Image default
Destino

Qué ver en Praga

La ciudad de las cien torres: un viaje entre historia y magia.

Praga es una de esas ciudades que parece salida de un cuento. Su arquitectura de ensueño, calles adoquinadas y un casco histórico que ha resistido el paso del tiempo la convierten en un destino que enamora a primera vista y deja huella. Esta capital europea, conocida como la ciudad de las cien torres, es un mosaico artístico donde confluyen estilos góticos, barrocos, renacentistas y modernistas. Pero más allá de su belleza evidente, es también un lugar lleno de historias, leyendas y rincones que invitan a perderse por sus callejuelas.

Su mezcla de historia, arte, gastronomía y encanto hacen que sea un destino al que siempre se quiera y se pueda volver, porque constantemente ofrece algo nuevo, ya sea que te pierdas una y otra vez por sus calles medievales, disfrutes de un concierto de música clásica en una iglesia o simplemente te sientes en una terraza a observar el mundo pasar. La mejor época para visitar Praga es durante la primavera y el otoño, ya que son meses con un clima templado y hay una menor cantidad de turistas. Sin embargo, visitar Praga en invierno tiene su encanto, especialmente si te gustan los mercados navideños.

La forma más sencilla de llegar a Praga es en avión, el Aeropuerto Vaclav Havel está bien conectado con las principales ciudades europeas. Desde él, puedes tomar un autobús o un taxi al centro, ya que cuenta con un sistema de transporte público muy eficiente que incluye tranvías, metros y autobuses. Comprar un pase diario o semanal es una buena opción si planeas moverte en varias ocasiones.

Es importante tener en cuenta que, aunque la República Checa forma parte de la Unión Europea desde 2004, su moneda oficial es la corona checa (CZK). Muchos establecimientos aceptan euros y tarjetas de crédito internacionales, pero es mejor pagar en coronas para evitar que el cambio sea desfavorable.

Historia viva bajo cada piedra

Cada rincón de Praga guarda una historia, desde la Revolución de Terciopelo, el movimiento pacífico por el cual el Partido Comunista de Checoslovaquia perdió el poder político, hasta las leyendas sobre alquimistas que trabajaban bajo las órdenes del rey Rodolfo II, quien trató de conciliar religiones e ideales y se dedicó a coleccionar arte. La ciudad tiene una historia que se remonta más de mil años, y pasear por sus calles es como hojear un libro de historia europea, desde el Puente Carlos, un emblema gótico que cruza el río Moldava, hasta el imponente Castillo de Praga (Hradčany, 119), el más grande del mundo. Junto a la monumental fortaleza, encontramos la Catedral de San Vito (III. nádvoří 48/2, 119), cuya torre ofrece una vista impresionante de la ciudad.

Uno de los puntos más fascinantes es la Plaza de la Ciudad Vieja, donde el Reloj Astronómico lleva marcando las horas desde 1410. Cada hora en punto, una procesión de figuras animadas atrae a cientos de visitantes que esperan ansiosos con el móvil en la mano. Muy cerca, la Iglesia de Nuestra Señora de Týn (Staroměstské nám, 110), con sus torres asimétricas, parece custodiar los miles de secretos que alberga la plaza. Merece la pena visitar el Barrio Judío, conocido como Josefov, donde sinagogas como la Vieja-Nueva (Červená, 110) y el conmovedor Cementerio Judío recuerdan la rica herencia judía de la ciudad.

Otro imprescindible es la Casa Danzante (Jiráskovo nám. 1981/6), un ejemplo de arquitectura moderna que contrasta con los edificios clásicos de la ciudad. Diseñada por Frank Gehry, esta obra maestra merece una visita, aunque sea para tomar una foto desde el exterior. Tampoco dejes de visitar Vyšehrad (V Pevnosti 159/5b), una fortaleza histórica menos conocida pero que ofrece un ambiente tranquilo y vistas espectaculares del río Moldava. Para los amantes de la naturaleza, visita el Monte Petřín. Sube a su torre de observación, una versión reducida de la Torre Eiffel, y disfruta de las vistas de Praga rodeado de jardines.

Más allá de sus monumentos

Una vez hayas visitado lo imprescindible, recorre sus calles y detente en alguna de sus muchas cafeterías para probar el trdelník, un dulce tradicional que se sirve relleno de helado o frutas. Para los más curiosos, el Museo de Franz Kafka (Cihelná, 635), dedicado a quien es considerado como uno de los hijos más ilustres de Praga, o el Museo Mucha (Panská, 7), máximo exponente del art nouveau, quien deja su huella en una impresionante colección de arte.

Si buscas algo diferente, explora la vida nocturna de la ciudad. Desde bares de cerveza artesanal hasta clubes en edificios históricos, pasando por destilerías locales y tiendas de souvenir donde adquirir una amplia variedad de espirituosos bastante peculiares, como absenta de sabores, ya que sin duda, los praguenses saben cómo divertirse. No te pierdas una visita a una cervecería tradicional, como U Fleků (Křemencova, 11), que lleva sirviendo pivo, o cerveza, desde 1499.

Dónde comer

La gastronomía checa es rica y sustanciosa, ideal para combatir el frío. El Café Savoy (Vítězná, 124/5) es un lugar perfecto para disfrutar de un desayuno elegante o un café con pasteles en un entorno art decó. Prueba platos típicos como el goulash con pan de masa (knedlíky) o el svíčková, un guiso de ternera con salsa de nata y arándanos. En Lokál Dlouhááá (Dlouhá, 33), un restaurante con varios locales, encontrarás versiones modernas y deliciosas de estos clásicos checos. Para algo más exclusivo, La Degustation Bohême Bourgeoise (Haštalská, 18), con estrella Michelin, ofrece un menú degustación que reinventa la cocina tradicional checa.

Publicaciones relacionadas

El primer barco de turismo marinero ofrece conocer especies y pesquerías del Mar Menor

Nexos

Las doce cascadas más impresionantes del mundo

Nexos

Buenos Aires: avanzan las obras para sumar un mirador panorámico en el corazón porteño

Nexos