En una localización privilegiada, con unas reminiscencias que unen España y Francia, esta firma aterriza en la capital para demostrar los altos estándares del lujo francés.

En el número 20 de la emblemática calle Gran Vía, tras unas elegantes y pequeñas puertas de madera que soportan una impresionante fachada en piedra blanca, se esconde uno de los nuevos hoteles de lujo Madrid, Hotel Brach Madrid. Un hotel-destino en el que dejarse mimar y cuidar por dentro y por fuera en pleno centro de la capital española y que, en cada detalle, en cada estancia, esconde un guiño inesperado y sorprendente. Normal si se tiene en cuenta quién está detrás de su inconformista diseño.

Con la firma de Philippe Starck Convertido en templo del lujo, el disfrute y el autocuidado, el nuevo hotel de la cadena francesa Evok Collection abierto en Madrid es el segundo proyecto que abre sus puertas fuera de Francia. “¿Por qué Madrid? Es muy simple. Brach es energía, es cálida, es vibrante, es magnética, y, por supuesto, ¡la Gran Vía es vibrante, es magnética, es vida, es energía!”, dice Emmanuel Sauvage, CEO de Evok Collection

Dicho y hecho. Bajo estas premisas, desde hace escasas semanas Madrid tiene un nuevo referente del lujo y la sofisticación en la ciudad. Y no en un lugar cualquiera, la cadena ha elegido un edificio histórico para albergar su propuesta de hospitalidad en pleno centro de Madrid con una particularidad muy especial: simbolizar el reflejo de la esencia madrileña con el toque distintivo y moderno de su diseño interior, firmado por Philippe Starck.
Aquí vivió Víctor Hugo
Adentrarse en Brach Madrid es sumergirse a su vez en un pedacito de la historia de la ciudad pues, el edificio de siete plantas que ocupa el hotel hoy en día fue construido entre 1919 y1922 por el arquitecto Jerónimo Pedro Mathet Rodríguez, conocido por su participación en la remodelación del Madrid de los Austrias y en la construcción del edificio de Seguros La Estrella.
Además, a lo largo de su historia, este inmueble de siete plantas ha sido testigo de diversos usos y residentes ilustres como, por ejemplo, el escritor Víctor Hugo que vivió de niño en este mismo lugar donde antaño se encontraba el Palacio de Masserano; o la familia Alfonso, una famosa dinastía de fotoperiodistas cuyos estudios estuvieron ubicados allí entre 1939 y 1990.

Entre la contemporaneidad y la historia
De toda esa historia que este lugar lleva a sus espaldas se ha conservado la gran escalera de hierro forjado de su interior, un recuerdo de su pasado que combina a la perfección con la decoración atemporal de todo el edificio diseñada por Philippe Starck. Su trabajo, en la renovación y el diseño interior del hotel y en la creación de sus 57 lujosas habitaciones, ha logrado fusionar la herencia cultural española con la esencia francesa que le precede.
La inspiración de este diseño, que ha dado lugar a espacios únicos y poéticos plagados de pequeños detalles pensados para el cliente y creados con materiales significativos y nobles, está centrada en una visión de las décadas de los años 1920 y 1930.
Starck tampoco se olvida de dónde se encuentra ubicado el hotel, de ahí que utilice España como el hilo conductor de una decoración marcada por una historia de amor, los recuerdos y los viajes. Así aparecen en todas las estancias detalles de carpintería en tonalidades caoba y dorados, cuero en los cabeceros de las camas, piezas de cerámica y mimbre —como guiño a nuestra artesanía—, flecos como reminiscencia de las danzas del sur y detalles que ayudan a los huéspedes a sentir la esencia española.
La Francia más mediterránea

El restaurante de Brach es otro de sus grandes atractivos. Es un viaje al pasado, a esos grandes cafés de Madrid que reunían en la capital a lo más granado de la época con la diferencia de que se cocina es una oda a los sabores de Oriente Medio. “Para mí, este restaurante encarna la imagen que el inconsciente colectivo tiene del gran café de Madrid en los años 20 del siglo pasado. Esta arquitectura fue el punto de partida para imaginar un restaurante elegante que siempre ha existido, con sus ricas paredes revestidas de madera, espejos inclinados para ver y ser visto, un gran fresco, cuero y una iluminación teatral”, cuenta Starck.
Tras pasar sus puertas aparecen unas preciosas paredes revestidas de caoba, techos de cuero trenzado, columnas de azulejos de terracota vidriada, gruesas cortinas tejidas en tonos beige, sillones de cuero natural, sus auténticos espejos inclinados de brasserie y lámparas de atmósfera cáliday serena que hacen sentir a los comensales como si estuvieran en casa y “convierten el restaurante en una obra de arte en sí misma», indica el diseñador.
Alta pastelería y coctelería

La cocina está en manos del cocinero Adam Bentalha, quién ha creado una carta inspirada en el Mediterráneo, con toques del Medio Oriente. El enfoque de compartir, tan típico español, es el que guía cada uno de los platos, junto con los sabores mediterráneos y los toques franceses especialmente en su apartado de postres —y en su pastelería—, donde la repostería deleita a los comensales con una selección de dulces inspirados en el savoir fair francés.
Para completar la experiencia gastronómica, decorado con grandes botellas de mimbre, similares a las usadas para añejar vinos catalanes, aparece su exclusivo cocktail bar, donde probar elaboraciones únicas creadas en casa junto con grandes clásicos de la coctelería mundial.
Un oasis de bienestar

Escondido en el interior del hotel, en su planta baja, se encuentra La Capsule, su santuario de 400 metros cuadrados dedicado al bienestar y cuidado personal. Vestido todo de blanco y dorado, aparece una bellísima piscina de 20 metros, una sauna de infrarrojos, un baño turco y de flotacion, una cámara hiperbárica y una oferta de variedad de tratamientos para el cuerpo y el rostro bajo las marcas myBlend y Clarins que están disponibles tanto para los huéspedes como para clientes externos.