Tiene las que sin duda deben ser algunas de las playas más bonitas del mundo, pero en ellas no hay sombrillas, sino, como mucho, tortugas desovando. El silencio y la calma mandan en este paisaje absolutamente cinematográfico, que se encuentra entre los menos visitados del mundo.
Lo de los paraísos inexplorados parece ya una quimera: en un mundo en el que el sobreturismo campa a sus anchas, parece imposible encontrar rincones sin explotar, y no digamos ya oasis de postal. Sin embargo, existen: Santo Tomé y Príncipe es la prueba.
Este país africano formado por varias islas localizadas en el golfo de Guinea tiene todo eso que conforma lo que imaginamos como edén: largas playas de arena dorada, un mar transparente que se vuelve turquesa al contacto con el cielo, estilizados palmerales, salvajes cascadas, selvas impresionantes y calma, mucha calma.
“En el avión de vuelta, desde Gabón, estuve mirando el recorrido que haríamos y que países sobrevolaríamos, soñando despierta que algún día pudiera visitarlos todos. Y qué sorpresa la mía al descubrir que enfrente de la costa gabonesa había unas islas de las que jamás había oído a hablar. Me entró mucha curiosidad y más todavía cuando, al llegar a Barcelona, vi fotografías de sus paisajes. La primera imagen que me apareció fue la chimenea volcánica de Cão Grande, el símbolo de Santo Tomé. Me impactó tanto que enseguida pensé: aquí tengo que ir. Dicho y hecho, pocos meses después cogería de nuevo un avión para hacer sin saberlo el viaje de mi vida”.
Lo relata Agnès Ensesa, fundadora de Travel With Conscience, una de las pocas agencias que ofrecen viajes al país. La profesional, enamorada de África, desembarcó en Santo Tomé apenas unos meses después, y desde el primer momento se sintió en casa. Allí vive todavía, y allí ha encontrado el amor y ha tenido un hijo. “Al llegar, el país me cautivó. Era el paraíso que siempre había soñado. Era como descubrir un tesoro”, recuerda. “Pocos lugares en el mundo pueden concentrar tanta belleza natural, apenas estar tocadas por el turismo y ser uno de los países más seguros de África”.
¿Cómo es Santo Tomé y Príncipe?
Con solo 1.000 kilómetros cuadrados, este microestado (el más pequeño de África) es hoy en día un lugar tranquilo. El sobrecogedor pico Cão Grande al que se refería Ensesa es solo uno de los atractivos del destino, que puede presumir también de contar con el exuberante Parque Natural Obo (hay unas 895 especies de plantas vasculares nativas de las islas, de las cuales 95 están restringidas a Santo Tomé y 37 solo se dan en Príncipe), las cataratas de San Nicolás, el pico de Santo Tomé y, sobre todo, con algunas playas solitarias y de agua templada que bien podrían erigirse como las más bellas del mundo.
El clima es ecuatorial, cálido y húmedo, lo que define su gastronomía de raíz local: pescado y marisco fresco, frutas (mangos, papayas, piñas, aguacate, bananas, fruto del pan…), habas, maíz, cacao y café son algunos de sus productos estrella.
Estas islas reciben unas 35.000 visitas al año, en parte porque prácticamente no hay vuelos directos hasta ellas. Eso sí, el aeropuerto de Santo Tomé está tan cerca del núcleo urbano que se puede ir andando, y es fácil pasar de una isla a otra con los barcos de los pescadores. Los pocos turistas que viajan a estas islas remotas proceden principalmente de Portugal (que colonizó las islas, antes prácticamente deshabitadas), Angola, Francia y Alemania.
Viajes sostenibles
Para mantener la baja explotación del lugar, Travel With Conscience, así como otras agencias que también trabajan el destino como PANGEA The Travel Store, organiza viajes en los que se alía con los locales tratando de que el turismo siga siendo sostenible, y que las interacciones con los extranjeros generen riqueza para ellos.
Así, dado que la estructura hotelera en el país no está demasiado desarrollada -a pesar de que el Estado ha potenciado el desarrollo turístico en los últimos años- quienes viajen a él no descansarán en grandes sedes de cadenas hoteleras internacionales, sino o bien en pequeños alojamientos familiares, o bien en pintorescos **ecolodges **con vistas al mar (construidos con materiales locales de bajo impacto ambiental, utilizando energías alternativas y decorados con artesanía autóctona) o bien en roças, antiguos edificios coloniales sitos en las plantaciones de cacao, una de las exportaciones históricas de las islas.
Desde Travel With Conscience, las actividades que se llevan a cabo durante el viaje son pausadas, y están enfocadas en conocer el día a día del destino con la calma propia de la isla. “Cuando llegamos a un mercado local, muchos viajeros me preguntan: ‘¿Puedo hacer fotos?’. Yo les recomiendo que primero hablen con la señora del puesto, que pregunten qué vende, qué precio tiene, que incluso le compren cuatro bananas… que hayan tenido una interacción y un interés en la persona. Y solo entonces, es cuando les sugiero que pregunten si le pueden hacer una foto, y seguramente, les dirá que sí. La experiencia es más enriquecedora si hay un interés y un intercambio de cultura. Y seguramente, recordarán más lo que hablaron con la señora, que no la foto”, explica Ensesa.
Como highlights, la agencia ofrece experiencias como contemplar el desove de las tortugas marinas de la mano de una fundación local, con objeto de colaborar con la protección de esta especie en peligro de extinción y tomar conciencia sobre la amenaza del plástico en el océano. “El turismo no solo tiene el potencial de transformar positivamente la realidad de un país, sino también de transformar a los viajeros en mejores personas”, defiende la profesional.
Además, desde la agencia se trata también de no fomentar prácticas racistas e imperialistas, como las tan criticadas fotos con niños locales, que han llevado a celebrities como Dulceida a tener que pedir perdón en redes. Para ello, Ensesa ‘educa’ a sus viajeros para que no regalen nada a los pequeños por la calle “creando un vínculo de superioridad y dependencia con ellos”, o evita que les roben fotos. “Lo mismo con donar material escolar, ropa u otras cosas. Hay maneras de hacerlo bien, como darlo a una organización local o escuela que sabe las necesidades de la gente y puede repartirlo de manera equitativa y justa”, culmina.das artimañas, antes de disfrutar de una estupenda piña colada o un Bloody Mary, en el multifuncional espacio Park 360.