües que son una muestra única del sistema de control de la naturaleza de la ciudad colonial.
Este lugar está incluido en la Guía de Patrimonio Cultural de la ciudad de Buenos Aires como la obra de recuperación arqueológica más importante de la ciudad. Fue definida por el arqueólogo belga Johnny De Meulemeester como un “sitio idea” porque refleja el resultado de más de 20 años de lucha e ilusiones.
El Zanjón también fue presentado en el Forum UNESCO 2004 Buenos Aires como un ejemplo de gestión privada sobre temas de preservación de Patrimonio. Cinco años después, fue convocado para exponer su experiencia como caso ejemplo en el Foro UNESCO de Turismo Sustentable de Sitios Arqueológicos (Buenos Aires 2009). En 2008 fue convocado por el Gobierno de la Ciudad al Premio Internacional Gubbio de restauración y refuncionalización de edificios de valor patrimonial en los cascos históricos. En 2009 fue elegido entre los 10 finalistas.