En Jordania, uno de los países con mayor escasez de agua en el mundo y en el que el 85% del territorio es desértico, la cadena de hoteles Hilton ha querido recrear un auténtico oasis.
A una hora en auto de la capital, Amán, y en pleno Valle del Jordán, se levanta el Dead Sea Resort & Spa. Sus instalaciones se articulan en torno al gran protagonista: el Mar Muerto. Considerado el punto más bajo del planeta, sus aguas contienen 23 sales minerales, 12 de las cuales no existen en otro mar del mundo, que ayudan a acelerar el metabolismo celular, regulan el equilibrio hídrico y estimulan el proceso de reparación natural del cuerpo.
Asimismo, el barro de la orilla está indicado en el tratamiento de algunas afecciones de la piel, como la dermatitis y la psoriasis. Todo ello convierte al Mar Muerto, y por consiguiente a este resort, en el lugar idóneo para practicar la talasoterapia, es decir, el uso del agua, barro y clima marinos con fines terapéuticos.
Por ello, y para comodidad de los huéspedes, un ascensor situado en la zona exterior conduce, directamente, al mar. La tradicional e incómoda playa de piedras ha sido sustituida por una de arena fina y dorada que permite disfrutar de un agradable paseo hasta la orilla. Más novedades: es el único hotel de la zona que cuenta con una piscina con solárium situada dentro del agua.
Si lo que quiere es relajarse, puede hacerlo en sus tumbonas en forma de canoa. Por el contrario, si prefiere disfrutar del famoso tratamiento de barro negro, sepa que no tendrá que recogerlo con sus propias manos: el personal del hotel lo hace por usted y lo almacena en unas vasijas. El procedimiento es el siguiente: primero, una inmersión en el agua de 10 minutos de duración (menos la cabeza, porque la elevada concentración de sal puede provocar irritaciones en los ojos). Siempre con chanclas, ya que la alta salinidad da lugar a la aparición de cristales en el lecho marino.
Una vez que la piel esté seca, es momento de untar rostro y cuerpo con el barro negro y esperar a que seque (unos 15 o 20 minutos). Después, un nuevo baño en el mar eliminará la capa de lodo. El proceso termina con una ducha de agua dulce -las hay en la propia playa-. El resultado es una piel tersa y sedosa.
Si prefiere un baño de agua dulce, las instalaciones exteriores están presididas por una piscina infinity desde la que se observan unas increíbles vistas al atardecer. Asimismo, el complejo cuenta con otras dos piscinas, una familiar y otra adults only -con pool bar incluido-, ambas con control de temperatura del agua, así como un parque acuático para niños.
Por su parte, el complejo está formado por un edificio principal donde se sitúa el lobby y desde el que se accede a cuatro edificios secundarios, todos ellos con nombres de joyas del país -Petra, Madaba, Jerash y Ajloun- de un máximo de cinco pisos de altura. En ellos se encuentran las 285 habitaciones y suites, todas con balcón o terraza privada con vistas, cómo no, al mar.
Mientras, en la planta baja del edificio principal se sitúa el buffet. En total, el complejo tiene siete restaurantes y bares, algunos de ellos con horario ininterrumpido. Entre ellos destacan Bacchus (de comida italiana) y 1312, donde se pueden degustar los platos típicos de Oriente Medio, como hummus, baba ghanouj (una especie de puré de berenjenas y tahina), olivas, queso y falafel acompañados de khubez (pan). También mansaf, un guiso de cordero cocinado con salsa de yogur y servido con arroz, piñones y almendras.
Además, un spa con todo tipo de tratamientos, un gimnasio 24 horas, una zona reservada para ejecutivos, un club infantil supervisado, una tienda y dos salas de juntas y otra de eventos en el centro de convenciones adyacente King Hussein Bin Talal completan el resto de instalaciones de este oasis en medio del desierto jordano.