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Destino

Montevideo secreta: la ciudad de la paz cansina y el disfrute despacito

Una ciudad que se reinventa, se rediseña y excede a sus clásicos con propuestas de vanguardia, diseño, curadas y con exquisito tamaño humano.

El Lido en Venecia o Niza en la Costa Azul tienen ese cierto aire decadente avant garde que resulta romántico y embriagador. Montevideo refleja, de este lado del Atlántico, esa mirada bohemia de tradiciones afincadas en los ojos que miran a la costa, a la par que ha aprendido a atreverse a los cambios, a su ritmo. Esa paz cansina que deja a las personas con un ser bucólico cuando crecen de vista al agua.

La Rambla, la Fortaleza del Cerro, el Mercado del Puerto con sus tradiciones de siempre, el Estadio Centenario con sus 92 años a cuestas y la marca del primer Mundial de fútbol en sus tribunas, el Museo del Fútbol (que conserva camisetas originales y una colección prefecta sobre todo de los primeros años de gloria uruguaya), la feria de Tristán Narvaja, el Parque Rodó son algunos de los atractivos clásicos, Montevideo se reinventó en una ciudad populosa con cautela, recostada siempre sobre sus playas a las que rinde homenaje en cada uno de sus frentes y con una inteligencia de diseño del que crece apoyado con afecto sobre su historia y mira sin tapujos hacia lo que se viene.

Carrasco: el sitio de la reconversión a gran escala

Ese espacio que estaba destinado a grandes casas de familias acomodas y distante de los ruidos del epicentro de la tradicional Avenida 18 de Julio, luego de un tiempo de ostracismo, reencontró su alma. Muchas empresas, algunos centros de servicios y particulares comenzaron a recuperar casas de arquitectura clásica del sitio, convirtiendo a sus calles tranquilas y arboladas en sitios donde encontrar pequeños lujos.

Como el barrio más prestigioso de la ciudad, creció a la vera del hotel Casino Carrasco, que hoy puso a punto la cadena Sofitel. A sus pies, una serie de vueltas tranquilas entre cafés y comercios que recuerdan a la mágica Alonso de Córdoba de Santiago de Chile. Allí mismo, se esconde El Alquimista. Un restaurante con habitaciones, como les gusta definirse, es un súper hotel boutique de apenas 6 cuartos. Un reducto que invita a vivir Carrasco como desde tu casa. Hay decenas de detalles bien uruguayos, con una autenticidad ganada con el tiempo, que hacen sentirse cómodo, perdiendo la noción de ser un invitado. Conocida como “El Rosedal”, La Rosaleda, nació en diciembre de 1912 como Rosarium. Un parque inconfundible en el barrio del Prado. Fue diseñado por el paisajista francés Charles Racine y construido por el arquitecto Eugenio Baroffio. Su glorieta y las pérgolas de 60 metros son inconfundibles.

También en Carrasco espera un reciente lanzamiento: Manzanar, con una propuesta simple, fresca y relajada. Un antiguo galpón abandonado mirando al Hotel Carrasco, que cobijaba hace 12 años un local de la antigua cadena de almacenes Manzanares, es el sitio en el que las hermanas Victoria y Jimena Barbero pusieron magia. Esperan con reparaciones a base de fuegos, con cocciones en horno de barro a leña, parrilla a las brasas y horno de hierro a carbón.

Curvas vertiginosas: la rambla es ineludible

Sus largos y sinuosos paseos tienen la virtud de enfrentar a caras diferentes de la ciudad, siempre con atisbos de nuevos desarrollos y paisajes renovados. Aunque pueda parecer un clásico, siempre hay reversiones. Se puede caminar, interrumpir para inmiscuirse en una calle interior y penetrar los parques que cortan cada barrio, o se puede elegir recorrerla en bici, monopatín, skate o rollers. Por más que hayas caminado la rambla de punta a punta, es probable que te hayas salteado algunos de los varios museos que se encuentran a lo largo de ella. Apenas algunos, para empezar a tentarse en el próximo viaje: el Museo del Carnaval, el Museo Zorrilla o el Museo Oceanográfico.

Buceo es el barrio que se las trae

Mientras la ciudad se extiende hacia Carrasco, ganando espacios nuevos, entre ese sitio y Pocitos, emerge Buceo con su edificio emblema del Yacht Club Uruguayo es ineludible en el recorrido de la rambla que emerge como puntal de este paseo costero. Una escollera sintética brinda una vista formidable del puerto deportivo. A pasos de allí amerita una vuelta por las pescaderías características de la zona que son epicentro de compras frescas durante los fines de semana. A su lado se encuentra una pista de skate, el destino de los más jóvenes. Desde allí, salir a navegar en un velero puede ser una experiencia formidable que permite vislumbrar el landscape de una ciudad que cuida lo que fue y se anima a su futuro.

