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Hotelería

Rosewood Vienna, la inauguración más esperada de Austria

Hacía una década que la capital austriaca no vivía una apertura de hotel tan impresionante y esperada como esta.

Viena siempre maravilla con su belleza, su historia y su sofisticación, pero hacía mucho que ningún hotel conseguía encapsular todas estas características tan bien como el Rosewood Vienna. Una de las aperturas más esperadas de la temporada, no hemos querido perdernos su inauguración. 

La inauguración de un nuevo Rosewood siempre va a llamar la atención; basta con ver cómo el Rosewood London ayudó a revitalizar todo un barrio cuando se inauguró en el gran edificio Pearl Insurance de Holborn en 2013. El grupo tiene la habilidad de adquirir edificios emblemáticos (su segundo hotel en Londres estará ubicado en la antigua Embajada de Estados Unidos) y este no es una excepción: un banco del siglo XIX muy apreciado en el corazón del distrito 1 de Viena, cerca de muchos de los lugares más famosos de la ciudad. 

Se trata de la mayor apertura en casi diez años en la capital austriaca. Además, Viena es la mejor ciudad para vivir del mundo, según The Economist, y la calidad de vida dentro del Rosewood va acorde a los estándares de la ciudad.

EL AMBIENTE

Justo en la Petersplatz y casi rozando la cúpula verde cobrizo de la Iglesia de San Pedro, con los carruajes y caballos pasando con un traqueteo, este edificio neoclásico, reimaginado y embellecido, se mantiene a la altura de los tesoros rococó y art nouveau de Viena. Las estatuas que se asoman desde los edificios circundantes parecen sonreír con aprobación a la última joya de la corona vienesa.

Un pasillo ajedrezado conduce a un luminoso atrio con una lámpara de techo molecular y toda la calma de uno de los patios históricos de Viena. En el primer piso, el recibidor donde se hace el check-in –que más bien parece un salón, con cómodos sofás en los que dan ganas de tumbarse y confesar todos tus secretos al psicólogo–, hay un salón pintado de techo a suelo con helechos, palmeras y flores tropicales de colores brillantes, tan vívidas que no sería raro ver alguna libélula despistada sobrevolando tu kaffee und kuchen

Coronando la parte superior del edificio –toda una sorpresa visto el sereno silencio del resto de estancias- hay una bulliciosa brasserie con ventanas inclinadas hacia el paisaje urbano y una gruta artificial al aire libre con un pino tan impresionante que te preguntas cómo habrán conseguido llevarlo hasta ahí. Unas escaleras conducen al bar-mirador, un local clandestino en las alturas con vistas panorámicas para el que media Viena está haciendo cola ahora mismo.

LA HISTORIA DEL HOTEL

Si escuchas con atención, es posible que captes las notas altas de un aria flotando por el lugar (al fin y al cabo, esto es Viena y hasta los músicos callejeros estudiaron en el conservatorio): antaño, Mozart vivió en un apartamento en esta calle y compuso aquí El rapto en el serrallo. Pero la estructura en sí data de 1835, cuando era un antiguo banco compuesto por cuatro edificios apiñados alrededor de un patio, que Rosewood ha ido transformando poco a poco, añadiendo dos plantas más en la parte superior diseñadas por el estudio de diseño vienés Kroenland (que también ha trabajado en el nuevo hotel Motto). 

El diseñador de Soho FarmhouseAlexander Waterworth, es el responsable de los interiores de las habitaciones, mientras que Atelier27, con sede en París, ha comisariado las distintivas obras de arte que decoran las paredes. Si sigues el pasillo a la izquierda del mostrador de recepción verás una serie de postales históricas y grabados de la Petersplatz artísticamente personalizados; pertenecen a un antiguo residente de uno de los apartamentos, que tuvo la amabilidad de donar su colección tras mudarse. 

