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Destino

Argentina: ¿qué ruta natural visitar según el momento del año?

De octubre a diciembre, la Ruta del Mar Patagónico se llena de las más asombrosas ballenas y orcas. A finales del invierno, el árbol del Lapacho tiñe de rosa los paisajes con sus flores en la Ruta de la Selva Misionera. La diversidad argentina se aprovecha a toda hora y en todo momento del año. A quienes estén planificando cruzar el charco y admirar los infinitos paisajes del país albiceleste, esta nota les facilita la tarea: descubrí qué ruta natural conocer según el momento del año.

Viajar. Una actividad que se transformó con el tiempo y que hoy, con el contexto actual, invoca diferentes conceptos y tendencias imprescindibles. Naturaleza, aire libre, experiencias auténticas, sensaciones vívidas y emociones a flor de piel. Buscamos en el viaje vivencias que nos marquen, no queremos perder el tiempo. Y Argentina lo sabe. Por eso, sus 17 rutas territoriales agrupan identidades naturales, ambientales o geográficas y trazan en el mapa recorridos basados en la inmensa diversidad de su escenario. Mar, montañas, cataratas, lagos, hielo, selva, desiertos y más maravillas pintan los paisajes de un país con infinitos regalos del medio ambiente. 

Pero… ¿cómo decidir cuál visitar? Las cuatro estaciones del año favorecen con su magia determinados atributos del entorno. Desde navegar las aguas más australes del mundo hasta trekking entre montañas, hacer roadtrip por paisajes que parecen de otro planeta y animarse a deportes de nieve entre postales increíbles. Encontrá en esta nota cuáles son esas experiencias imperdibles según la época del año.

Verano (21 de diciembre al 20 de marzo)

1. Bañarse con las aguas de una de las siete maravillas naturales del mundo en la Ruta de la Selva Misionera

Si lo tuyo son las experiencias acuáticas y calor pero con una cuota de aventura, el verano es tu temporada para visitar la selva misionera. ¿Qué mejor que bañarse con el caudal de las Cataratas del Iguazú, una de las siete maravillas naturales del mundo, en su punto más espectacular – la Garganta del Diablo – o en los miles de ríos escondidos en la selva? ¿Qué tal suena caminar entre nubes de mariposas, avistar aves tropicales o dormir en lodges sustentables en pleno verde? Un viaje de verano diferente al playero aguarda en la provincia de Misiones. Uno mucho más inolvidable, claro.

2. Caminatas, camping y kayak por la belleza paradisíaca de la Ruta de la Patagonia Andina

La Patagonia. Con solo pensarla ya alcanza para dejar escapar algún que otro suspiro. Es que lo más parecido al paraíso en la tierra encuentra su lugar en el sur argentino. Bueno, si es que el paraíso tiene lagos turquesas espejados, montañas con picos nevados, bosques del más puro verde, cascadas secretas y ríos. No extraña que con semejante patrimonio natural existan incontables parques y reservas para protegerlo, llenos de senderos y caminos para pasear por su belleza.

La mítica ruta 40 argentina atraviesa las tres provincias de este recorrido – Neuquén, Río Negro y Chubut – y se presta como una gran elección para viajeros buscando experiencias auténticas y panorámicas únicas. Si bien esta ruta patagónica se puede visitar durante todo el año – y en cada estación tiene un atractivo distinto – es innegable que el verano facilita actividades fantásticas para conectar con el entorno. Algunas de ellas: hacer kayak en los lagos e hipnotizarse por su paz, acampar en alguno de los parques nacionales – y si no se quiere resignar el lujo, alojarse en algún glamping no está nada mal -, caminar por los bosques patagónicos y más. Si de trekking se trata, anotá el de Paso de las Nubes. Una travesía a pie desde Pampa Linda a Lago Frías y Puerto Blest a través de la selva valdiviana. Adiviná si las postales en el camino son de otro planeta.

3. Trekking entre (y sobre) hielo en la increíble Ruta de la Patagonia Austral

Celeste. En el cielo, en los lagos, en los glaciares, en el hielo. Esta ruta en Santa Cruz es dueña de algunos de los tesoros argentinos más notables: el glaciar Perito Moreno – que con sus desprendimientos aloja uno de los espectáculos más deslumbrantes del mundo -, los picos irregulares y maravillosos del Fitz Roy y la Cueva de las Manos, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO que ilustra la vida de civilizaciones de hace más de nueve mil años atrás. Y la lista sigue. 

