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Hotelería

Una Panadería dentro del hotel

Un ejemplo es The Omar, el bistró y obrador de pan que inunda el hotel con olor a masa recién horneada y donde cada día, y a cualquier hora, puedes entrar a comer o a llevarte una baguette. Otro lo encontramos en el mismo lobby, donde unos baúles de viaje retros hacen la función de recepción. «¿Alguna vez has llegado a un lugar que es tan bonito que tiras las maletas y te pones a mirar directamente? Es lo que queremos conseguir aquí», explica Daniela Zocchi, la directora de marketing.

El interiorismo del lobby y las habitaciones las firma el estudio López y Tena. Los guiños a la ciudad los percibes en múltiples detalles, por ejemplo en los pasillos, que imitan el adoquinado del Madrid antiguo. Hay muchos materiales patrios, desde el cuero hasta la madera y los mármoles son españoles. También los uniformes del personal, diseñados por Modesto Lomba.

El hotel cuenta con 175 habitaciones (22 de ellas suites) y una joyita: el imponente penthouse que ocupa todo el torreón del edificio. Realizado por el equipo de arquitectura de Luisa Olazábal, hablamos de 220 metros cuadrados repartidos en dos pisos y, de nuevo, vistas grandiosas sobre Madrid.

Para los que no nos alojamos, y a la espera del restaurante en la azotea que abrirá la próxima primavera, la mejor forma de catar el espíritu Thompson es en Hijos de Tomás, la coctelería clandestina situada en la planta baja del edificio y con acceso directamente desde la calle. «Un Toni2 (el mítico piano bar madrileño) llevado al estilo thompsoniano para mostrar nuestro lado más canalla y gamberro», aseguran en el hotel. Estará abierto hasta las seis de la mañana.

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