Desde Tallin, pasando por Tartu; o la tradición de los pueblos de Kihnu y la antigua cultura Seto hasta su fuerte herencia musical de la mano de Arvo Pärt, uno de los compositores vivos más interpretados del mundo.
Situada en el Golfo de Finlandia, en el corazón de la región del Báltico, Estonia conecta los puntos culturales entre Escandinavia, Europa Central y Oriental.
La capital de Estonia, patrimonio mundial de la UNESCO, Tallin, tiene una de las ciudades medievales mejor conservadas del norte de Europa. Sin embargo, la capital también es un centro cultural moderno y vibrante, con amplias opciones de galerías, restaurantes y tiendas como Telliskivi Creative City, un antiguo complejo industrial cerca de la estación de tren Balti Jaam.
Los edificios de la fábrica se han regenerado y ahora es el centro creativo más grande de Estonia, popular entre locales y visitantes por igual. Conocida por su variedad de arte callejero vibrante y, a menudo, estimulante, Telliskivi es un área bohemia para comprar, trabajar, cenar y socializar.
Además de ser centro cultural, Tallin lleva el título desde este año de Ciudad de la Música de la UNESCO, como parte de la Red de Ciudades Creativas del organismo mundial que se creó en 2004 para resaltar el papel de la cultura y la creatividad en el desarrollo urbano sostenible.
La Red cuenta con siete categorías: artesanía y arte popular, diseño, cine, gastronomía, literatura, artes mediáticas y música. Desde Estonia, Tartu (Literatura) y Viljandi (Artesanía y Arte Popular) también han sido previamente designadas como Ciudades Creativas de la UNESCO.
Precisamente nuestra segunda parada es Tartu, la segunda ciudad más grande del país y que será la Capital Europea de la Cultura en 2024.
La urbe alberga uno de los edificios más inclinados de Europa, la Casa Inclinada de Tartu, sede del Museo de Arte de la ciudad, el segundo más grande en el sur de Estonia y que concentra una colección diversa de obras estonias y extranjeras posteriores al siglo XVIII.
En la actualidad, parte del Museo de Arte de Tartu, se inclina en un ángulo mayor que la Torre Inclinada de Pisa. Tartu también cuenta con una de las universidades más antiguas del norte de Europa y una amplia propuesta de museos, como el Museo Nacional de Estonia, de representaciones teatrales, conciertos y festivales durante todo el año, que hacen del destino un hervidero cultural y creativo de primera línea.
También hay que destacar el espacio cultural Kihnu, que junto con las islas Manija, forman parte de las más de 2.200 islas de Estonia. Declaradas Patrimonio Intangible de la Humanidad en 2008, son el hogar de una comunidad de 600 personas cuyas expresiones culturales y tradiciones agrícolas se han mantenido vivas a lo largo de los siglos, en gran parte gracias a la población femenina de la isla.
De igual manera, la antigua cultura seto, desarrollada en la frontera sureste de Estonia, en la región de Setomaa. Los setos han mantenido estrechos vínculos con sus raíces tradicionales y de religión a lo largo de la historia y cuentan con su propio estilo de vida único, incluido su propio idioma y costumbres de vestimenta. Los setos también son bien conocidos por su antigua tradición de canto polifónico mantenida por generaciones.
Estonia es bien conocida por su cultura de la sauna y muchos residentes tienen sus propias saunas privadas en casa. Los registros de saunas estonias se remontan al siglo XIII y la tradición de la sauna de humo del sur de Estonia se considera tan importante desde el punto de vista cultural, que la UNESCO la catalogó como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Esta tradición se puede experimentar en Võromaa o en Kuressaare, una ciudad turística en la isla de Saarema, que tiene la mayor cantidad de spas per cápita en el mundo. Además, gracias a su clima suave, la isla alberga una variedad de flora y fauna ideal para los amantes de la naturaleza. La isla también alberga los Saaremaa Opera Days, el festival de ópera más popular de los países bálticos que se celebra anualmente en verano.
La música también es una parte fundamental en la cultura estonia. Desde las celebraciones de cantos y danzas tradicionales bálticos, Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO hasta la fuerte herencia musical que ha dado artistas de talla mundial como Arvo Pärt, hoy día uno de los compositores vivos más interpretados del mundo.
Para preservar su obra, el artista inauguró junto a su familia el “Centro Arvo Pärt” en 2018 en Laulasmaa, a unos 35 kilómetros de Tallin.