En la Patagonia chilena se encuentra uno de los paraísos naturales más importantes del mundo para los amantes del senderismo.
La región de Magallanes, la más meridional de Chile, alberga al paruqe nacional Torres del Paine, uno de los más bellos de Sudamérica. Declarado parque nacional en 1959 –bajo el nombre original de Parque Nacional de Turismo Lago Grey, que luego cambiaría al actual–, este terreno protegido, de algo más de 227,000 hectáreas, engloba paisajes de una biodiversidad abrumadora.
Aquí encontramos las magníficas montañas, en forma de torre, que dan nombre al parque, pero también glaciares, lagos, típica estepa patagónica, bosques caducifolios y perennifolios, ríos y diversos animales, muchos de los cuales son autóctonos de la zona. Para disfrutar de todo esto como es debido, lo mejor es recorrer el parque a pie, explorando cada rincón con la parsimonia y dedicación que se merece. Una aventura que nos llevará a conocer un impresionante paisaje patagónico cerca del Polo Sur de nuestro planeta.
CÓMO LLEGAR A LAS TORRES DEL PAINE Y LA PREPARACIÓN DE LA AVENTURA
Aunque practicar senderismo en las Torres del Paine es toda una vivencia, esto no quiere decir que organizar la aventura sea lo más sencillo del mundo. De hecho, es una tarea para viajeros avezados y con cierta experiencia en el tema.
Para empezar, hay que llegar hasta una de las zonas más remotas del planeta. La mayoría de la gente vuela desde Santiago de Chile o Buenos Aires a la ciudad de Punta Arenas, el aeropuerto de cierta envergadura más cercano al parque.
Allí hay que tomar una movilidad que, tras unas tres horas y media de trayecto, nos dejará en Puerto Natales, población que, a pesar de encontrarse a algo más de 100 km del parque, ejerce como puerta de entrada al mismo. Será allí donde tengamos que hacernos con todo el material para nuestra aventura de senderismo.
Con relación al alojamiento, siempre convendrá reservar con cierta antelación, sobre todo durante la temporada alta (entre diciembre y febrero). No hay que olvidar que nos encontramos en una de las mejores zonas del mundo para hacer trekking en la naturaleza, y el parque nacional recibe cerca de 300.000 visitantes cada año.
RUTAS PARA TODOS LOS GUSTOS
Hay un momento cumbre que todos los senderistas que acuden al Parque Nacional de las Torres del Paine anhelan: ver cómo el sol del amanecer ilumina las dos cumbres que dan nombre al parque. Hay muchas formas diferentes de conseguir este objetivo, uno de los secretos del gran éxito de este paraje natural es que ofrece caminatas para todo tipo de viajeros.
Aquellos que prefieran realizar paseos de un día para ir descubriendo distintos rincones, pero sin fatigarse demasiado, podrán escoger entre más de una decena de opciones. Los más aventureros, casi seguro que se decantarán por los recorridos que van de 3 a 9 días, exigiendo una mayor preparación física y algo de planificación.
LAS MEJORES CAMINATAS DE UN DÍA EN LAS TORRES DEL PAINE
Entre los paseos de un día, tienes donde elegir. Uno de los más hermosos es el que nos lleva al lugar más icónico del parque: el Mirador de las Torres. Todas las grandes rutas pasan por él, pero si no queremos desgastarnos tanto, siempre podemos alcanzarlo en una larga, pero bellísima, jornada de senderismo.
Para ello, debemos partir del Hotel Las Torres. Cruzaremos paisajes esteparios, con pequeños arroyuelos glaciares saltando aquí y allá, hasta llegar al Valle Ascencio, donde comenzaremos el ascenso hacia las torres.
Antes de llegar a ellas, alcanzaremos los bellos bosques que rodean al Refugio Chileno, punto en el que la senda se allana durante unos cuantos kilómetros más, justo antes de afrontar los últimos 1,500 metros que llevan al mirador. Este último tramo, repleto de piedras sueltas y algo empinado, es el más complicado de todos.
La recompensa hace que el esfuerzo merezca la pena, pues desde el mirador podremos disfrutar del impoluto lago y la imponente silueta de las torres. En total, se trata de una ruta de unos 18 km (ida y vuelta) con una exigencia entre moderada y alta.
Los amantes de los animales pueden optar por otro gran paseo de un día. Es el que lleva del Lago Sarmiento a la Laguna Amarga. Con una longitud de unos 8 km, se trata de una ruta sencilla, y muy poco transitada, en la que puedes llegar a ver guanacos –muy parecidos a las llamas–, zorros, ciervos y, en los cielos, cóndores. Incluso algún viajero realmente afortunado ha llegado a encontrarse con un puma, que habitan en el parque, pero casi siempre bien alejados de las rutas senderistas.
La ruta conocida con el nombre de la W es la más transitada de todas. A medio camino entre los sencillos paseos de una jornada y la O –la gran ruta que rodea casi todo el parque–, es la mejor manera de llevarte una buena idea del Parque Nacional de las Torres del Paine sin sufrir demasiado desgaste físico.
El circuito de la W tiene una longitud de unos 75 km y puede ser completado en 3, 4 o 5 días, dependiendo de lo que queramos correr y de nuestra condición física. Lo más recomendable, para disfrutar lo máximo posible, es hacerlo en cinco jornadas.
El recorrido nos lleva a conocer algunos de los lugares más bellos de esta maravilla patagónica, como el impresionante glaciar Grey, el Valle del Francés, Los Cuernos –tres picos de 2,600, 2,400 y 2,200 metros de altura, respectivamente, que se disputan el título de más bellos del parque con las mismísimas torres– y, por supuesto, el Mirador de las Torres.
La ruta es sencilla, se encuentra bien señalizada y en ella se encuentran, perfectamente distribuidos, distintos campings y refugios en los que pasar la noche. Al ser la más conocida, es cierto que esta senda puede hallarse algo saturada en los meses de temporada alta. Por ello, la mejor época para recorrerla será en los meses de primavera (entre septiembre y noviembre), cuando el clima comienza a ser benigno y los turistas aún no han llegado en masa.
LA RUTA DE LA O, EL CIRCUITO DEFINIITIVO EN LAS TORRES DEL PAINE
El circuito de la O ofrece una profunda mirada a partes del Parque Nacional de las Torres del Paine mucho más salvajes y menos transitadas. Es ahí donde reside su encanto. Aunque es cierto que pasa por los puntos más conocidos –todos los mencionados en la ruta de la W–, también horada, a su vez, vastas estepas cubiertas de hierba, lagos apartados, glaciares menos accesibles y montañas solitarias. Unos cien kilómetros de auténtica aventura, en los que tendremos que cruzar pasos complicados, como el de John Gardner, pero que te hacen sentir el lado más salvaje de esta región patagónica.
Para aquellos que no tengan suficiente con la semana de caminata que implica el circuito O, existe la ruta Q, que añade una jornada extra de trekking para aventurarse al sur de Refugio Paine Grande y a lo largo del lago Pehoé. Prácticamente nadie se interna por esa zona, por lo que, además de gozar de unas magníficas vistas de las montañas de la cordillera del Paine emergiendo sobre las aguas del lago, también podremos disfrutar de una soledad casi absoluta.