El verano facilita hacer trekking por muchos de los parques nacionales e incluso sobre el glaciar. Sí, pisar el Perito Moreno con crampones y brindar para coronar la experiencia es una posibilidad si se elige la experiencia del ice trek en el Parque Nacional los Glaciares. A su vez, esta ruta comprende la mismísima capital del trekking argentina – El Chaltén – así que caminos sobran. Otros spots para gastar las zapatillas son el Parque Nacional Perito Moreno y el Parque Nacional Patagonia.

4. Admirar paisajes desconocidos en una travesía en bicicleta por la Ruta de la Estepa

Aires de soledad, desiertos bellísimos, vegetación y animales que conviven en coordenadas que son un secreto que pocos conocen. La meseta patagónica, sus parques nacionales y sus áreas protegidas invitan a los viajeros más entusiastas a descubrir una nueva faceta de la naturaleza argentina en los territorios de La Pampa, Río Negro, Neuquén, Chubut y Santa Cruz. Con puestas de sol majestuosas y kilómetros extensos de vegetación, este territorio es una verdadera maravilla que aguarda a ser descubierta.

En los meses de mayor temperatura, el litoral atlántico ofrece un recorrido en dos ruedas que merece mención aparte: la travesía Transpatagónica. Se trata de cruzar desde Océano Atlántico hasta los Andes por el corazón de la Patagonia en bicicleta, itinerario que atraviesa de Puerto Madryn a Esquel por los Altares y Piedra Parada en Chubut. Un desafío que invoca a los más inquietos.

5. Bucear en los confines de la tierra y descubrir el mundo submarino de la Ruta del Fin del Mundo

Recorrer la provincia más austral del globo entra, sin lugar a dudas, en la bucket list de cualquiera que se reconozca viajero. Es que, ¿cómo vas a decir que conocés el mundo si no exploraste su final? La tierra de los confines del planeta tiene bajo la manga varios imperdibles por descubrir: el Parque Nacional Tierra del Fuego, el legendario Canal Beagle, la gastronomía del Puerto Almanza y más paisajes que reúnen desde glaciares hasta lagos, estepas, bosques, montañas y mar. 

En invierno todo se cubre por un manto blanco enceguecedor y alucinante. Pero en verano las posibilidades se extienden a planes tan inolvidables como el de bucear en el Canal Beagle. Sí, se puede nadar por las aguas del Fin del Mundo y hallar la infinidad de tesoros que esconde dentro: bosques submarinos, algas multicolores, estrellas de mar y, por supuesto, las famosas y coloradas centollas, plato insignia local. 

6. Animarse a explorar la Antártida, el increíble desierto de hielo en la Ruta del Continente Blanco

El territorio menos explorado del planeta tiene su mejor puerta en Argentina. Por supuesto, no extraña que esta tierra dominada por el hielo pueda conocerse solo en verano – de octubre a marzo se habilitan las embarcaciones desde el puerto de Ushuaia – y la experiencia es la mejor definición de aventura viajera que hay. Desde el Fin del Mundo hacia el sexto continente hay 1000 kilómetros y las travesías en barco pueden durar un mínimo de diez días y un máximo de tres semanas.

El territorio comenzó a ser turístico en 1958 y hoy cuenta con recorridos e itinerarios varios. ¿Qué tienen en común? Un paisaje dominado por un blanco puro, agua congelada y los más hermosos tonos de azul jamás vistos. Icebergs, islas, témpanos, fiordos, glaciares, avistaje de ballenas, lobos marinos, focas y pingüinos: el desierto blanco lleno de esculturas heladas y una fauna maravillosa esperan a los exploradores más osados y el punto de partida es el punto más austral argentino. 

Otoño (21 de marzo al 20 de junio)

1. Descubrir la vida de uno de los humedales más grandes del mundo en la Ruta del Iberá

El ecoturismo argentino tiene nombre: los Esteros del Iberá en Corrientes. Especies de animales increíbles se camuflan entre pantanos, ríos y el verde de uno de los humedales más grandes del mundo. Fotografiar atardeceres memorables, navegar por abundantes aguas, hallar alguna de las 350 especies de aves de la zona y convivir por unas horas con la fauna más impactante del país es parte del viaje. Es que “Iberá” significa agua que brilla en guaraní y sus doce mil kilómetros de humedal llenos de reflejos y vida están para comprobarlo. ¿La experiencia más única? Navegar en canoa tirada a caballo por sus aguas. 