El centro histórico siempre te puede sorprender

Un sitio secreto e imperdible es La Farmacia, con toda la estética de un comercio antiguo, pero, ni bien entrar y obviar los frascos boticario, se abre el café. Alguna vez fue la farmacia Deli

Siguiendo con la idea gastronómica, una tendencia que emerge en Montevideo es la del brunch. Los sábados en El Popu para los amigos, Club Natural y Popular para la ruta oficial, son míticos. Además del buen diente, hay clases de meditación, yoga y siempre una feria para mostrar algo de artesanía local. Por su parte en Sometimes Sunday Café, según dicen los que saben el más instagrameable de la ciudad, espera en la Ciudad Vieja. ¿La estrella? Eggs on toast: una tostada hecha a base de masa madre con hummus de garbanzo y cúrcuma, dos huevos poché y una ensalada de hojas verdes.

Por esas calles también anida el Museo Gurvich, que conserva parte del patrimonio de Zusmanas Gurvicius, (José Gurvich). El artista lituano se radicó en Montevideo y se destacó como pintor, ceramista y profesor de arte, figura fundamental del Taller Torres García y del arte de Uruguay.

Ganache, por su parte, es definible en boca de su creadora, Dahiana Andino “hay algo de alquimia: haber cosechado el fruto, meses después tostarlo y un día en casa tomar ese café tan especial”. Desde junio de 2012 comparte su pasión cafetera. Importamos y tuesta sus propios granos.

Para darse una vuelta y probar qué hay de nuevo está el barrio más trendy de la ciudad: Cordón Soho. Inspirado en el libro homónimo de la escritora Natalia Madero, ha explotado desde 2013 cuando se abrió Después te explico y dio origen a una cadena interminable de eslabones gastronómicos que se entrelazan en las diferentes cuadras.

Allí se esconde el virtuosismo que combina las opciones de calmar alma y estómago. Escaramuza es una librería-café ubicada en Pablo de María y Charrúa con un encanto de rincón secreto y buen diente.

Reversionando un clásico

Pocitos es el sitio más mentado de los últimos años. El que le enseñó a los más modernos hacia dónde mover las piezas. Allí pueden darse algunos milagritos como alojarte mirando la playa, sin más separación que el vidrio de tu cuarto en el más reciente lanzamiento del Costanero, y descubrirte codeándote con los jugadores de Nacional, el rival clásico de Peñarol, los dos más mentados equipos de fútbol de la ciudad. El paso perfecto para, como con el mate, verte dentro de una de las pasiones clásicas ineludibles.

Allí dos ideas te tientan: BC Burguer & Sushi, con ambiente relajado y mezcla sorprendente; y la inefable Plaza de Chueca, una idea con “olé” en la sangre, que deja todo el espíritu español en sus platos, incluyendo tapas y unas tortillas de ensueño.

En Punta Carretas se esconde una propuesta insólita: el Castillo de Humberto Pittamiglio. En él se observan características estéticas de origen medieval y renacentistas. La curiosa construcción fue erigida a principios del XX siguiendo los ideales de la alquimia medieval.

Para acomodarse con calma y estilo es que apareció Soro, un albergue de Curio Collection. Sofisticado, acunado por una cadena de árboles y a tan solo unos pasos de la rambla, un apacible ambiente de diseño moderno que logró la combinación perfecta del encanto histórico y el nuevo estilo urbano de Montevideo. No te pierdas Tomás a base de los productos más frescos del día para un menú divertido y ecléctico.

Otro palacio espera, esta vez en el centro antiguo, cerca de donde sobrevive la Puerta de la Ciudadela, una reliquia de las pocas que conserva Montevideo de su época colonial. A pasos de ella se encuentra el Palacio Salvo, un desarrollo arquitectónico ecléctico inspirado en la Divina Comedia de Dante que tiene en el Palacio Barolo, de Buenos Aires, un hermano gemelo. Cuentan las leyendas que los enormes faros de la punta de las torres de ambos podían conectarse con un haz de luz, aunque, según dicen, hubo un error de cálculo en el diseño y esto nunca fue posible.

Montevideo es una gran ciudad de a pie. Lleva un ritmo propio. Crece a cadencia lenta. Baja el reloj biológico y deja que el disfrute entre, despacito. Para asombrarse más de lo esperado.

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