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Destino

Róterdam: novedades en la ciudad más cool de los Países Bajos

Más allá de su revolucionaria escena arquitectónica, Róterdam cuenta con un catálogo importante de restaurantes, hoteles y proyectos que llevan la palabra vanguardia por bandera

Róterdam y sus novedades. Porque más allá de su revolucionaria escena arquitectónica y de su histórico perfil portuario, la ciudad puede alardear de contar con un catálogo importante de restaurantes, hoteles y proyectos que llevan la palabra vanguardia por bandera.

Su condición de rompedora se la ganó a pulso desde el mismo momento en el que, tras ser reducida a cenizas un fatídico 14 de mayo de 1940, se autoproclamó el jardín de juegos —o el laboratorio experimental, llamémosle como queramos— de los más prestigiosos arquitectos del mundo. Un lienzo en blanco en el que proyectar edificios de formas imposibles con los que hacer enloquecer a los amantes de lo extravagante. Porque sí: la esencia de Róterdam está precisamente en que no entiende de prejuicios.

Pero resulta que esa revolución vivida desde hace 60 años en sus calles, lleva ya tiempo trasladándose a otros ámbitos de la vida. Y eso se ve reflejado en la constante apertura de restaurantes y tiendas, de hoteles y bares repletos de alma y autenticidad.

Porque las normas están para saltárselas, y eso en Róterdam lo saben muy, pero que muy bien.

CUANDO DORMIR ES UN ARTE

En la mesita de noche de las habitaciones del Supernova Hotel hay un librito que es un catálogo de arte: el que decora los rincones, no solo de las estancias comunes, sino también de sus 38 habitaciones. Obras de artistas locales que abarcan desde la pintura al collage, la escultura o la fotografía, y que todo huésped puede adquirir

También puede llevarse a casa —y apostamos a que lo hará— alguno de los objetos que se exponen en las repisas del pequeño conceptstore ubicado junto a la recepción.

Productos de artesanos y diseñadores de la ciudad, algún antojo gastronómico y coffee-table books perfectamente ordenados tientan a pasar la tarjeta mientras se disfruta de las propuestas de su café-bar, donde lo mismo preparan unos ricos huevos revueltos para desayunar, que el cóctel de moda antes de irse a dormir.

En este coqueto hotel boutique en un edificio de 1905 en el moderno barrio de Kruiskade, apuestan por el diseño minimalista pero con personalidad, plasmado en los delicados tonos pastel de sus paredes o en las baldosas de sus cuartos de baño, en sus suelos de parqué, sus puertas de vidrio estriado o sus amenities.

Siempre, en todas y cada una de las habitaciones y suites, hay un elemento que las diferencia del resto, ya sea una original butaca, un balcón con vistas al jardín o un tocadiscos.

Pero de aperturas rebosantes de esa esencia única a veces tan difícil de alcanzar, Róterdam va sobrada: no demasiado lejos, a dos pasos de la concurrida Withstraat, abrió sus puertas en el verano de 2021 otro hotelito de postal.

El Hotel âme, colmado de luz y alma, es el proyecto de Angel Kwok, copropietaria junto a su marido y un par de amigos de esta suerte de templo con un marcado diseño minimalista fruto de la fusión entre lo japonés y lo escandinavo.

De una delicadeza exquisita, las 14 habitaciones del âme se reparten por las cinco plantas de un edificio de 1867 de fachada neoclásica en cuya rehabilitación se mantuvieron detalles como la ornamentación de estilo art nouveau de sus techos, las chimeneas o los pasamanos de sus empinadas escaleras.

En la primera planta espera una cafetería abierta al público en la que los desayunos a la carta apuestan por el café de especialidad —procedente de un tostadero local—, y el producto ecológico.

También una coqueta tienda de artesanía en la que la propia Angel expone sus piezas de cerámica: en su vida anterior, era ceramista.

El colmo del bienestar, de nuevo, en la mesita de noche: la mayor parte de sus habitaciones —algunas más grandes, otras más pequeñas— no solo cuentan con bañeras de diseño y ropa de cama de máxima calidad, también ofrecen enlaces de audio con meditaciones guiadas que llevan a abrazar el verdadero edén físico y emocional. Porque el lujo, también es esto.

LA REVOLUCIÓN SE SIENTA A LA MESA

Habrá que dedicarle a Róterdam bastantes días de visita si se planea controlar mínimamente su escena gastronómica: la constante apertura de nuevos locales, además de los que ya llevan tiempo dando de qué hablar, hará que se quiera probar todos. Aunque, si empezamos por el más rompedor, OX es nuestro sitio.

Un carácter chino medio oculto junto a la puerta de un edificio, digamos, no demasiado cuidado, es la clave. Es el detalle que identifica que nos encontramos en el lugar correcto, para el que nos habrán dado las coordenadas únicamente después de haber hecho la reserva: el misterio forma parte de la experiencia.

Tras bajar por unas oscuras y desvencijadas escaleras a lo que podría parecer el fin del mundo, llegamos, por fin, al restaurante clandestino del chef Alexander Wong.

Un elegante espacio ambientado con luces tenues en el que nuestro cicerone gastronómico trabaja entre fogones y a la vista de los comensales elaborando una propuesta inspirada en los sabores de la comida china con influencias malayas.

