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Hotelería

Un hotel dedicado a Marcel Proust en París, donde los huéspedes encontrarán el tiempo perdido

El auge del turismo hace que cada vez más, los huéspedes sean más exigentes y busquen experiencias exclusivas, diferentes a las usuales, algo digno de ser recordado. Los hoteles boutique con pocas habitaciones, o ubicados en lugares excepcionales, ya sean edificios históricos o en mansiones alejadas del bullicio de la civilización, son el nuevo hype de los viajeros más peculiares. Y si hay algo que convierta inmediatamente un establecimiento pequeño en un hotel con encanto, es sin duda, dar con una temática atrayente y con un interiorista que sepa «leer» el espacio.

El acierto es total cuando a la ecuación se suman grandes nombres, cada uno en los campo, y además, con París como telón de fondo. Nos referimos a La Maison Proust, diseñada por el interiorista Jacques Garcia, que recrea el esplendor de los salones parisinos, frecuentados a su vez por reinas y reyes, princesas y príncipes, emperadores, la aristocracia del Faubourg Saint-Germain y celebridades del mundo de las artes y la política. Ahora, se puede poner el pie en uno de estos salones y dejar que pase lo que tenga que pasar.

Considerado uno de los más grandes escritores del siglo XX, las generaciones posteriores han colocado a Marcel Proust en un pedestal, convirtiéndolo en un auténtico mito literario. Su obra maestra, En busca del tiempo perdido, una de las cumbres de la literatura universal, trata sobre los recuerdos y la memoria y está ambientada en los salones parisinos de la Belle Époque, un periodo entrañable en el que París reinaba como amo estético y cultural.

Ubicado en el corazón de Le Marais, uno de los barrios más populares y codiciados de París, la dirección donde se encuentra ya dice mucho de Maison Proust: está en el 26 de la Rue Picardie (calle de la Picardía). A dos pasos de la Place des Vosges, la zona está salpicada de magníficas mansiones privadas, auténticas joyas arquitectónicas del siglo XVII, entre las que destacan el Museo Picasso, el Museo Carnavalet, el Hotel de Guenégaud, el Hotel de Sully y el Hotel des Ambassadeurs de Hollande. En pocos años, el Marais se ha convertido también en el barrio más artístico y de moda de la capital.

Cuenta con 23 habitaciones y suites, todas ellas diseñadas de forma individual y sin réplicas, un concepto y una estética originales de Jacques Garcia. Formado en la École des Métiers d’Art, el interiorista francés ha diseñado hoteles legendarios y espléndidas residencias privadas en todo el mundo. Participó en la renovación de los apartamentos privados de Luis XIV en el palacio de Versalles y de las salas dedicadas al mobiliario francés del siglo XVIII en el Museo del Louvre. Sus proyectos hoteleros incluyen La Reserve, en el País Vasco francés, el Hotel Costes en París, la Villa Astor en Sorrento, la Mamounia en Marrakech, los Nomad de Nueva York y Los Ángeles y el Metropole en Montecarlo. Fiel colaborador de la Collection Maisons Particulières desde su creación, Jacques Garcia también ha diseñado la Maison Athénée y la Maison Souquet, a las que ahora añade el estilo incomparable de la Maison Proust.

En este caso, ha puesto su genio decorativo al servicio de preciosas habitaciones que rinden homenaje a las celebridades que poblaron el universo de Marcel Proust, figura principal e inspirador del concepto temático del hotel. La colección de arte está formada por cuadros raros y originales del siglo XIX que conectan con la historia y la época del escritor (entre ellas obras de Jacques-Emile Blanche, Jean Béraud, Giovanni Boldini, Auguste Toulmouche, Paul-Albert Laurens, Leon Bonnat, Eduardo Leon Garrido y Jean Cocteau, así como un retrato de Marcel Proust realizado por Jacques Aymer de la Chevalerie).

Las tres primeras plantas de la casa muestran a destacados personajes parisinos que inspiraron con su historia al escritor, como por ejemplo Léontine de Caillavet, amante de Anatole France, a quien Proust convirtió en Madame Verdurin, la actriz Sarah Bernhardt, que inspiró el personaje de Berma o María Sofía de Baviera, hermana menor de Sissi Emperatriz, la última reina de Nápoles apodada la «reina soldado», la 4ª está dedicada a los pintores como Claude MonetÉdouard Manet (homenajeó su cuadro de espárragos) o Renoir; la 5ª a los escritores como Émile Zola o Colette y la 6ª a los apartamentos de Marcel Proust.

Cada habitación y suite ha sido decorada de forma única con pinturas, telas y colores que se alinean perfectamente con el espíritu de las personas que les dan nombre. Las alfombras, los cuadros cuidadosamente colocados y en armonía de colores con las paredes enteladas y los techos con molduras, los cuartos de baño revestidos de cuero cordobés y los objetos de arte (como las pantallas de lámparas hechas a medida con pasajes de La memoria de las cosas pasadas), resuenan unos con otros creando una atmósfera singular de lujo discreto y confort. La excepcional atención a los detalles insufla un alma extra a unas estancias que rinden homenaje a Marcel Proust, desde el más puro respeto a su estética y a su mundo. Al margen de las modas y a favor de la sofisticación, la elegancia y la calidez, el estilo de la Maison y de Garcia es reconocible al instante.

Además de las 23 habitaciones, la maison cuenta con varios salones, bar, biblioteca, jardín de invierno, y un spa de La Mer, el único establecimiento de Francia que cuenta con esta asociación. Con una piscina de diez metros salpicada de elegantes columnas de azulejos, una sauna de vapor y tres suites de tratamiento, el spa de la Maison Proust es la parte más mágica del hotel.

El bar recrea la gloriosa atmósfera de los salones de la Belle Époque, fuente inagotable de inspiración para Marcel Proust. Frente a una monumental chimenea adornada con atlantes, entre paneles de madera de colores cálidos y ricas cortinas que envuelven conversaciones secretas, los huéspedes podrán prolongar un momento en compañía de la duquesa de Guermantes (personaje inspirado en Elisabeth Greffulhe, a quien por supuesto hay una habitación dedicada) y Albertine, en sus ambientes favoritos. En el centro del bar se encuentra la acuarela de Madeleine LemaireLe Printemps d’après Édouard Manet, pero el hotel también tiene otras obras originales que sorprenderán a los más mitómanos, como una carta original de Marcel Proust a la princesa Soutso y un ejemplar de Por el camino de Swann, el primer capítulo de En busca del tiempo perdido, firmado por el escritor. Si tienen la suerte de alojarse allí, acuérdense de llevar una copia, aunque dudamos de que les dé tiempo a leerla durante su estancia.

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