En Riga se combina a la perfección el legado medieval con el modernismo de principios del siglo XX con habitantes que saben cómo disfrutar de la vida.
Riga, capital de Letonia, es una de esas ciudades que, sin hacer apenas ruido, ha conseguido situarse entre las urbes más acogedoras y vibrantes de Europa.
Con algo más de 630,000 habitantes, es la ciudad más grande de los tres Países Bálticos –Estonia, Letonia y Lituania– y sirve de hogar a más de un tercio de la población de Letonia. Sin embargo, no es un lugar congestionado, sino todo lo contrario.
Riga presenta una extraña mezcla de estilos arquitectónicos, producto de la azarosa historia –en cuanto al ámbito de ocupaciones y sistemas políticos se refiere– de un lugar que llegó a formar parte de la Liga Hanseática –en tiempos medievales– y estuvo bajo el dominio de mandatarios suecos, polacos, rusos (en su época imperialista), nazis y soviéticos.
Su centro histórico es un auténtico laberinto de calles de aspecto medieval al que se asoman edificios tan contrapuestos como iglesias, sedes gremiales y representantes del Art Nouveau, un estilo que se expandió con fuerza en Riga en la primera mitad del siglo XX.
Además, el ambiente estudiantil y juvenil confiere a la capital letona una gran vida cultural y un ocio nocturno que está considerado entre los mejores de Europa del Este.
Sin duda, Riga es un destino ideal para algo más de un fin de semana. Un lugar diferente que atrapa irremediablemente a quien lo visita.
Vecrīga, el corazón de Riga
Vecrīga es el nombre local que posee el casco histórico de Riga. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1997, es el lugar perfecto para caminar sin rumbo por la capital letona.
Al deambular por sus antiguas calles adoquinadas, hallaremos tesoros arquitectónicos e históricos como la iglesia de San Pedro, un templo luterano que se puede vanagloriar de ser uno de los edificios más antiguos de la ciudad. El primer documento que hace referencia a él data de 1209. Hoy en día, su plataforma panorámica, situada a unos 72 metros del suelo, nos ofrece las mejores vistas 360 grados de Riga.
Otro templo religioso importante situado en esta parte de la urbe es la catedral de Riga. Su primera piedra se puso en 1211 y hoy en día es la sede del arzobispado de la iglesia evangélica luterana de Letonia. Se trata de un imponente edificio que, al haber sido renovado a lo largo de los siglos, presenta rasgos románicos, góticos, barrocos y, cómo no, art nouveau.
El castillo de Riga es otro de los atractivos del casco histórico. Durante siglos, fue el bastión del poder del país. No en vano, hoy en día, una parte es usada como residencia oficial del presidente de Letonia.
El origen del castillo es una antigua fortaleza del siglo XIV, que fue levantada por los Caballeros de la Espada –una orden católica creada por el obispo de Riga en 1202– en 1330. Sin embargo, ha sido reformado y reconstruido en numerosas ocasiones.
Y, por último, no podemos dejar de visitar el centro neurálgico de la capital letona: la plaza del Ayuntamiento de Riga. A ella se asoma la bellísima Casa de las Cabezas Negras. Construida en 1334, el nombre del edificio proviene de la Hermandad de las Cabezas Negras. La Hermandad eligió a San Mauricio como su santo patrón, quien tradicionalmente se representaba como un soldado negro con armadura de caballero. De ahí el nombre.
Aunque el edificio fue destruido por las bombas en la Segunda Guerra Mundial, sería completamente reconstruido en 1995. Hoy en día es un lugar ideal para ver exposiciones, conciertos y otros eventos. En el interior se pueden visitar bodegas medievales; el Salón de Celebraciones, con sus pinturas reales en la pared; y varias otras salas que han sido minuciosamente restauradas a su estado original.
Una de las capitales del Art Nouveau
El Art Nouveau –un movimiento artístico y decorativo internacional que se desarrolló entre 1890 y 1914, aproximadamente– caló con profundidad en Riga. La explosión de esa arquitectura modernista coincidió con el auge de la clase burguesa y la expansión de una ciudad cuyos límites comenzaron a sobrepasar los de su antigua muralla.
En esa época se levantaron más de 800 edificios en este estilo arquitectónico, siendo un auténtico país de las maravillas para los amantes del mismo. Es sencillo identificar estas construcciones gracias a sus pórticos y ventanas curvas, abundantes relieves florales, caprichosas gárgolas, esculturas femeninas e imaginería nacionalista romántica.
Un pasado de ocupaciones
La existencia de Riga, como ciudad, no ha sido sencilla a lo largo de la Historia. Por ello, si queremos empaparnos de su cultura, debemos entender por lo que han pasado sus ciudadanos.
El Monumento a la Libertad, situado justo al este del casco histórico, es una enorme estatua de 42 metros de altura que rinde tributo a los valientes soldados que lucharon contras las fuerzas soviéticas de ocupación en la Guerra de la Independencia de Letonia (1918-1920).
Otro lugar imprescindible para aprender sobre las ocupaciones nazi y soviética es el Museo de la Ocupación de Letonia. Atesora un enorme archivo audiovisual y un sinfín de objetos que documentan el sombrío período de 1940 a 1991, cuando Letonia quedó bajo el yugo, primero de la URSS, los nazis en la Segunda Guerra Mundial y luego los soviéticos una vez más.
Hay relatos duros y conmovedores de las penurias de los gulags siberianos, las purgas de los nacionalistas letones después de la Segunda Guerra Mundial y la deportación y asesinato de judíos en el Holocausto.
En la calle Brīvības, The Corner House fue la sede de la KGB soviética en Letonia, de 1940 a 1941 y de 1944 a 1991. Se organizan tours en inglés en el edificio, explicando la historia de la KGB en el país. Resulta espeluznante ver las celdas de detención aún intactas, así como las salas de interrogatorio.
Ocio nocturno en Riga
Salimos de ese pasado oscuro y doloroso para señalar que Riga es considerado un importante centro cultural en los Países Bálticos, por lo que atrae a un buen número de estudiantes de la zona.
Se calcula que la población estudiantil roza las 90.000 personas. Y, como es normal a esa edad, los jóvenes saben cómo divertirse en la noche de Riga.
En la capital letona encontraremos un buen número de restaurantes, bares y discotecas en los que tomarnos algo casi cualquier día de la semana. La mayor parte de ellos se encuentran en la zona peatonal del centro histórico. Algunos a destacar son Rock Café y ONE ONE, este último especializado en música techno.
Sin embargo, para tomarnos algo disfrutando de las mejores panorámicas posibles de la ciudad en un ambiente relajado, nada como el Skyline Bar, situado en el piso 26 del hotel Radisson Blu de la calle Elizabetes.