En la mesa, el festín es de los de recordar, sobre todo si se marida con los cócteles diseñados por la otra pata de esta mesa: el italiano Jacopo Domenico hace magia tras la barra poniendo sabor, chispa y algo de alcohol a los signos del horóscopo oriental.

A apenas 7 minutos de paseo está DoDorestaurante ecléctico e informal donde los haya, en el que el ingenio se ha puesto al servicio, no solo de su carta, sino también de su decoración.

7 salas temáticas —el cóctel-bar, la Havana, la de Fumadores o la inspirada en los tatuajes—, otorgan los colores y símbolos más diversos al espacio, e invitan al disfrute entre sabores de Oriente Medio, el Mediterráneo o Asia.

Si se prefiere lo mexicano, eso sí, habrá que acercarse al Not Hotel, un curioso alojamiento cuyas sorprendentes habitaciones han sido diseñadas por artistas y que tiene el punto fuerte en su bar-coctelería Jesús Malverde, donde sirven los margaritas más deliciosos de la ciudad. Un lugar de encuentro desenfadado para una experiencia diferente.

Pero el ritmo no para: tampoco se queda atrás la propuesta que desde 2017 lideran Eva Eekman y Michael Schook en Heroine, restaurante contemporáneo que combina lujo y sencillez en el plato apostando por una cocina de km. 0.

Desde hace unos meses, además, su nueva apuesta gastronómica ha revolucionado la ciudad: Putaine se halla en el Floating Office Rotterdam, el complejo de oficinas flotantes más grande del mundo, diseñada por Powerhouse Company y RED Company y situada en el moderno barrio de Kop van Zuid, donde se ofrece cocina de calidad desde una perspectiva alternativa.

Tan alternativa que, de fondo, y a través de sus paredes acristaladas, lo que se disfruta es de un lienzo de gigantescos edificios que representan la imagen más fiel del skyline roterdamés.

Dentro, un diseño de interior tan transgresor como armonioso que invita a deleitarse con cada bocado que sale de su cocina vista, donde las propuestas cambian con cada estación.

Recetas de aprovechamiento y, cómo no, una gran carta de cócteles, vinos biodinámicos y la oportunidad de darse un chapuzón en la piscina exterior que, abierta durante los meses estivales, supone la guinda al pastel de un Róterdam lleno de novedades.

Más informal —y todo un clásico— es Kaapse Maria, donde la cerveza artesanal de producción propia es la auténtica reina. Eso sí: sus cocineros lo dan todo para, con un toque creativo en sus platos, ofrecer recetas que harán chuparse los dedos.

Casi enfrente, otra original apuesta: el edificio que un día albergó una comisaría de policía es hoy Heilige Boontjes, una cafetería cuyos trabajadores son jóvenes con pasado delictivo a los que se les otorga una segunda oportunidad.

En un ambiente de lo más agradable, se puede optar por una taza de delicioso café tostado y molido in situ, algo de bollería para acompañar, o incluso animarnos con un almuerzo o cena.

Además, en la zona más alta del edificio, lo que fueron los calabozos han sido transformados en un puñado de habitaciones tematizadas con fotografías de exconvictos disponibles para alquilar.

DE RÓTERDAM AL CIELO

Leon van Geest se ha convertido en un nombre de referencia en el mundo de la cultura, el diseño y la sostenibilidad de Róterdam. ¿La razón? Es el director del Rotterdam Rooftops Days, un proyecto innovador y fascinante con el que se pone en valor el inmenso espacio dedicado a azoteas en toda la ciudad para darles una utilidad real.

Un total de 18 kilómetros cuadrados para las que se ha ideado un plan que los transforme en espacios públicos para el disfrute de los ciudadanos, jardines y zonas verdes que ayuden a combatir el calor o lugares para instalar paneles solares, entre otras muchas ideas.

Y precisamente ahora que está sonando tanto este proyecto, la empresa turística Inside Rotterdam, liderada por Ariane Nooteboom, propone visitas guiadas a algunas azoteas bien posicionadas para descubrir el corazón de la ciudad desde otro punto de vista.

¿Una de ellas? La del mítico Witte Huis, que llegó a ser el rascacielos más alto de Europa, regala una panorámica inigualable de las Casas Cubo, el casco histórico y el Nuevo Mosa.

Pero también las azoteas tienen espacio para lo que nos gusta: la gastronomía. Porque, ¿qué mejor escenario para llenar el buche que las alturas de la ciudad? Por ejemplo, en el Rooftop Fontaine, un restaurante en un décimo piso desde cuya terraza contemplar las más hermosas puestas de sol.

Elegir qué comer será sencillo: todo quedará en manos del chef, que propone dos menús diferentes de cinco pases —uno carnívoro, otro vegetariano— con los que deleitarse.

En Róterdam las novedades no paran. También en el edificio más enigmático levantado en los últimos tiempos en la ciudad, la azotea tiene protagonismo.

El chef Jim de Jong capitanea los fogones de Renilde, el restaurante del nuevo Depot Boijmans, el primer almacén de arte de un museo abierto al público en el mundo, apostando por propuestas informales y ligeras al medio día, y por un menú degustación del propio chef, basado en 3, 4 o 5 platos, al caer la noche.

Un homenaje gastro para demostrar, una vez más, que lo de Róterdam no es una revolución cualquiera. Y que va a seguir dando de qué hablar por mucho tiempo más.

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