Las flores pintadas en el salón –un guiño al Palmenhaus de estilo art nouveau de la ciudad– vienen de la minuciosa mano de la artista vienesa Marie Hartig, mientras que el mural de la azotea es obra del enigmático grafitero KNARF. Una colaboración en clave europea, aunque el foco siempre está en los creadores de Viena. Rosewood no es una marca conocida en Austria –este es su primer alojamiento en Europa Central–, por lo que su llegada ha despertado mucha curiosidad.

LAS HABITACIONES

Con un toque del mando a distancia, las persianas se levantan para revelar lentamente el barrio: es como tener un palco real con vistas a la ciudad. Desde nuestra habitación, la 514 (que puede combinarse con la 513 para formar una suite familiar), ningún obstáculo se interponía entre mi línea de visión y el Palacio de Hofburg, la modesta casa de ensueño de los Habsburgo en la ciudad, aunque el carrito de los cócteles junto a la ventana sí fue capaz de hacerme apartar la mirada. 

También pude disfrutar de estas mismas vistas desde la bañera (que en principio no viene con cóctel incluido, pero eso tiene fácil solución). Las habitaciones son elegantes, sin nada que pudiera asustar al más nervioso de los caballos (especialmente si hablamos de las monturas bien adiestradas de la Escuela Española de Equitación de Viena); hay suaves mármoles grises y sillas y sofás de color naranja bruñido que se curvan para seguir las paredes junto a florituras art decó de colores llamativos, como los lavabos y los minibares de mármol y nogal que ocupan un lugar privilegiado, con estantes en los que te esperan tres cócteles ya preparados y ensayos del arquitecto modernista Adolf Loos

Todos los espacios están conectados mediante estampados fluidos y lineales en alfombras, cojines, cuadernos y cortinas, todos de la empresa de diseño Backhausen, un actor clave en el movimiento Wiener Jugendstil (lo que nosotros llamamos art nouveau) de principios del siglo XX. Y es increíble el impacto que puede tener un puñado de obras de arte llenas de desenfado a la hora de darle personalidad a un espacio. El inodoro de alta tecnología de estilo japonés, lo bastante avanzado como para abrirse cuando te acercas pero no para preguntarte qué tal estás, sigue ameritando una mención aunque a día de hoy estemos un poco más acostumbrados a ellos.

COMIDA Y BEBIDA

Si ya conoces los rincones de los maestros de la restauración londinense Corbin y King en Europa Central, brillantes y tan bien coreografiados como el mejor de los ballets, te sentirás como en casa al instante en Neue Hoheit. 

A Rosewood sabe bien cómo crear restaurantes de destino, y este no es una excepción: un espectáculo que dura todo el día, con piruetas que comienzan en el desayuno, eligiendo la bollería, el muesli Bircher y los embutidos expuestos en los mostradores, y continúan hasta la cena, con un menú que profundiza en las tradiciones austriacas y en la comida de bistró

Un rollo de langosta por aquí, una rillette de trucha por allá, una particular ensalada nizarda de trucha y calabaza preparada de tres maneras diferentessiluro con colirrábano estofado, además de los grandes éxitos, como un wiener schnitzel tan grande que podrías usarlo de manta y un tafelspitz, un caldo de carne con médula ósea y pan con salsa de rábano picante, sencillo y sin pretensiones. Y de postre, strudel y dulces de cereza y chocolate

Todo es delicioso y muy vienés, pero en el menú se echa en falta algún plato de autor; al fin y al cabo, esto es Viena y hay muchos sitios donde comer wiener schnitzel y tafelspitz. El bar del piso de arriba arriba sí se desmarca más de otros locales, con un equipo de camareros alemanes que preparan cócteles con bebidas alcohólicas procedentes de varias regiones austriacas –la lección de Geografía de nuestros sueños–, como el Golden Roof, elaborado con brandy de frutas del Tirol, ginebra, semillas de alcaravea y piña. El emblemático Vienna Calling, una versión achocolatada del Old Fashioned, está adornado con una pequeña foto de Falco, la estrella de Rock Me Amadeus.

