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Destino

Cartagena de Indias esconde su magia tras baluartes y murallas

Fachadas pintorescas, calles estrechas y mil lugares por descubrir… nos adentramos en el corazón de esta ciudad colmada de historias y leyendas.

Cartagena de Indias, en Colombia, es considerado uno de los lugares más lindos del planeta. Declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1984, “La Heroica”, como también es conocida por su papel durante la época de independencia, ostenta una belleza que, solo quienes la visitan, pueden dimensionar. 

Al entrar a la ciudad por la avenida Santander se evidencian de manera clara los contrastes arquitectónicos. Al frente, se asoman los topes de las casonas de estilo colonial que se encuentran protegidos como un verdadero tesoro por murallas y baluartes en el centro histórico, mientras que, al fondo, resaltan grandes edificios y hoteles de arquitectura moderna al pie del mar Caribe. 

Una de las entradas para acceder a lo que también se le conoce como “ciudad amurallada”, es por la icónica Torre del Reloj. Justo debajo de este monumento construido a comienzos del siglo XVII y que anuncia la hora local, se encuentra un peculiar puesto de libros. Allí, en un lugar dedicado exclusivamente a la obra del nobel de literatura Gabriel García Márquez, se exhibe un pedazo de cartel que cita un apartado de su autobiografía y que bien podría resumir en tan pocas líneas la sensación de entrar a la ciudad vieja a través de ese punto exacto.

“Habíamos llegado a la gran Puerta del Reloj (…) me bastó con dar un paso dentro de la muralla para verla en toda su grandeza a la luz malva de las seis de la tarde, y no pude reprimir el sentimiento de haber vuelto a nacer” Vivir para contarla (2002).

CAMINANDO POR LA CIUDAD VIEJA 

Lo primero con lo que nos encontramos al atravesar ese portal es la Plaza de los Coches y de repente, es como si una virazón nos soplara de vuelta al pasado. Casonas pintadas de colores enérgicos con pintorescos balcones adornados de flores y grandes arcos en sus entradas posan con el sonido de fondo de los cascos de los caballos que golpean las estrechas carreteras.

Justo al frente, cruzando la Calle de las Carretas, se encuentra el Portal de los Dulces, un lugar muy típico en donde se pueden encontrar todo tipo de dulces artesanales auténticos de la región, como la cocada, elaborada con ralladura de coco y leche; la alegría, que es de milla con panela; o el enyucado, una especie de torta hecha con yuca, coco, azúcar, mantequilla, anís, una pizca de sal y queso costeño. Manjares del caribe que debes probar.

Si continúas andando seguramente te toparás con alguna plaza llena de gente, música, mesitas de restaurantes, comerciantes y una que otra historia por contar. La Plaza Santo Domingo, por ejemplo, está adornada con la “Gorda Gertrudis”, una escultura del artista colombiano Fernando Botero.

Justo al frente se encuentra la Iglesia de Santo Domingo, la obra religiosa más antigua de la ciudad, construida en 1570. El templo, que ocupa una calle completa, tiene dos pares de columnas toscanas y dos hornacinas vacías donde antes estuvieron San Luis Beltrán y San Juan Eudes. 

También tiene tres naves y una torre campanario torcida que, según cuenta una leyenda popular, una vez terminada su construcción, el diablo se apareció molesto e intentó destruirla, pero falló en el intento y solo logró torcerla un poco.

Si te interesa la moda, los complementos, el diseño y los productos de belleza, sobre esa misma calle, la de Santo Domingo, se encuentra St. Dom, una tienda conceptual conocida por poseer las mejores marcas de diseño colombiano. Allí puedes adquirir piezas de diseñadores como Johanna Ortíz, Silvia Tcherassi, Cala de la Cruz, Waimari, Alitza García y Michú Bags, por nombrar solo algunas.

A dos calles, se encuentra otro de los pequeños tesoros que esconde el centro histórico y que vale la pena visitar: una librería llamada Ábaco, ubicada en la esquina en donde confluyen la calle de la Iglesia con la de la Mantilla. Allí, cientos de ejemplares de todos los géneros se apilan de piso a techo. La librería también funciona como un café, por lo que bien puedes sentarte a leer mientras te tomas un “tinto” (así le llaman los locales al café negro) con las melodías de jazz o suaves ritmos caribeños de fondo.

Cartagena también cuenta con una gran variedad de museos y es que, con tanta historia por contar, es lo mínimo que se espera. Entre los más destacados se encuentran el Museo Naval del Caribe, el Museo del Oro Zenú y el Museo Histórico de Cartagena, este último, ubicado en el Palacio de la inquisición, en donde, durante dos siglos, funcionó la antigua sede del tribunal de la inquisición de la Iglesia católica.

Entre los baluartes de Santa Catalina y Santa Clara se encuentran Las Bóvedas, una edificación de estilo neoclásico compuesta por 47 arcos de medio punto y 23 bóvedas de medio cañón. Construida de 1789 a 1798, este lugar, cuya existencia servía para alojar a las tropas reales de España, guardar municiones y defender un tramo de las murallas, hoy funciona como el mejor lugar para encontrar y comprar artesanías locales. Si vas de tarde, asegúrate de caminar por su techo, así verás la puesta del sol en la inmensidad del mar caribe.

DÓNDE COMER 

Cartagena no solo se distingue por su riqueza histórica, sino también por poseer una diversidad gastronómica asombrosa. Desde la cocina internacional hasta la más autentica muestra local, comer en “La Heroica” resulta uno de los grandes atractivos tanto para los foráneos como para los locales.

Para comenzar el día recomendamos Época. Ubicado en la calle del Arzobispado, justo detrás de la imponente Catedral de Santa Catalina de Alejandría, este café ofrece varias opciones para el brunch, pero si lo que deseas es probar los sabores autóctonos de la región, te recomendamos la Canasta Bazurto, una canastilla de fritos propios de la costa Caribe que viene con empanadas, deditos, arepa e’ huevo, carimañola de queso y chicharrón, acompañados de suero costeño de búfala y ají de la casa.

Para almorzar hay diversas opciones. Están Ana, que fusiona la comida caribeña con la asiática; Alma, que tiene una exquisita cazuela de mariscos a la cartagenera; Candé, que se concentra en los sabores locales y Uma, de comida peruana.

El restaurante Celele, de los chefs Jaime Rodríguez y Sebastián Pinzón, es en definitiva un imperdible. Ubicado en una discreta pero colorida casa del barrio Getsemaní, este restaurante se ha convertido en uno de los más aclamados y reconocidos no solo de Cartagena, sino de América Latina. Sus platos son el resultado de una exhaustiva investigación por parte de los dos cocineros, quienes pasaron años explorando la costa caribeña de Colombia para perfeccionar su propuesta, conociendo a los indígenas, documentando recetas, explorando técnicas y descubriendo sabores e ingredientes nuevos.

Entre todas sus opciones, recomendamos la Cangreja del archipiélago de San Bernardo, la burrata de leche de búfala de Planeta Rica, el tartar de langostinos y para el postre el Sorbete de coco y flor de amor.

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