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Hotelería

Royal Mansour, el hotel que el rey de Marruecos convirtió en uno de los mejores del mundo

Sinónimo de lujo, este hotel propiedad del monarca Mohamed VI se ha convertido en un escaparate de la cultura marroquí, desde la gastronomía hasta la artesanía. Entre jardines y riads, la experiencia huele a jazmín y azahar.

El silencio dentro del Hotel Royal Mansour Marrakech sólo lo interrumpe el canto de los pájaros y la llamada a la oración de la Koutubia, la mezquita principal de la ciudad que se encuentra a pocos metros de la Plaza Jemaa-el-Fna. Abierto en 2010 y con una extensión de 3.5 hectáreas, el monarca alauita quiso convertir este palacio que parece sacado de Las mil y una noches en el mejor escaparate de la cultura del país, destacando la hospitalidad de sus gentes, a sus artesanos -más de 1,500 participaron en su construcción- y su gastronomía. Los cuatro restaurantes -marroquí, asiático, francés e italiano- que acoge el complejo son buena prueba de ello. Los viernes en La Grande Table Marocaine preparan el tradicional cuscús, plato que toman ese día las familias marroquíes.

El transfer desde el aeropuerto se realiza en un espectacular Bentley. A partir de aquí, todo se mueve en el mismo nivel. Cruzar la puerta supone perderse en otra ciudad dentro de la propia ciudad; los 53 riads que la componen -aquí no hay habitaciones al uso- preservan la intimidad de los clientes. Los palacios, de tres plantas, cuentan con 1, 2 o 3 habitaciones, un salón y patio en la planta baja y una terraza privada con vistas, piscina y tumbonas en la última.

A partir de dos habitaciones disponen, además, del servicio de mayordomos, formados en la academia que tiene el propio hotel, que hasta da cursos a la plantilla para hacer buenas fotos con los móviles cuando se las pidan los clientes. El servicio representa la excelencia en Royal Mansour, donde trabajan 550 personas. Apenas se les ve ni se les oye, en parte porque mucha de su actividad sucede entre túneles subterráneos y puertas secretas.

En sus jardines, diseñados por el paisajista español Luis Vallejo, huele a jazmín y azahar, reinan las palmeras, los olivos y los árboles frutales. A primera hora o cuando cae el sol y se encienden los farolillos su belleza se aprecia más si cabe.

Además, el hotel pretende abrir su mundo a quien quiera vivir una experiencia inolvidable, ya sea pasando un día en la piscina exterior -alquilan cabañas desde € 350 con comida para dos personas incluida-, disfrutando de su maravilloso spa y alguno de sus tratamientos o en el hamman, uno de los mejores del mundo. Los cuatro restaurantes también están abiertos al público en general. Y hay club infantil.

Por su parte, los invitados del rey también disponen de visitas exclusivas, como la que organizan a la Fundación Serge Lutens (€ 650 / dos personas), el impresionante refugio del perfumista francés en la medina de Marrakech construido íntegramente a mano por artesanos locales. Hay salones de té, librería, hamman, jardines… Los móviles, eso sí, se dejan a la entrada porque no se permite tomar fotos. El lujo permanece sólo en la memoria.

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