Situado en Poblenou, zona en plena ebullición, el primer hotel de la cadena Hoxton en España presume de romper con el ‘status quo’. El cliente elige la hora del ‘check in’ y del ‘check out’ sin costo, no hay gimnasio y el desayuno es a la carta. El lujo es la flexibilidad.
La bienvenida al hotel de Barcelona la da una barra amplia y coqueta, donde el cuerpo pide arrancar la estancia con uno de sus cócteles. En la carta, los tiene comunes a todos sus hoteles, pero también ofrece creaciones únicas en cada destino. El Torino spritz es el paso previo a hacer el check in en el hotel recién inaugurado en Poblenou, barrio en plena ebullición que encaja a las mil maravillas con la filosofía de esta cadena donde la flexibilidad es el lujo que mejor trabajan.
Aquí no hay prisas para dejar la habitación ni tampoco necesidad de hacer tiempo para instalarse. Si se avisa con antelación, se puede prolongar sin costo unas horas la estancia (más allá de las 12.00 horas que marca la tradición) y también se puede entrar antes de las 15.00 horas sin problema ninguno. En el Hoxton, que ha elegido Barcelona como primera sede en España, rompen con el statu quo en muchos pequeños detalles, los que generalmente marcan la diferencia. El desayuno es a la carta y tampoco hay gimnasio. Sí tienen previsto organizar sesiones de yoga en la azotea o quedadas para ir a correr, pero todo según necesidades de los clientes.
En el lobby, el espacio en torno al que gira la vida del hotel (de éste y de todos los demás: Londres, Ámsterdam, Chicago…). Lo entienden como un lugar abierto a la ciudad, donde todo el mundo es bienvenido. Por la mañana, sus espacios se llenan de gente con portátiles que acuden a teletrabajar, mientras que por la tarde el ambiente se pinta entre cervezas y animadas conversaciones.
Tentaciones gastronómicas
En Four Corners, que también tiene terraza, ofrecen ricas pizzas al estilo Detroit en raciones enteras o porciones gigantes; difícil resistirse a la de burrata y mortadela. También hay tienda de pizza al corte y un colmado con las estanterías llenas de tentaciones, ya sean las papas fritas Espinaler, el vermú personalizado de Morro Fi y las galletas Camprobon. También aquí rompen la tendencia; los precios de todo lo que ofrece el lobby son más que razonables.
Las habitaciones, todas con mucha luz natural, trasladan al Mediterráneo, con una paleta de colores suaves y estampados florales. Tienen cinco categorías, siendo la homie la opción perfecta para familias o estancias largas. En el minibar sólo encontrará agua y leche; si apetece cualquier otra cosa, se puede acudir al colmado.
Desde la piscina, situada en el rooftop, las vistas de la ciudad son inmejorables. Al caer el sol, nada como disfrutar de unos tacos y una margarita en Tope, con la Sagrada Familia en el horizonte. El Hoxton quiere ser parte del barrio en el que se instala, es su esencia. Su apuesta por las pequeñas marcas artesanas y locales se aprecia en su tienda frente a la recepción, donde lucen las camisas de Brava Fabrics, las gafas de sol de Etnia Barcelona, los cosméticos orgánicos de Rowse y los chocolates de LOT Roasters. La vida sigue en el lobby.
Muebles vintage y marcas comprometidas
Cada hotel Hoxton se diseña pensando en el entorno en el que está con el fin de ser un poco parte de esa realidad. En Barcelona han elegido muebles vintage hechos por fabricantes locales y obras de artistas emergentes independientes. Además cuenta con dos espacios, L’Apartment y La Cava, para eventos y reuniones. En el último merece la pena ver el mural de la artista local Sandra Modrego.