LA ZONA

Hay una razón por la que esta zona se conoce como el Goldenes Quartier: a la izquierda, Louis Vuitton; a la derecha, Jimmy Choo… Multitud de tiendas ideales si pierdes el Rolex y quieres buscarle un sustituto. No se veía tanta elegancia y oropel en el primer distrito de Viena desde los tiempos del emperador Francisco José I –una especie de patrón de la ciudad, ya que se ve su rostro con bigote de morsa por todas partes–.

Así que en la zona podemos encontrar tanto tiendas de lujo como las atracciones favoritas de la ciudad, como el bar americano Loos, los caballos de la Escuela Española de Equitación, el museo Albertina (pero no dejes de preguntar por el nuevo Albertina Modern, un poco más lejos). La Iglesia de San Pedro está justo en la puerta; las torres góticas de San Esteban, a poca distancia a pie, se reflejan en la posmoderna Hass-Haus que tiene enfrente… Y eso solo por mencionar algunas.

EL SERVICIO

El personal se maneja con comodidad y seguridad, lo que se refleja en su trato con los huéspedes, y eso nada más abrir: en pocas semanas se habrá limado cualquier posible arista y el servicio será impecable del todo. La mayor parte del equipo se reunió durante el confinamiento y ha trabajado conjuntamente en la preparación del hotel de cara a la inauguración

Es habitual ver al conserje cargando en brazos a su perrito, que te mirará con curiosidad mientras organizas un tour por el distrito (es corto y agradable y te llevará a patios ocultos y vistas privilegiadas). El equipo está muy orgulloso de su inmaculada berlina Mercedes, que utilizan para los traslados al aeropuerto, así que cuidado con hacerle ni un arañazo.

ESFUERZOS ECOLÓGICOS

El grupo Rosewood defiende una iniciativa ecológica que incluye la conservación de la energía, la sostenibilidad como prioridad y la inmersión con el entorno, pero en el caso concreto de Rosewood Vienna no se veían estos elementos a simple vista.

ACCESIBILIDAD

El hotel ofrece acceso en ascensor (con señalización de voz y en braille) al restaurante, al spa y a las habitaciones, algunas de las cuales cuentan con duchas adaptadas a sillas de ruedas y grifos de palanca, junto con check-in asistido y un baño accesible para sillas de ruedas en el vestíbulo.

¿QUÉ QUEDA POR CONTAR?

El spa Asaya de la quinta planta abrirá en otoño (de momento, se pueden reservar masajes en una sala privada), supervisado por la experimentada Nadine Kaindl. Aunque no tengas pensado someterte a ningún tratamiento, no dejes de disfrutar de la sala de relajación, donde las ventanas inclinadas dan directamente a la cúpula de la Iglesia de San Pedro; el efecto es sorprendente y majestuoso, casi como asomarse por el ventanuco de una batisfera y contemplar el paso de una ballena azul. 

Aprovecha la estancia para hacer un curso intensivo de vinos vieneses: son fantásticos, muchos de los cuales proceden de los viñedos de los alrededores de la ciudad, como el Pinot Noir de Clemens Strobl, a solo 50 kilómetros del Danubio.

¿MERECE LA PENA?

La llegada de Rosewood ha disparado el panorama hotelero de Viena (y sus precios). La ciudad cuenta con un puñado de pequeños hoteles boutique, como los recién inaugurados Motto y Josephine, junto con los hoteles de la vieja escuela Imperial, Bristol y Sacher, pero el Park-Hyatt es el más parecido (Mandarin Oriental iba a abrir un hotel aquí, pero puede que no lo haga hasta dentro de un tiempo). 

El Rosewood parece menos ostentoso y más discreto, y la única forma de conseguir una ubicación mejor sería dormir directamente en la aguja de la Catedral de San Esteban.

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