Durante los meses de mayo, abril y junio es clave porque se evitan las altas temperaturas y los mosquitos, pero también es cuando se pueden ver la mayoría de los animales. Yacarés – los primos sudamericanos de los cocodrilos -, carpinchos (uno de los íconos de la fauna en suelo albiceleste), ciervos de los pantanos, monos carayá, anacondas amarillas, lobitos de río, aves acuáticas y más especies están listas para ser encontradas.

2. Navegar por las aguas de uno de los deltas más grandes del planeta en la Ruta del Delta

Buenos Aires, Entre Ríos y Santa Fe tienen algo en común: el maravilloso y caudaloso río Paraná. Con el Delta del Paraná como protagonista – que con unos 14.000 km2 es el quinto más extenso de todo el mundo – la invitación en esta ruta está clara e incluye escaparse del cemento para respirar vegetación y paz. Desde actividades náuticas hasta reservas naturales, la desconexión con la rutina está asegurada. Por supuesto, la joyita es navegar por sus aguas y explorar el movimiento de este tesoro argentino bien de cerca, cuando el clima es más agradable (en otoño se evitan las altas temperaturas y las lluvias).

3. Conocer paisajes marcianos y capturar postales de ciencia ficción en la Ruta de la Puna 

En el norte del país, bien cerca del cielo, la realidad se transforma en fantasía. Es que no hace falta subirse a ninguna nave espacial para sentir que estás en otro planeta: la Ruta de la Puna en Salta, Jujuy y Catamarca incorpora panoramas que parecen ficción. Volcanes, desiertos, salares como las Salinas Grandes de Jujuy y formaciones naturales alucinantes como los Ojos de Mar – piletones de agua transparente y con colores inauditos – forman parte del recorrido. 

Si de paisajes extraterrestres se trata, el clima otoñal es perfecto para conocer dos: el Campo de Piedra Pómez (Catamarca) y el Cono de Arita (Salta). El primero se cree que se formó alrededor de cien mil años atrás y hoy es un desierto de esculturas talladas por la naturaleza misma. Un terreno infinito de tonalidades en blanco, gris y rojizo con formas lunares que conmueve a cualquier mortal que lo conozca. Por su parte, la segunda coordenada envuelve misterios y mitos alrededor de su forma piramidal perfecta hecha de sal y lava negra y enclavada en medio del desierto de sal. De hecho, el Salar de Arizaro que lo aloja es uno de los más grandes del mundo. 

4. Roadtrip de película entre los tesoros milenarios de la Ruta de los Desiertos y Volcanes

No es difícil adivinar de qué trata esta ruta. Lo difícil es imaginar su belleza. En Neuquén, La Pampa, Mendoza, San Juan, La Rioja, Catamarca y Salta, figuras imponentes y texturas únicas delinean el oeste argentino. Los colores maquillan un arcoíris sobre el suelo y sentirse en la escenografía de una película épica nunca fue tan fácil. Es que vas a rodearte de dunas, cañones, ríos y – claro está – desiertos y volcanes excepcionales. 

En semejante contexto, subirse al auto y encarar un roadtrip es más que interesante. Durante el otoño, recorrer sobre cuatro ruedas los desiertos entre los parques nacionales Talampaya (La Rioja) e Ischigualasto (San Juan) es el plan recomendado. Están pegados el uno al otro y tienen varias cosas en común: acantilados rojos y naranjas, una energía fabulosa, el título de Patrimonios de la Humanidad de la UNESCO y la posibilidad de viajar en el tiempo. ¿Cómo? Ambos fueron protagonistas de la Era Mesozoica, así que conocerlos significa pisar el mismo suelo que pisaron los dinosaurios hace 180 millones de años. Que las ventanas del vehículo de turno se pinten con sus colores: un lujo de la naturaleza argentina.

5. Relajar con la paz de las sierras y arroyos en la Ruta de las Sierras centrales

El terreno cambia y se inunda de tranquilidad. Los protagonistas ahora son sierras, bosques, arroyos con aguas cristalinas, valles, quebradas, lagunas y pastizales, donde la brisa leve y el calorcito del sol abrazan al viajero y le aseguran el tan buscado momento de desconexión. Parques nacionales, áreas protegidas y paisajes silvestres llenos de simpáticas aves como cóndores o flamencos – estos últimos se encuentran especialmente en la laguna Mar Chiquita en Córdoba – dan la bienvenida. La mejor época para visitar esta ruta es durante el otoño, donde el clima agradable habilita el disfrute en los paseos al aire libre. Además, los bosques del Chaco serrano cordobés cambian de color en esta época. Y ya todos sabemos que los colores del otoño son los más bellos. 

Invierno (21 de junio al 20 de septiembre)

1. Una travesía por la magia de la selva en la Ruta de la Selva Misionera

Sí, Argentina también tiene selva. Y no es cualquiera, porque como ya te contamos, en su corazón aloja uno de los máximos exponentes de la fuerza de la naturaleza, una de las siete maravillas naturales del mundo: las Cataratas del Iguazú. La aventura dentro del verde de la provincia de Misiones va desde saltos como los del Moconá, ríos, cascadas y rutas de bebidas típicas como la yerba mate o el té hasta el legado de las misiones jesuíticas declaradas Patrimonios de la Humanidad. Leyendas y una energía única en el mundo componen este gran destino argentino. 

Si bien se puede visitar todo el año, durante el invierno – y especialmente el mes de agosto – el árbol de lapacho tiñe de rosa los paisajes, la temperatura promedio es de 15 grados así que no hace calor como en el verano, hay menos cantidad de lluvias, y es la mejor época para ver colibríes, tucanes y aves pequeñas como fruteros y sairás. 

2. Hacer un trekking inolvidable del valle a la selva en la Ruta de los Valles, Quebradas y Yungas

Paisajes que roban alientos. Colores que tocan el cielo. Viñedos en las alturas y bodegas de nivel insuperable. Turismo astronómico para ver las estrellas como nunca antes. Tradición y cultura a flor de piel. Se entendió: esta ruta del norte argentino lo tiene todo. Salta, Jujuy, Tucumán y Catamarca son los anfitriones de un viaje para todos los sentidos donde la Tierra hizo de las suyas y creó parques nacionales, reservas, montañas, y hasta yungas con panorámicas espectaculares. 

Y en esta última nos detenemos porque las temperaturas del invierno habilitan una travesía sin precedentes: hacer trekking desde la Quebrada de Humahuaca hasta las Yungas por la selva nublada. Puentes colgantes, valles multicolores y cardones son algunos de los componentes de estos senderos milenarios. ¿Te sumás?

3. Ir en busca de especies increíbles en el bosque de la Ruta del Gran Chaco

¿El objetivo? Conectar al viajero con la magia subtropical de la naturaleza a lo largo de las provincias de Chaco, Formosa, Santiago del Estero, Santa Fe, Salta y Tucumán. Entre sus coordenadas imperdibles se encuentra ni más ni menos que una de las siete maravillas naturales argentinas: el Bañado la Estrella en Formosa. Reservas naturales y parques nacionales marcan el mapa de esta ruta donde los bosques, ríos, palmares, humedales y tradiciones del monte son protagonistas. En un ecosistema tan asombroso, no extraña que las aves, la fauna silvestre y la vegetación exótica decoren el paisaje con su encanto.

En invierno las temperaturas bajan y el clima se vuelve mucho más agradable. Además, se esquivan los meses lluviosos y es ideal para ver la mejor cara de la naturaleza subtropical argentina: ir en busca de tapires, osos hormigueros y aves en el bosque chaqueño es parte de la experiencia. ¡La primavera y el otoño también son buenas épocas!

4. Vivir los deportes de nieve en el blanco infinito de las rutas de la Patagonia Andina y del Fin del Mundo

El país del Fin del Mundo se tiñe de blanco, las montañas acumulan capas infinitas de nieve, la temporada tiene cinco meses – de junio a octubre – y los centros de esquí disponen hasta treinta pistas cada uno. En invierno, las laderas de las montañas de estas rutas se marcan con el recorrido de los esquíes y los fanáticos de los deportes de nieve no se pueden resistir a tan perfecto escenario. 

Coordenadas como Chapelco en Neuquén – galardonado por los World Ski Awards consecutivamente durante los últimos cuatro años -, o el Cerro Castor en Ushuaia (el más austral del planeta) son los imperdibles de la temporada. Lo único difícil de bajar por la montaña es dejar atrás las espectaculares vistas que se admiran desde la cima. Pero a no preocuparse: siempre se puede volver a subir y repetir la adrenalina de la experiencia una y otra vez. Eso es lo más divertido, ¿no?

Primavera (21 de septiembre al 20 de diciembre)

1. Dormir bajo el verde de palmeras únicas en la Ruta del Litoral y los grandes ríos

Quedó claro que la naturaleza argentina y el agua en todos sus formatos se llevan más que bien. Y esta ruta que incluye a Entre Ríos, Santa Fe, Corrientes, Formosa y Chaco está para seguir comprobándolo. Tres abundantes ríos – el Paraná, el Paraguay y el Uruguay -, incontables arroyos, playas, parques e islas son el escenario de plancitos bajo el sol y sobre las olas. Las opciones son muchas: kayak, deportes acuáticos, senderismo, cabalgatas y más. 

¿El recomendado para esta época? Acampar en el Parque Nacional El Palmar, un bosque de palmeras único en el mundo donde la especie de yatay – muy escasa en el resto del globo – dibuja el paisaje a los pies del río Uruguay. Además, a partir de noviembre, el ceibo – flor nacional argentina – colorea de rojo y rosa los bosques y pastizales ribereños del litoral. El solcito primaveral es perfecto para disfrutar de planes en el agua y, si se tiene suerte, ver algunos de los animales propios de la zona: ñandúes, vizcachas, carpinchos y aves migratorias.

2. Fotografiar el violeta de los jacarandás porteños en la Ruta de las Llanuras y la Costa Atlántica

Nada grita más primavera que el encanto de esta ruta. Sierras, mar y llanuras: una fusión llena de vida y color da lugar a este recorrido que propone al turista disfrutar de actividades como senderismo, cabalgatas, kayak y – por supuesto – un día de sol y arena en los pies. Observar aves en Punta Rasa o pedalear por la Reserva Ecológica de Buenos Aires son solo algunas de las posibilidades.

La temperatura agradable y cálida de la primavera nos regala uno de los grandes eventos argentinos. De esos que crean la foto perfecta y hacen que lluevan likes en Instagram: el florecimiento de los jacarandás en Buenos Aires. La ciudad se vuelve todavía más romántica con más de once mil árboles de flores violetas inundando las postales porteñas. Un color más en la paleta bonaerense – y qué bien que le queda -. ¿Dónde buscarlos? Los barrios con más ejemplares son Palermo, Recoleta y Belgrano, especialmente durante los meses de noviembre y diciembre.

3. Admirar las estrellas y la belleza de la noche como nunca antes en la Ruta de los Altos Andes

Si se llama Altos Andes sería un desperdicio no hacer una experiencia en las alturas, ¿no? Es que justamente el encanto de esta propuesta en San Juan, Mendoza, Catamarca, La Rioja, Salta y Neuquén radica en la aventura cerca de las nubes. Escaladores y andinistas o simplemente trotamundos con ganas de que el corazón lata un poco más rápido, la Cordillera de los Andes los espera. Las zapatillas son imprescindibles en la valija porque la posta la tiene el turismo aventura: trekkings, cabalgatas o senderismo componen la lista de actividades imperdibles. 

Montes como el Pissis, nevados como el Tres Cruces y montañas como el Aconcagua se alzan a miles de metros sobre el nivel del mar y constituyen el corazón de esta ruta. Pero en primavera el atractivo se eleva – literal y metafóricamente – porque es un gran momento para conectar con el cielo como nunca antes. En el Parque Nacional el Leoncito, San Juan, la noche oscura, exenta de contaminación y casi sin viento ni nubes regala miles de estrellas. Acostarse en el piso y llenar la retina de una oscuridad iluminada por la maravillosa magia de la naturaleza es parte de la rutina del viajero. ¿Ya te tentaste?

4. Convivir con orcas, ballenas y pingüinos en el agua azul de la Ruta del Mar Patagónico 

Durante la primavera, las provincias de Río Negro, Chubut y Santa Cruz reciben varias visitas. Y no estamos hablando de la tuya, sino de la de personajes muy particulares que hacen que el viaje sea inolvidable para quien tenga el privilegio de conocerlos. Porque acá no se trata solo de postales asombrosas: en la temporada primaveral, las penínsulas, golfos y bahías de esta ruta se llenan de vida y se convierten en un verdadero paraíso natural. 

¿Por qué? Porque aves, pingüinos magallánicos y penacho amarillo, elefantes y lobos marinos, ballenas, delfines y hasta orcas saludan desde el agua. A algunos se los puede ver desde la costa y a otros embarcándose en busca de sus figuras en el agua. Incluso la vivencia puede ir todavía más allá y se puede hacer snorkel con lobos marinos o buceo en el Parque Subacuático. ¿Los meses con mayor cantidad de especies? Octubre y noviembre.

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